Las investigadoras Teresa Rojas Rabiela y Andrea Rodríguez Figueroa, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), respectivamente, lamentaron los daños causados en el complejo arqueológico prehispánico Tetzcotzinco, también conocido como Sistema Tetzcotzinco, y exigieron un castigo para los responsables de las afectaciones a través de una carta abierta.

Andrea Rodríguez, detalló a Excélsior que hoy sostendrán una reunión con Diego Prieto Hernández, titular del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), para abordar el tema, donde estarán acompañadas de otros expertos.

Te puede interesar: Replicarán tumba mixteca que se reveló tras sismo de 2017 en Oaxaca

En la misiva, cuya copia obtuvo este diario, exigen que la institución dirigida por Prieto Hernández, “responda por el virtual abandono de este monumento arqueológico, que durante años ha permanecido a la deriva y en constante deterioro, sin importar las consecuencias, y sin contar con un arqueólogo responsable de estas joyas de la humanidad”.

Exigimos al INAH-Estado de México que, como custodio directo del Sistema Tetzcotzinco y del mismo Caño Quebrado, responda por el virtual abandono de este monumento arqueológico, que durante años ha permanecido a la deriva y en constante deterioro, sin importar las consecuencias, y sin contar con un arqueólogo responsable de estas joyas de la humanidad en materia hidráulica”, señala el documento.

Y solicitan una respuesta pronta “ante esta atrocidad y que el complejo Tetzcotzinco-Cuauhyácatl sea protegido de manera inmediata, desde sus manantiales hasta la zona actualmente decretada como monumento arqueológico (Tetzcotzinco), ampliando esta cobertura a ambos sistemas”.

La misiva –que ha recibido el apoyo de investigadores como Benjamin D. Johnson, de la Universidad de Massachusetts; Patrick Lesbre, de la Universidad de Toulouse; y el historiador y bibliófilo Javier Eduardo Ramírez López– describe las afectaciones provocadas el pasado 15 de julio (Excélsior 17/07/2020) por personas desconocidas, que utilizaron maquinaria pesada para arrasar y desaparecer el cabezal sur del acueducto (caño), y dañar gravemente el canal hecho de argamasa y estuco, que iba por la parte superior para conducir el agua, por gravedad, y destruir una parte del terraplén por donde el caño o canal corría hacia el otro acueducto, el del Tetzcotzinco”.

Además, las investigadoras recordaron a Prieto que “estas estructuras son parte de un complejo arqueológico único en el mundo, no solamente por su antigüedad y complejidad, sino por tratarse de un acueducto monumental sin arcos, que se extiende por muchos kilómetros, (que) sirvió para dar de beber a numerosas poblaciones e irrigar grandes superficies agrícolas desde el pasado mesoamericano”.

Es más, “uno de estos acueductos sirvió para mover algunos de los primeros molinos de trigo y batanes de paños de la Nueva España, además de continuar surtiendo los canales para irrigar las terrazas y parcelas de la región texcocana”, concluyen.

Publicidad