La danza es una forma de expresión artística que cautiva y sorprende; el poder ver cómo el cuerpo transmite emociones es una sensación que a nadie deja indiferente. A veces a través de vestuarios, a veces sin mucha parafernalia, esta actividad apela a sentimientos y simbolismos que prevalecen durante generaciones, al grado de unificar comunidades dotándolas de una identidad cultural.

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Este 29 de abril se celebra el Día Internacional de la Danza, celebración que cobra mayor relevancia en esta época donde el cuerpo busca liberarse del encierro. Entonces, para conmemorar el festejo, vale la pena adentrarse en una muestra que se ha vuelto común en México, pero no tan conocida (en cuanto a su historia): la Danza de los viejitos.

Origen de la Danza de los viejitos

Esta danza data de épocas prehispánicas, cuando cuatro los hombres del pueblo purépecha, un imperio del México precolombino que abarcaba lo que hoy es el estado de Michoacán y partes de Jalisco, ofrendaban al Dios Viejo (Tata Jurhiata) con el fin de recibir buenas cosechas, entre otros favores. En ese entonces la danza se conocía como T’arche Uarakua (en lengua purépecha).

El baile, que para algunos nació específicamente en lo que hoy es el pueblo de Jarácuaro, en la zona del lago de Pátzcuaro, solo lo podían interpretar los petámunis, los más sabios de la comunidad y por ende los más ancianos; bailaban con sus bastones en cada cambio de estación.

En su origen, la danza también tenía cuatro participantes, con la distinción que uno portaba una máscara que representaba la juventud, como alegoría a la estación naciente, mientras el resto simbolizaba las estaciones pasadas.

La llegada de los españoles trajo consigo la prohibición de la danza, aunque se siguió enseñando de forma clandestina. En el proceso, el baile cambió, pues adaptó instrumentos externos y perdió el sentido ritualístico, pues pasó de ser una ofrenda a una forma de burlarse de los achaques de los conquistadores.

Cómo se baila la Danza de los viejitos

Actualmente, la danza se desarrolla usando varios elementos cómicos, como caídas o caminar encorvado, propio de los ancianos. La puesta en escena tiene al Veripiti y a la Maringuía como referentes. Hay algunas versiones que incluyen a los feos, personajes dancísticos que se mofan de los viejitos.

La danza se baila al ritmo de pirekuas, género musical propios del pueblo purépecha que surgió a partir de los cantos religiosos de evangelizadores españoles. Las composiciones más usuales para la danza son El Huarache, El Gustito, La Competencia y El Trenecito.

​Vestuario de la Danza de los viejitos 

El traje para esta danza destaca por ser muy colorido. Se usa un sombrero de ala ancha que en sus extremos lleva listones de varias tonalidades; en ocasiones el sombrero lleva injertos de fibra de zacate para aparentar una cabellera canosa. Los pantalones y la camisa son de manta blanca, y encima se lleva un jorongo o sarape. También se usa un bastón y huaraches, que por lo regular tienen suela de madera para favorecer el zapateado.

Pero lo más distintivo de la danza es la máscara: hecha con madera o pasta de caña, representa un rostro senil. Tiene la peculiaridad de casi siempre tener un tono rosado y mostrar una sonrisa. 

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