Erika Argudín Yunes, autora de “Cuentos para dormir a las estrellas”, desborda en su texto un inmenso amor maternal, tras una serie de experiencias personales que la marcaron y que espera sean motivo de reflexión entre quienes lo lean.

En entrevista con Notimex, la escritora relató cómo se dio aquel episodio que marcó su vida desde su ingreso, estando embarazada, el miércoles 25 de diciembre de 2013 al hospital.

Tras permanecer en coma tres meses en esa institución médica cuando esperaba a Gabriel, salió sola en marzo de 2014, dado que la pequeña murió a los seis meses de gestación.

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“Yo no la conocí, la recibió mi esposo”, confió Erika a Notimex. Perdió a su bebé y comenzó un proceso de adopción que tardó mucho. Primero, esperar a que se recuperara. Segundo, hasta convencer a su esposo. Tercero, luchar contra toda la familia y los amigos prejuiciados.

“Luego, obviamente, hacer largas filas y realizar engorrosos trámites en las instituciones. Todo eso llevó tiempo, así como encontrar la asociación que uno cree que es la mejor, e investigar cuáles son las leyes sobre el tema de la adopción tanto en la Ciudad de México como en otras entidades del país, todo eso, a la par del trabajo y las visitas al médico”.

Finalmente, no fue candidata para adoptar, por su edad. Por ciertos huecos legales, y porque la institución a la que se acercó, a sabiendas de su edad, se estaba aprovechando de las circunstancias, la entrevistada decidió renunciar al proceso de adopción. En el Estado de México, donde tenía ese asunto, la edad máxima permitida para que una mujer adopte es de 38 años.

El proceso tarda más de dos años en dar una respuesta a los aspirantes a adoptar. En ese entonces, hace año y medio, Erika ya tenía 40 y aun así, la institución seguía dándole esperanzas y largas a la resolución con quién sabe qué intenciones o intereses. Lo cierto es que ella renunció y a partir de ahí, volcó su duelo, y su dolor así como su inmenso amor maternal, sobre la hoja en blanco.

Para canalizar el cariño que sentía que no debía tirar a la basura, escribió. Lo enfocó a un bebito que también requiriera ese cariño. “Además, me confirmaron que ya no me puedo embarazar y viendo hacia adelante, me centré en lo positivo, canalizando todo en esos 11 cuentos cortos; el duelo y el deterioro de mi salud me impulsaron a escribir este libro”.

“Cuentos para dormir a las estrellas” incluye 11 cuentos que nacieron con el espíritu de ser contados por los papás o las mamás a sus hijos, naturales o adoptivos, “porque éstos últimos son nuestros hijos, aunque no hayan nacido de nosotros”, abonó la autora a sus comentarios, hablando más con el corazón que con los labios, temblorosos por la emoción y el dolor.

En los breves textos, explica al bebé, que sí es su hijo aunque no lleve su sangre; que diga lo que diga el mundo fuera de casa, es su mamá o su papá; que aunque todos se paren de pestañas, dará la vida por él o ella aunque haya nacido en otro estado del país o en otro país. “Eres mío y te voy a defender y a amar incluso antes de que nazcas”, leerá el padre o la madre.

Pareciera que las historias giran alrededor de un pacto irrompible aunque no escrito: tú y yo somos padre e hijo, o madre e hijo, o padre e hija o madre e hija. Hay un vínculo de amor muy fuerte y no importa si nos tardamos nueve meses en que llegues a mí, o tres años o 15 años, porque también hay adolescentes que son adoptados. Eres mi hijo y así te voy a reconocer siempre.

“El corazón de mamá”, “El lugar de los afectos perdidos”, “Las promesas del corazón”, “La estrella más pequeña”, “El día llegó”, “La voz de mamá”, “El amor de mamá”, “Mi héroe”, “Jishita la cocodrilita”, “Gotas de lluvia”, y “El abrazo eterno” son los títulos de los cuentos. Eso es lo que se encuentra en el libro, eso es lo que Erika Argudín Yunes siente.

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