El mercado del anticuario en México, esos objetos que tienen poco más de 100 años y que pasan de mano en mano por determinados factores y que no poseen relación directa: valor y precio, se encuentra en declive.

Así lo dio a conocer el coleccionista Rafael Villasana Suverza, dueño y director del Bazar Versallitos en la zona centro de esta ciudad, quien, en entrevista, consideró que este tipo de negocios pasa por un mal momento.

“Son pocos los negocios y personas que se dedican al anticuarismo, es una actividad que ha venido de más a menos, han bajado las ventas, pues en general la gente hoy es más práctica. Mientras que los jóvenes de hoy, tienen otro tipo de decoraciones, gustos”, señaló.

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El también propietario de la que posiblemente es la única tienda de antigüedades en la zona centro, afirmó que se trata de un negocio que va en declive y que, para salir del mal momento, es necesario que estas tiendas cuenten con mayor difusión y promoción.

“El anticuarismo está en declive, esperemos que llegue alguna moda, pero la gente hoy es más práctica y dentro de ello, no es que se pierda el gusto, sino que la gente ya no está para limpiar platería todos los días; muchos de los objetos se van al cajón y luego sus nietos u otras generaciones son los que terminan sacándolos para venderlos”, dijo a Notimex.

Con 20 años en el coleccionismo, Villasana Suverza, de profesión ingeniero en planeación y manejo en recursos naturales, mencionó que son coleccionistas, galeristas y amantes del arte, los que se dedican al anticuarismo.

“Coleccionistas, galeristas, gente que se dedica al arte, somos de todo; todo negocio que veas, será una historia distinta, todos somos comerciantes pero tenemos un cierto tipo de línea, hay quienes se dedican a la porcelana, otros a muebles, pintura, arte contemporáneo, y hoy está de moda la línea industrial y se manejan máquinas de escribir y ese tipo de piezas”, afirmó.

Cuenta haberse dedicado al anticuarismo desde un principio por negocio; sin embargo, la misma necesidad lo llevó a terminar vendiendo.

“En mi casa desde pequeño, me acostumbra a ver infinidad de cosas y así fue, llena de esto y de aquello, y al final te acostumbras. Ves que hay un nicho del mercado desaprovechado y lo aprovechas, es la vida la que te va llevando”, dijo el coleccionista para quien el arte del anticuarismo,”es un trabajo que consiste en valuar y darle precio a las cosas, ver más allá del valor que puede tener y aterrizarlo en el valor real y contexto que tenemos’.

Sostiene que, en este tipo de negocios, la mercancía llega por recomendación, “compramos en casas directamente a los propietarios, sí llega una que otra persona a ofrecer piezas, pero no son valiosas y uno se expone a comprar en la puerta”.

La tienda situada en la calle de Luis Moya, a un par de cuadras del Mercado de carnes exóticas de San Juan y a dos calles del Barrio Chino, es un lugar que se caracteriza por su impresionante colección de porcelanas.

Hay tantas que es como entrar a un mundo miniatura; bailarinas, arlequines, perritos, gatitos, niños, todo tipo de esculturas pequeñas y que cuentan historias fantásticas.

“Hay gente que llega y te aprecia, dicen que en casas de sus abuelas hay una pieza similar; pero nosotros lo llamamos visitas de museo, porque la gente entra, toma foto y hasta ahí, se marchan, no compran”, cuenta Rafael, quien dice vender entre una y dos piezas a la semana.

Siempre optimista, afirma que son damas y caballeros, los que más le compran, ya sea por recuerdo, adorno, y menciona que su mejor época, curiosamente no es diciembre, sino enero.

“Aunque suene raro, en diciembre la gente prefiere otro tipo de objetos, los de moda para quedar bien, y una vez que pasa la temporada, hay quienes acuden en enero para comprar objetos de recuerdo o obsequiar como detalle especial”, destacó y precisó que en sus 20 años de coleccionista lo más que ha invertido ha sido 200 mil pesos en un par de porcelanas y lo mínimo, cinco pesos en unos ceniceros.

Candelabros de Bronce Estilo Imperio, un par de Damas Armani, una Caja Napoleónica de Porcelana de Sevres, la escultura de Arcángel Miguel Madera Policromada y estofada, Floreros estilo viejo Cantón, son algunos de los objetos que se encuentran a la venta.

Así como dos pavorreales disecados, que a su vez resultan raros y exóticos, documentos y diarios de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, un cuadro con la imágenes de los reyes de Grecia, un enorme jarrón traído del mausoleo de Porfirio Díaz en París, dolorosas, espejos, muebles tanto nacionales como europeos de los siglos XIX y XX, son otros de los objetos que se presentan.

Además hay lámparas antiguas, una pila de agua pintada a mano en color rosada, para guardar popurrí (un aromatizante que se empleaba en los palacios), hologramas de Maximiliano y Carlota.

Así como un par de platos de aluminio que se le entregó en reconocimiento por sus servicios a un agente del FBI que vivía en México, pero cuya hija los vendió cuando descubrió que al morir su madre, su padre se enamoró de uno de sus compañeros, son otras de las rarezas que se encuentran.

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