En un estado donde las matemáticas oficiales siempre han sido un acto de fe —como creer que las carreteras se van a reparar solas— la gobernadora Rocío Nahle salió a presumir que reducir la deuda de Veracruz en 42% fue apenas cosa de su primer año. 

Sí, primer año. A este ritmo, para el segundo la deuda la van a medir en estampitas del Santísimo. Así, sin anestesia.

Según el Gobierno estatal, pasamos de deber 119 mil 388 millones a solo 69 mil 645 millones. Así, como cuando borras un archivo que pesa demasiado y de milagro todo funciona. Claro, siempre y cuando nadie pregunte cómo le hicieron. La receta secreta no viene en el informe.

Nahle también anunció que los 30 mil millones que Veracruz le debía al SAT desde 2009 ya quedaron saldados. Dieciséis años sin pagar y de repente, pum, “ya quedó, joven”. Imagínese usted diciendo eso en el SAT de su colonia. No sólo lo multan: lo persiguen con drones.

Con el ISSSTE también hubo milagro: de 25 mil millones bajamos a 11 mil. Y la deuda bancaria recibió un abono de 1,800 millones. Vaya año, ¿eh? Tan productivo, tan eficiente, tan impresionante que uno empieza a sospechar que SEFIPLAN contrató a Harry Potter de asesor.

La Gobernadora jura que todo esto se logró sin “sacrificar servicios, apoyo, infraestructura ni desarrollo”. Que bueno, porque basta darse una vuelta por cualquier hospital del estado para comprobar que ya estaban sacrificados desde antes.

En redes sociales mostró unas gráficas preciosas, donde la deuda cae más rápido que la aprobación de un funcionario en tiempos de escándalo. Según SEFIPLAN, el verdadero descenso ocurre hasta 2025, cuando Nahle llega, y el resto del gráfico bueno, el resto sirve de decoración.

“Estamos saneando las finanzas”, dijo la mandataria, rematando con la frase cansina y más falsa que un boletín de su gobierno: “Por amor a Veracruz”.

Ese amor que aparece cada noviembre, justo antes del Informe, cuando las cifras brillan, las gráficas se estiran y el Photoshop fiscal hace milagros.

El informe también dice que el Gobierno está trabajando para garantizar las cuentas individuales de los trabajadores, esos que llevan años oyendo de adeudos como si fueran relatos de terror que nadie resuelve, pero todos cuentan.

Eso sí, la administración estatal presume que gracias a su disciplina pudieron comprar patrullas, uniformes, “Camionetitas de la Salud”, tractores, semillas y quién sabe cuántas cosas más.

Falta ver si esa misma disciplina sirve para que funcionen. Porque una patrulla estacionada y una camionetita sin médico cuentan como gasto, pero no como servicio.

También alardean de un fideicomiso para modernizar el transporte público. Otro más. En Veracruz hay más fideicomisos que autobuses que frenen bien o funcionarios que actúen con probidad y preparación.

Para rematar, dicen que hasta atendieron la emergencia del norte sin desequilibrar las finanzas. No sabemos si eso habla bien de la administración o de lo acostumbrados que estamos a vivir entre desastres.

Y así, entre cifras que aparecen y desaparecen como si el mismísimo Chespirito estuviera a cargo del guion, el Gobierno de Veracruz presenta su temporada inaugural de “Milagro y Magia”, una producción financiera tan increíble que sólo pudo haber sido escrita por Roberto Gómez Bolaños y supervisada por Florinda Meza.

La “seriedad presupuestal” es como un libreto donde la deuda se reduce con un chasquido, los adeudos se esfuman detrás de una cortina de humo, y todo se resuelve “Por amor a Veracruz”, esa frase que ya debería tener derechos de autor y música de entrada.

Aunque, siendo Veracruz, quizá hasta salga el Chapulín Colorado a explicar las cuentas porque honestamente, no contaban con su astucia.

Prepárese para el siguiente capítulo. Con suerte, será menos drama y más comedia. El 30 de noviembre, en Plaza Lerdo, Rocío Nahle dará un mensaje ampliado. Se recomienda acudir con casco, porque cuando llueven cifras “mágicas” y “milagrosas”, a veces salpican.

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