Rocío Nahle García, gobernadora de Veracruz, arrastra al estado al sótano nacional. La mandataria veracruzana se disputa, junto con el gobernador de Tabasco, el último lugar de aprobación ciudadana en el país, de acuerdo con el Ranking de Gobernadores elaborado por la empresa demoscópica Mitofsky, encabezada por Roy Campos, correspondiente a noviembre de 2025. Un resultado que no es accidente, sino consecuencia directa de un gobierno errático, soberbio y profundamente ineficaz.

El estudio revela que el promedio de aprobación de los 32 gobernadores del país volvió a colocarse por debajo del 50%, ubicándose en 49.8%. Sólo 20 mandatarios superan la media, mientras que 12 están reprobados; de estos últimos, dos ni siquiera alcanzan el 40% de respaldo ciudadano. En ese grupo de vergüenza nacional aparece Veracruz, hundido por la incapacidad de su gobernadora para gobernar y administrar.

Mientras en la parte alta del ranking se observan ligeros movimientos positivos -los gobernadores de San Luis Potosí, Jalisco y Durango avanzan; Mara Lezama se mantiene firme en el primer lugar-, en Veracruz no hay repunte, ni narrativa de éxito, ni resultados que defender. La gestión de Rocío Nahle se ha caracterizado por la improvisación, el autoritarismo y una desconexión absoluta con la realidad que viven los veracruzanos.

Entre las 13 mujeres que gobiernan entidades federativas, hay perfiles que destacan por su desempeño y aceptación: Mara Lezama (Quintana Roo), Tere Jiménez (Aguascalientes). , Libia Denise García (Guanajuato), Clara Brugada (CDMX) y Lorena Cuéllar (Tlaxcala). Rocío Nahle no figura en ese grupo. Al contrario, se ha convertido en un ejemplo de cómo dilapidar capital político a fuerza de soberbia y malos resultados.

Los datos también evidencian quiénes sí están haciendo su tarea. Los cinco gobernadores que más incrementaron su aprobación entre octubre y noviembre fueron Manolo Jiménez, Coahuila, (del lugar 6 al 4), Pablo Lemus, Jalisco, (del 4 al 3), Alejandro Armenta, Puebla, (del 16 al 13), Delfina Gómez, EdoMex, (del 13 al 11) y Ricardo Gallardo, San Luis Potosí, (del 3 al 2). El mensaje es claro: este mes, los avances no provinieron de la parte baja de la tabla, sino de quienes ya mostraban desempeño competitivo.

El análisis regional tampoco favorece a Veracruz. El Bajío presenta el mayor promedio de aprobación, mientras que el sureste registra el más bajo. En cada región, los mejor evaluados son:

  • Norte: Manolo Jiménez (Coahuila), Maru Campos (Chihuahua) y Esteban Villegas (Durango).
  • Bajío: Ricardo Gallardo (San Luis Potosí), Pablo Lemus (Jalisco) y Tere Jiménez (Aguascalientes).
  • Centro: Julio Menchaca (Hidalgo), Clara Brugada (CDMX) y Lorena Cuéllar (Tlaxcala).
  • Sureste: Mara Lezama (Quintana Roo), Salomón Jara (Oaxaca) y Joaquín Díaz Mena (Yucatán).

Veracruz no figura entre los liderazgos regionales; por el contrario, se convierte en lastre del sureste.

En los 17 estados con litoral, el contraste es aún más evidente. Los 11 estados con costa en el Pacífico registran mejores niveles de aprobación que los del Atlántico. Dentro de cada franja, los mejor evaluados son:

  • Pacífico: Pablo Lemus, Salomón Jara y Marina del Pilar Ávila (Baja California).
  • Atlántico: Mara Lezama, Joaquín Díaz Mena y Américo Villarreal (Tamaulipas).

De nuevo, Veracruz queda relegado, incapaz de competir incluso con entidades de su misma franja costera.

El dato final es demoledor: más de la mitad de los 17 estados que renovarán gubernatura en 2027 presentan niveles de aprobación por debajo del 50% (9 de 17). Veracruz es parte de ese bloque crítico, aunque no renovará gubernatura, pero sí diputados federales y locales, y tiene un agravante: se ubica en el extremo inferior.

Rocío Nahle no sólo enfrenta cifras negativas; enfrenta el juicio de una ciudadanía harta. Veracruz pasó de ser una entidad estratégica a convertirse en ejemplo de cómo la soberbia y la incompetencia pueden llevar a un gobierno al descrédito absoluto. El ranking lo confirma, pero la realidad cotidiana lo grita: Veracruz está reprobado.

No obstante, la primera gobernadora de Veracruz hace alarde de lo que raya en lo grotesco, no pierde oportunidad de presumir la refinería Olmeca, conocida como Dos Bocas, como su gran legado. Una obra famosa no por su eficiencia ni por sus resultados, sino por los olores nauseabundos que emanan de sus múltiples ductos. Tal vez ahí esté la metáfora perfecta de su gobierno: mucho discurso, mucha soberbia y un hedor imposible de ocultar.

Publicidad