Seguro te has mirado en el espejo mientras viajas en un elevador para retocar tu aspecto, pero ¿sabías que los espejos no están ahí precisamente para que te acomodes el peinado o la corbata? Su función es mucho más importante: están diseñados para hacer que tu experiencia sea más cómoda, segura y, sobre todo, menos estresante.

Los espejos en los elevadores van más allá de un capricho decorativo. Este elemento cumple diversas funciones que mejoran la experiencia del usuario y ayudan a gestionar la incomodidad que puede surgir en los segundos que dure el viaje, sobre todo hacia los pisos más elevados de un edificio.

¿Cuáles son las ventajas de los espejos en los ascensores?

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Tara Bueno, profesora de psicología en el Barnard College de la Universidad de Columbia, explicó a la revista de divulgación Psychology Today que los espejos en los ascensores ofrecen varias ventajas.

La más destacada es la sensación de amplitud que proporcionan. Para quienes experimentan claustrofobia o incomodidad en espacios reducidos, el espejo crea una ilusión de mayor espacio. Al verse reflejados, los pasajeros pueden sentir que el ambiente es menos cerrado, lo que reduce la ansiedad asociada a estar en un lugar estrecho.

Además, los espejos permiten a los ocupantes observar lo que sucede a su alrededor. Poder ver las expresiones faciales y el comportamiento de los demás en el ascensor puede disuadir comportamientos indeseados. Este efecto de vigilancia contribuye a que los pasajeros se sientan más seguros durante su trayecto.

Otra función práctica de los espejos es mejorar la maniobrabilidad. Especialmente, para personas en silla de ruedas o quienes transportan objetos grandes, los espejos ofrecen una mejor perspectiva del espacio disponible y prevenir accidentes.

Además de sus funciones de confort y seguridad, los espejos también sirven como una forma de entretenimiento. Tener la posibilidad de mirarse o interactuar visualmente con otros ocupantes puede hacer que el tiempo se perciba menos tedioso.

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