Yellow Submarine, el Submarino Amarillo, reencarnó tres veces, en distintos formatos, en la vida de los Beatles. Primero fue canción, luego una película animada y por último un disco que salió a la venta justo hace cincuenta años.

La canción hizo su aparición como el sexto tema del lado A de Revolver en agosto del 66. Fue la primera canción cantada por Ringo que llegó al número 1 del ranking (en el Reino Unido; en USA llegó al segundo puesto).

Pensada como una canción infantil y como vehículo para el lucimiento de la voz acotada pero entrañable del baterista, Yellow submarine ha recibido las más diversas y disparatadas interpretaciones con el correr de los años. Paul McCartney dijo al momento de su grabación: “Esta siempre va a ser una canción que entenderán mejor los chicos que los adultos”.

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 Según Lennon, Revolver fue el primer álbum que crearon bajo la influencia del ácido. Eso dio pie a que se buscaran alegorías y asociaciones que no fueron pensadas en el momento de su composición. El autor principal del tema fue McCartney, quien buscaba componer una canción infantil pero con la impronta beatle.

Primero fue el submarino, luego se tiñó de amarillo. La primera versión de la letra era más inocente y clara. Luego, el intercambio con Lennon produjo algunos (pocos) versos que enrarecieron el tema. El cantante folk Donovan también hizo su aporte con la línea: “Sky of blue, sea of green”. Sin embargo sigue siendo la historia del viejo marinero que cuenta su vida en el mar, “en la tierra de los submarinos”.

Entre Eleanor RigbyHere, there and everywhereFor no oneGot to get you into my life o Tomorrow never knows, este tema era un recreo, un entretenimiento menor, sin mayores ambiciones. Revolver, con la tapa ilustrada por Klaus Voorman, es el momento en que los Beatles se consolidan como artistas de estudio. A partir de ese momento la experimentación, los descubrimientos cotidianos, el correr las fronteras de lo conocido en cuanto a grabaciones sería uno de sus principales rasgos artísticos. Una situación poco habitual (e imposible de imaginar en la actualidad): el grupo más popular era la vanguardia; lo más vendido y escuchado era aquello donde primaba la innovación. La grabación de Yellow submarine tuvo un clima festivo. Como si los mismos Beatles no se tomaran demasiado en serio la canción.

El 1 de junio de 1966 el estudio estaba repleto. Al mando, como siempre, el productor George Martin, quien ese día se reincorporaba luego de estar una semana en cama por una intoxicación. Además de los cuatro fabulosos había una decena de amigos y novias. Ellos (y todo el personal técnico) se encargaron de cantar a viva voz el coro final, casi dando alaridos, y de varios de los efectos especiales. Algunos golpean vasos, otros hacen tronar una sirena. Hay silbatos, campanas, cadenas, panderetas: todo lo que estuviera en el estudio y pudiera producir algo de ruido.

Mal Evans paseaba por el estudio aporreando un bombo mientras era seguido por los demás. Algunos de esos amigos son el Rolling Stone Brian Jones, Marianne Faithfull o la reciente esposa de George Harrison, Pattie Boyd (luego inspiraría Layla y dejaría al beatle por Eric Clapton) de quien se pueden identificar sus gritos poco antes de llegar al minuto del tema. John Lennon además de la guitarra y los coros hizo otro aporte fundamental: las burbujas. Con una pajita sopló dentro de un recipiente plástico para que ese sonido “marítimo” quedara grabado.

Medio siglo después la canción, la película y , por qué no, el disco de Yellow submarine se mantienen inexpugnables. Son un mundo propio, iluminado y, principalmente, feliz en el que se recrean los chicos y los adultos de cualquier parte del mundo: todos quieren, todavía, abordar ese maravilloso submarino amarillo.

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