La danza debe ser interpretada en vivo, porque se nutre de la conexión emocional que se da entre los bailarines y los espectadores. De esto están plenamente convencidos los coreógrafos Isabel Beteta, Cecilia Lugo y Roberto Martínez; sin embargo, ahora han decidido participar en “el experimento” que implica bailar para que la obra sea transmitida de manera virtual y el público la vea en una pantalla.

Es otro concepto. Tienes que incorporar la cámara de una manera específica, muy planeada, para que capte no sólo el movimiento del cuerpo, sino las expresiones de los bailarines, los gestos más mínimos. Pero lo queremos hacer para reactivar el espacio escénico”, comenta Beteta, timonel de Nemian Danza Escénica.

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Son tiempos de excepción y adaptación. Nada suplirá la presencia del público. Ya no somos los mismos después del encierro, pero queremos recuperar el tiempo de manera responsable. Será una programación diferente, de solos, dúos y tríos. Hemos pensado en unas piezas, pero pueden cambiar”, afirma Lugo, directora de Contempodanza.

Se debe poner más atención en la calidad interpretativa de los bailarines para comunicar bien los detalles a través de la pantalla; es decir, ahondar en su mundo interno. Cuidar el manejo de luces y de la cámara. Ha florecido el enriquecimiento del lenguaje teatral, incluso el uso de la voz en ocasiones. Los intérpretes y el coreógrafo deben crear un contexto síquico para que puedan traspasar el confinamiento”, agrega Martínez, fundador de Sukha Danza.

El “experimento” será la edición 2020 de la temporada Danza x la Libre, con la que el Centro Cultural Los Talleres, ubicado Coyoacán, se reactivará en agosto como foro profesional para las compañías de esta disciplina con un formato de 18 funciones en vivo, no videos previamente grabados, que serán transmitidas en línea.

Además de las tres compañías mencionadas, estarán presentes Luna13 Danza, bajo la dirección de Roberta Grijalva, y el grupo de Olga Rodríguez.

En contraposición a la oferta masificada de videos gratuitos, explica Beteta, Los Talleres pondrá a la venta boletos electrónicos (50 pesos) que darán acceso a la plataforma donde se transmitirán las obras. Y, si la contingencia sanitaria lo permite, abrirá sus puertas para recibir un máximo de 20 espectadores (el 30 por ciento de su aforo) para disfrutar las funciones ‘desde butaca’. Estos boletos costarán 80 pesos.

La forma virtual de llegar al público representa fuertes retos, porque este nuevo ritual dejará temporalmente de lado el cruce de miradas que ocurre en el encuentro frente a frente entre creadores y su público. Pero a la vez, al ser una transmisión en vivo, el espacio y el tiempo serán irrepetibles, como en una función en el teatro”, añade.

Para Beteta, esta temporada puede representar también una “evaluación” de lo que a la gente le gusta, qué tanto prefiere una función en vivo o en video. “Las artes escénicas, como la danza y el teatro, están hechas para la vivencia directa, pues son un acto de comunión entre el espectador y el creador escénico. Es esta experiencia, la de la danza en directo, la que logra conmover profundamente. Este año pone a prueba el aprecio por ella y su experiencia física”.

OBRAS CORTAS

Según la primera propuesta, Nemian Danza Escénica estrenará Rara Avis, de Tonio Torres, que ofrece “una mirada al comportamiento de algunas aves”; y de Isabel Beteta, interpretará las piezas de repertorio El viaje del loco, Narciso y Eco y Calling me.

Contempodanza dará vida a dos obras de Cecilia Lugo, En la piel de mi memoria e HILDA 55, breve historia de un huracán. Sukha-Danza pondrá Luz y cenizas y Réquiem para Haydé. Luna13 Danza ofrecerá Ousía, un canto a la mujer; y Olga Rodríguez y Co. el montaje La peor de todas, inspirado en la vida de Sor Juana Inés de la Cruz.

El coreógrafo Roberto Martínez Alonso comenta que para crear sus obras parte de la premisa de que “el arte es un crisol que graba el interior del ser humano, toda sociedad necesita el arte para estar bien internamente, el arte te sana y no genera una adicción, es trascendental”.

Explica que Luz y cenizas es una pieza en la que participan tres bailarines y un elfo, y dura 17 minutos. “Es una manera poética de expresar el duelo ante el cierre de una relación amorosa o afectiva. Las bailarinas representan el estado interno del corazón. Y el elfo, un ser nocturno del bosque, es el intermediario para que el corazón entre a otro ciclo, a la calma del amanecer y al nuevo estado de conciencia”.

El también maestro de yoga detalla que Réquiem para Hay-dé, de unos 30 minutos, es una obra compleja que aborda la violencia de género y mujeres asesinadas o desaparecidas, fenómeno que se ha expandido en el mundo.

Es un homenaje a Haydé Alvarado Castillo, una alumna mía que desapareció al hacer una visita al Popocatépetl y su cadáver se encontró tras 12 días de búsqueda. Como artistas, buscamos ser el vínculo para que el espíritu o el alma descanse en paz y en equilibrio”, concluye.

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