“Soy hijo de un policía de Atlanta, tengo dos primos que son policías y siento mucho respeto por ellos. Y no olvido que mi padre se tuviera que cambiar en un vestuario distinto porque los policías blancos no querían compartir el suyo con los negros”, dijo el rapero Killer Mike hade pocos días en una rueda de prensa para apaciguar a los suyos en su calidad de rapero de prestigio y activista político.  

Miembro de la banda de rap combativo Run the Jewels, junto al MC blanco El-P, célebre por su contundente denuncia contra el racismo y la desigualdad social en Estados Unidos, Killer Mike representa el compromiso político y la excelencia creativa que distingue a la nueva y exitosa hornada de artistas negros. En ese discurso, el más escuchado por la comunidad afroamericana estos días de protestas violentas en todo el país, dijo que al ver el cruel asesinato de George Floyd por un policía blanco en Minneapolis “quería quemar el mundo” pero urgió a que las manifestaciones se desarrollen de manera pacífica. Según Mike: “No es el momento de quemar casas por ira contra el enemigo. Debemos trazar un plan, tener una mentalidad estratégica, organizarnos y movilizarnos”.

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Los nueve minutos que recogen la espantosa muerte de George Floyd, un ciudadano negro que falleció aplastado por la rodilla de un policía mientras repetía el trágico y hoy famoso “I can’t breath” (“No puedo respirar”) se han convertido en la chispa que ha encendido los mayores disturbios públicos que ha vivido en Estados Unidos en los últimos cincuenta años. La brutalidad del vídeo está alborotando y conmocionado el país y removiendo conciencias en todo el mundo, pero el problema no es ni mucho menos nuevo como refleja, algunas veces de manera cruda y otras mediante metáforas más o menos evidentes, la música y el cine producidos en ese país por artistas de gran ambición que en la mayoría de casos no han superado los cuarenta años.

“Mi cabello parece un pañal, mi pene es grande, mi nariz es redonda y ancha / ¿Me odias, no? / Odias a mi gente, tu plan es terminar con mi cultura / Eres el maldito demonio y quiero que reconozcas que soy un mono orgulloso”, canta Kendrick Lamar, el rapero más importante del mundo, en The Blacker the Berry,  canción de su álbum To Pimp a Butterfly de 2015. El vídeo abunda en escenas de violencia policial contra la comunidad afroamericana, similar en número a la población española al ser unos 40 millones de personas.

El auge de la música urbana en Estados Unidos y en el resto del mundo ha corrido parejo a la aparición de una nueva generación de cineastas negros que están cambiando las reglas del juego en Hollywood. Cineastas de vanguardia como los oscarizados Barry Jenkins y Steve McQueen, el maestro del terror Jordan Peele o el actor, director y rapero Danny Glover dan voz desde las pantallas a una comunidad que hasta hace muy pocos años tenía muy limitado su papel en el cine al papel de sirviente con buen corazón (Lo que el viento se llevó) o al de héroe de acción con un punto gracioso como Will Smith.

El primero en despuntar en esta nueva hornada fue Steve McQueen, ganador del Oscar en 2013 por la sublime 12 años de esclavitud, donde reflejaba en toda su crudeza con un lenguaje cinematográfico innovador la barbarie de la época de la opresión en el sur de Estados Unidos que no terminó hasta la guerra de Secesión de 1861. Agudo observador del alma humana, McQueen también ha triunfado con Shame (2011), reflejo de un mundo amoral en el Nueva York contemporáneo, o el thriller Viudas (2018).

Los directores afroamericanos del siglo XXI han encontrado maneras originales de hacer llegar su denuncia sobre la situación racial. Brilla Jordan Peele, que con Déjame salir (2017), consigue al mismo tiempo una película terrorífica y sumamente atractiva para el gran público (fue un gran éxito de taquilla en todo el mundo) y una contundente denuncia de los prejuicios raciales que perviven en Estados Unidos. El protagonista es Chris (Daniel Kaluuya), un joven y talentoso fotógrafo emparejado con una chica blanca de una familia rica. El día que conoce a sus suegros todo parece transcurrir como si fuera un capítulo de una teleserie familiar en la que todos son felices hasta que descubre la trampa mortal en la que ha caído. Con Us, nueva incursión magistral en el cine de terror, el director reflexiona sobre el mito de Jekyll y Mister Hyde como fenómeno personal pero también social, en un país que convierte a los negros en la versión “negativa” de la perfección de los blancos, una idea que ya estaba presente en Déjame salir.

