DIVULGACIÓN HISTÓRICA
Por Omar Piña
Hay que ubicarse en el tiempo porfiriano y las primeras tres décadas del siglo XX. En aquel periodo, el material de lectura como los periódicos y libros fueron impresos para que se vendieran entre los sectores alfabetizados y las clases acomodadas. En todo caso, una vez adquiridos, el consumo de aquellos bienes culturales requería saber leer, y disponer de espacio y tiempo. Los sectores populares de la ciudad de México también establecieron nexos con la cultura escrita y su vehículo fueron corridos que se imprimían en hojas sueltas.
Aquellas hojas sueltas eran conocidas como “hojas volantes”. Existieron de diversos tamaños y por lo regular estaban impresas en una sola cara, incluían texto e imágenes. El papel era barato, de “chillantes colores y truculentas ilustraciones” (Cornejo, 2016:1611). Los corridos que allí se reproducían narraban los problemas y dificultades que enfrentaban las personas que pertenecían a los sectores populares que habitaban en la capital.
Por aquel entonces los habitantes de la ciudad de México comenzaron a expandirla, las élites se mudaron a nuevas colonias. El centro dio cobijo a residentes pobres, obreros y a los recién emigrados que provenían del entorno rural. El espacio central y en el oriente citadino se transformaron con la proliferación de vecindades. Tales sitios no fueron edificados para rentar, se trató de casonas y espacios modificados e intervenidos para albergar familias; entre más se pudiera, mejor.
Con esas vecindades porfirianas, la ciudad generó otros microcosmos sociales que no escaparon a la idealización socarrona que todo lo acomodó ni al comercio del material impreso. Los corridos que se vendían en las hojas sueltas mostraron una disolución entre las fronteras de lo público y lo privado. Los temas recurrentes fueron el precio de alquiler, estado de los inmuebles, sociabilidad y convivencia entre vecinos y las íntimas disputas familiares.
Una hoja suelta de 1916 permite constatar la sátira que se usaba para criticar costumbres y características de quienes habitaban las vecindades: “Enfrente del número ocho/ Viven unas catrincitas/ Que trabajan el bizcocho/ Pa llenarse las pancitas”. (Cornejo, 2016:1623). El elenco era cuantioso; el dueño de la vecindad fue el personaje más aborrecido, la portera era su aliada y ambos equivalían a una representación de las fuerzas del mal. También predominaron las comadres chismosas, los vínculos entre hombres y mujeres ―que iban desde coordenadas del amor cortés hasta la violencia sexual―, el enfrentamiento suegra/yerno y la desavenencia entre esposos.
Maldicientes en su mayoría, esas historias que circularon en forma de corridos fueron un éxito editorial. Las hojas volantes tuvieron una fase de producción y un mecanismo comercial. El impresor hacía de empresario: apostaba insumos, herramientas y personal; contrataba a escritores que no perseguían fama literaria pero que sabían emplear la sátira para componer historias y se arreglaba con un ilustrador. El dúo más famoso de la época lo conformaron el impresor Antonio Vanegas Arroyo y el grabador José Guadalupe Posada.
Impresa la hoja volante, la distribuía un trovador o cancionero. Por lo regular se ubicaba en tianguis y mercados, cantaba su versión del corrido y vendía las hojas. Hay que tomar en cuenta que tianguis y mercados se celebraban en todo el país y los tirajes por cada corrido iban de los 500 hasta los 6 mil ejemplares. Calculan que las imprentas capitalinas producían unas 250 mil hojas anuales para comercializar en el territorio nacional. Por supuesto que eran materiales accesibles.
Así se comercializaron y propagaron historias como “Ah qué chula eres Pachita”, “La pobreza reinante”, “Señora, su conejito ya no le gusta el zacate”, “Mañanitas de Laurito” etcétera. Si la historia suscitaba interés, la letra era pegajosa y la ilustración facilitaba comprender el mensaje… pues hasta Chepito Marihuano y sus ocurrencias ganaban la fama. Basta con decir que “Chepito” fue invención de José Guadalupe Posada y era una sátira.
Para mascar a fondo:
Cornejo, T. (2016). “Representaciones populares de la vida urbana: ciudad de México, 1890-1930”, Historia Mexicana, 65(4), 1601–1651. https://doi.org/10.24201/hm.v65i4.3242









