El patrimonio cultural, no obstante de su valor, está amenazado por múltiples factores tanto humanos como materiales. Así como un objeto arqueológico puede ser robado con fines de lucro, anulando todas las posibilidades de conocer su contexto y asociación directa, un edificio histórico puede venirse abajo ya sea por el impacto de un sismo o, peor aún, una errónea noción de modernidad.

Dedicado al tema “Patrimonio perdido”, en la jornada de cierre del XXII Encuentro Nacional de Fototecas, organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se presentó el número 71 de la revista Alquimia, órgano de difusión del Sistema Nacional de Fototecas.

En transmisión virtual, hermanada con la campaña “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, la publicación digital que está disponible para su descarga gratuita en la Mediateca del INAH, fue presentada al público por especialistas en imagen y en conservación del patrimonio cultural.

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En su intervención, la directora de Educación Social para la Conservación de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del instituto, Thalía Velasco Castelán, destacó que la fotografía y los archivos fotográficos en nuestro país se han vuelto herramientas clave al momento de restaurar bienes históricos, así como para pugnar por su conservación y su repatriación y, en el peor de los escenarios, de servir como registros y testigos silentes de algo que existió o estuvo en pie.

Junto con el historiador del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, Carlos Silva, la funcionaria comentó que desde su portada el nuevo número de Alquimia hace referencia al citado binomio, mostrando el pie marchito de la escultura de la Victoria Alada –conocida como Ángel de la Independencia–, luego de que cayera de su pedestal a causa del terremoto del 28 de julio de 1957, en la Ciudad de México.

Entre los artículos que reúne la publicación está el del historiador Ignacio Gutiérrez Ruvalcaba, titulado Cochimís, el cual brinda un acercamiento a esa sociedad homónima extinta, pues si bien existen hoy personas en la península de Baja California y en California que se autonombran como cochimís, ya no hablan su lengua y tienen costumbres homogéneas a las de los mestizos.

Un recuento histórico de esa civilización desaparecida por la vorágine colonialista, se ofrece a través de las imágenes de dos fotógrafos de la segunda mitad del siglo XIX: el norteamericano Parker Phot y el francés Léon Diguet, quienes retrataron por distintos motivos a los llamados indios californios.

Otro artículo, como el de la historiadora Guadalupe Lozada León: México, la ciudad de las renuncias, habla del patrimonio perdido desde la óptica de la transformación urbana que a partir de las Leyes de Reforma y con más notoriedad a inicios del siglo XX tuvo la Ciudad de México, lo cual implicó la destrucción de numerosos inmuebles históricos.

De acuerdo con Carlos Silva, otros valores de la publicación están en los ejemplos que brinda acerca de cómo la fotografía ha permitido reconstruir en nuestros días importantes contextos arquitectónicos, como el casco histórico del Casino Agua Caliente, un complejo turístico inaugurado en Tijuana en la década de 1920, pero que cayó en desuso a causa de la crisis de 1929 en Estados Unidos y de un decreto de expropiación signado en 1937, el cual argumentaba que el casino era un espacio “dedicado al vicio, la perdición y la falta de moral”.

Los panelistas refirieron que Alquimia 71 también reflexiona acerca de la importancia de conservar el patrimonio y prevenir cualquier amenaza de pérdida, mediante talleres, conferencias y otros diálogos con las comunidades, para que conozcan su herencia y procuren su conservación.

Por último, mencionaron los casos de repatriación de bienes arqueológicos en los que el registro visual es una herramienta usada por los arqueólogos para comprobar la pertenencia de varios de esos objetos al patrimonio mexicano, como el caso del bajorrelieve olmeca de Xoc, del cual en la revista el arqueólogo Jaime Alejandro Bautista Valdespino hace una relatoría sobre las gestiones que permitieron su devolución a México en 2015.

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