En esta última década, además de McQueen, otro cineasta afroamericano como Barry Jenkins ha ganado el Oscar a la mejor película con Moonlight (2016). Sensible y preciosista, en este filme autobiográfico Jenkins aborda el doble estigma que arrastra su joven protagonista, que sufre por su negritud en una sociedad racista pero también por su homosexualidad reprimida en una comunidad donde sigue siendo un gran tabú. Y el año pasado, otra película que aborda el tema racial fue la ganadora del Oscar a la mejor película. Se trata de Green Book, dirigida por Peter Farrelly, en la que narra la amistad entre un chófer racista (Viggo Mortensen) y un músico de jazz (Mahershala Ali).

La revolución de los cineastas negros no solo ha conquistado el corazón de los premios de Hollywood, también de su industria. La película de superhéroes Black Panther, dirigida por el afroamericano Ryan Coogle fue la más taquillera en todo el mundo en 2018 rompiendo el viejo prejuicio de que una película protagonizada casi por completo por actores “no blancos” no podía ser un gran éxito. Con una exitosa banda sonora de Kendrick Lamar, la superproducción reivindica las raíces africanas de la comunidad y crea un auténtico héroe afroamericano en la piel del actor Chadwick Boseman.

Viejo conocido, Spike Lee lleva desde los años 80 realizando algunas de las mejores películas de la historia del cine sobre la situación racial en Estados Unidos. Do the Right Thing (1989), la crónica de la degradación de un barrio de Nueva York en pleno verano donde estalla una revuelta racial se convirtió en un icono de la época. Con el célebre Fight the Power de Public Enemy como himno, Lee se convertiría a partir de entonces en el cineasta afroamericano más popular y visible. Autor de películas como Malcolm X (1992), Clockers (1995) o La última noche (2003), en su último filme estrenado en España, Infiltrado en el KKKlan, Lee nos propone un regreso a los turbulentos años 60, cuando en el sur del país campaba a sus anchas el Ku Klux Klan, para terminar su filme con una advertencia al mostrar imágenes del atentado mortal perpetrado en Charlottesville por supremacistas blancos en 2017.

La música afroamericana siempre ha brillado por su energía, innovación y altura artística, desde los tiempos en que Robert Johnson inventó el blues o Little Richard el rock, casi se puede decir que ha marcado el devenir de la propia música occidental. En los 60, en plena lucha por los derechos civiles con el auge de Martin Luther King, artistas como Nina Simone, Marvin Gaye o Sam Cooke alzaron su voz contra la segregación y la injusticia. En la última década, el vigor del hip hop y la música urbana, que ha pasado de ser minoritaria a estar en el mismo centro del mainstream desplazando al pop y al rock, ha dado un altavoz potente a la causa de los negros.

El rapero de Los Ángeles Kendrick Lamar, quien recuperó el jazz para el hip hop en To Pimp A Butterfly (204), considerado de manera unánime el disco más influyente del presente siglo, marcó un cambio de rumbo y es la figura más influyente. Tras unos años en los que los raperos (véase 50 Cent o Puff Daddy) hablaban en sus letras de su codicia y alardeaban de su nivel de vida, Lamar recuperó para el rap la crónica callejera en primera persona para narrar en sus canciones la brutalidad policial, la discriminación que sufren en el ámbito laboral o la pervivencia de los prejuicios sobre la comunidad afroamericana.

Con Los Ángeles como centro neurálgico, otros raperos como el colectivo Odd Future, del que surgirían nombres fundamentales como Tyler the Creator o Earl Sweatshirt, Vince Staples o el “sensible” Frank Ocean se convertirían en la nueva vanguardia. Sus letras nos acercan con crudeza al clima de miedo por los abusos y amenaza constante que se cierne sobre los afroamericanos. “Deangelo Lopez y Tyler Woods / Solo un par de los que se cargaron en el barrio / Supongo que los cerdos les volaron la cabeza por un bien mayor / Porque no les he visto nunca encerrar a un canalla”, canta Staples en Put Your hands in the Air (2014), canción en la que incluye un sample grabado por la propia policía de Los Ángeles. En Norf Norf (2015) narra la famosa “espiral de la pobreza” por la cual muchos negros entran en un ciclo interminable de victimización cuando entran por primera vez en la cárcel.

Paralelo al auge del hip hop, el r&b está viviendo también un momento de gran efervescencia que ha cambiado el pop para siempre. La figura más importante, sin duda, es Beyoncé Knowles, probablemente la estrella femenina más grande del mundo con permiso de Madonna, Lady Gaga y Katy Perry. Figura mainstream por antonomasia que canta los temas de Disney (ha realizado la banda sonora de la última versión de El rey León) y despacha millones de discos, la reflexión sobre la negritud y la protesta social también forman parte de su discurso.

Homecoming, disco lanzado el año pasado, recoge su gloriosa actuación en Coachella, donde fue la primera mujer afroamericana en ser cabeza de cartel. A lo largo de casi dos horas, recogidas en un documental homónimo estrenado en Netflix, Beyoncé homenajea a la música negra y su impacto y trascendencia en la historia de Estados Unidos. Nina Simone, Aretha Franklin, Maze, banda de soul de los 70, o el propio Malcolm X reciben un sentido tributo en un espectáculo épico en el que la artista reunió hasta un centenar de músicos y bailarines afroamericanos para dar un repaso a una tradición que forma parte de la misma esencia de Estados Unidos.

La reflexión profunda sobre la negritud llega de la mano de Solange, hermana de la propia Beyoncé, quien ha obtenido un enorme éxito de crítica y público con dos discos de soul, A Seat at the Table y When I Get Home, en los que aborda de manera directa el racismo en Estados Unidos. Su canción Almeda, incluida en el segundo, se ha convertido en un himno de las protestas raciales con su exaltación de la fortaleza de los afroamericanos: “La fe de los negros no puede ser lavada/ Ni siquiera en las aguas de Florida” recita Solange mientras en Mad (enfadada) ataca a quienes acusan a los negros de estar siempre “enfadados”: “Le dije a esta chica que estoy harta de explicarme / Colega, esta historia me está drenando / Ni siquiera me permiten estar enfadada”.

Desde el mainstream, Janelle Monae ha alcanzado un gran éxito de público gracias a los discos Electric Lady (2013) y Dirty Computer (2018) donde da nuevo brillo al r&b pero también al funk y el soul. Su canción Hell You Talmbout (2015) es uno de los himnos de las protestas raciales: “Hay una guerra en las calles/ De la que nadie habla/ Y ahora hay un chico tirado en la calle”, canta Monae. La lucha de los negros se solapa a la lucha feminista en estas artistas poderosas que en algunos casos convierten la reivindicación de su sexualidad en un canto de protesta. Como la explosiva Cardi B, reina “empoderada” que en su hit I Like It exalta su autoridad: “Me gusta hacer acrobacias en el aire, me gusta brillar/ Me gustan los contratos de un millón de dólares / Dónde está mi bolígrafo/ Soy yo la que firma”.

El soul feminista y reivindicativo se encarna en Jamilla Woods, poetisa y cantante que brilla en el álbum Legacy! Legacy! (2019) donde dice que “somos una preciosa creación / nuestra negritud no se puede imitar” o en otra canta que “mi bisabuela nació esclava / encontró la liberación antes de la tumba”. Y Brittany Howard es la gran vocalista de soul de la actualidad, al frente de la Alabama Shakes o en solitario. Su último disco, Jaime (2019) nos proporciona un desgarrador retrato de las dificultades de los afroamericanos. En Got Head recuerda cuando unos racistas quemaron su casa: “Mis héroes son blancos / ¿Por qué Dios tiene los ojos azules?”.

Importante no solo por la riqueza de su escena sino también por su gran impacto mundial, muy especialmente en España donde ha causado estragos, el trap nacido en Atlanta refleja el corazón de los guetos. Surgido como un género más lacónico y tristón que el hip hop convencional, con una clara influencia del dub jamaicano, uso extensivo del autotune, sintetizadores y hi hats (platillos de batería), el trap se convirtió en el vehículo idóneo para la crónica de la vida de los camellos, en la estela de Notorious B.I.G.

La propia palabra “trap” se refiere al nombre que se le da en argot a los lugares donde se comercia con droga. Aunque sus orígenes se pueden rastrear en los 90 ha vivido su momento de máximo esplendor esta última década gracias al éxito del colectivo Migos y el rapero Luli Uzi Vert sin olvidar otros grandes artistas como Future, 808 Mafia o Chief Kief. Quizá la canción más popular de la historia del trap es XO Tour LLif3, de Lil Uzi Vert, uno de los himnos más contundentes de la historia de la música afroamericana: “No me importa si lloras / Me dijo, baby, no tengo miedo de morir/ Todos mis amigos están muertos / Empújame al borde”, repite el rapero como una letanía.

De gran importancia por su faceta como músico de trap pero también como actor y director de cine, Donald Glover, ha reflejado el auge de esa escena musical en su serie Atlanta. Más conocido como Childish Gambino, es una figura muy popular en Estados Unidos que ha logrado combinar la altura artística con la contundencia a la hora de denunciar la situación de los negros en Estados Unidos.

Glover ha publicado discos de gran éxito comercial y aclamados por la crítica como Because the Internet (2013) o el recién aparecido 3.15.20 donde se muestra como un músico talentoso y vanguardista, rey del collage y el sample. Como actor y cineasta, en la citada Atlanta, una serie de diez capítulos ambientada en la escena del trap de esa ciudad sureña, él mismo interpreta a un treintañero que ha abandonado la universidad y sueña con enriquecerse gracias a su primo, estrella emergente del género. Con tono realista y agridulce, Glover refleja en la serie las dificultades de la comunidad afroamericana para mantenerse en la clase media y no caer en el precipicio de la marginalidad.

Importante no solo por la riqueza de su escena sino también por su gran impacto mundial, muy especialmente en España donde ha causado estragos, el trap nacido en Atlanta refleja el corazón de los guetos. Surgido como un género más lacónico y tristón que el hip hop convencional, con una clara influencia del dub jamaicano, uso extensivo del autotune, sintetizadores y hi hats (platillos de batería), el trap se convirtió en el vehículo idóneo para la crónica de la vida de los camellos, en la estela de Notorious B.I.G.

La propia palabra “trap” se refiere al nombre que se le da en argot a los lugares donde se comercia con droga. Aunque sus orígenes se pueden rastrear en los 90 ha vivido su momento de máximo esplendor esta última década gracias al éxito del colectivo Migos y el rapero Luli Uzi Vert sin olvidar otros grandes artistas como Future, 808 Mafia o Chief Kief. Quizá la canción más popular de la historia del trap es XO Tour LLif3, de Lil Uzi Vert, uno de los himnos más contundentes de la historia de la música afroamericana: “No me importa si lloras / Me dijo, baby, no tengo miedo de morir/ Todos mis amigos están muertos / Empújame al borde”, repite el rapero como una letanía.

De gran importancia por su faceta como músico de trap pero también como actor y director de cine, Donald Glover, ha reflejado el auge de esa escena musical en su serie Atlanta. Más conocido como Childish Gambino, es una figura muy popular en Estados Unidos que ha logrado combinar la altura artística con la contundencia a la hora de denunciar la situación de los negros en Estados Unidos.

Glover ha publicado discos de gran éxito comercial y aclamados por la crítica como Because the Internet (2013) o el recién aparecido 3.15.20 donde se muestra como un músico talentoso y vanguardista, rey del collage y el sample. Como actor y cineasta, en la citada Atlanta, una serie de diez capítulos ambientada en la escena del trap de esa ciudad sureña, él mismo interpreta a un treintañero que ha abandonado la universidad y sueña con enriquecerse gracias a su primo, estrella emergente del género. Con tono realista y agridulce, Glover refleja en la serie las dificultades de la comunidad afroamericana para mantenerse en la clase media y no caer en el precipicio de la marginalidad.

Una figura que ha ganado gran influencia en los últimos años es la del escritor y activista James Baldwin. Protagonista del documental I Am Not Your Negro, dirigido por Raoul Peck en 2016, el tono incendiario de Baldwin ha propiciado algunas de las frases más utilizadas por los partidarios de los derechos de los negros como aquella que dice que “cuando un hombre blanco lucha por su libertad se le llama héroe y cuando un negro hace lo mismo se le llama terrorista” o aquella de que “ser negro en este país y consciente significa vivir en un estado de perpetua rabia”.

El género documental nos proporciona otros títulos importantes para entender la situación de los negros en Estados Unidos. Me llamo Muhammad Ali (2019), de HBO, dirigido por el gran Antoine Fuqua, es un retrato del famoso boxeador y su trayectoria vital que va desde el campeón deportivo a su toma de conciencia de la situación racial en Estados Unidos. En Netflix, Enmienda XIII reflexiona sobre los altos niveles de encarcelación de la población afroamericana en un país en el que viven uno de cada cuatro prisioneros que hay en el mundo. Abogados, activistas, expertos en criminología y los propios presos hablan sobre el proceso de estigmatización de los afroamericanos como “criminales naturales”.

7 mejores películas recientes:

– 12 de años de esclavitud. Steve McQueen. (2013)

– Déjame salir. Jordan Peele. (2017)

– Moonlight. Barry Jenkins. (2016)

– Black Panther. Ryan Coogle (2017)

– Infiltrado en el KKKlan. Sipke Lee (2018)

– I Am Not Your Negro. Raoul Peck. (2016)

– Me llamo Muhammad Ali. Atoine Fuqua. (2019)

7 mejores discos recientes:

– Run the Jewels. RTJ 4 (2020)

– Childish Gambino. Awaken My Love! (2017)

– Kendrick Lamar. To Pimp a Butterfly. (2014)

– Vince Staples. Big Fish Tehory (2017)

– Lil Uzi Vert. Luv is Rage (2017)

– Tyler the Creator. Igor (2019)

– ASAP Rocky. At Long Last ASAP. (2015)

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