Por Omar Piña

La antesala para finalizar el siglo XX mexicano tiene a 1994 como un año en que se suscita la fractura de los pactos sociales y políticos que habían mantenido al Partido Revolucionario Institucional como la organización que monopolizaba el poder en México. El sistema no se quebró. Pero si de cualquier manera el candidato que triunfó en los comicios de la sucesión presidencial correspondió al designado por el partido de Estado, su llegada a la jefatura federal se debió a una accidentada trama gubernamental. Puesto que el candidato oficial del PRI fue asesinado, Ernesto Zedillo tomó el relevo, contendió y ganó.

La situación carece de sencillez. Por una parte, hubo asesinatos de personajes coyunturales en la vida política nacional ―incluido el candidato Luis Donaldo Colosio― y por otra, se registró un levantamiento armado en el sur de México. Para el abogado y politólogo Germán Pérez Hernández del Castillo, 1994 es “un año político multidimensional en los que hubo procesos de tal magnitud desde el levantamiento armado en Chiapas hasta la sucesión presidencial que hicieron ver a las campañas políticas disminuidas e intrascendentes”.

Aquí se desarrollan sólo dos posibilidades para relatar un fragmento de lo que fue 1994: Chiapas y la sucesión presidencial. La situación armada en Chiapas con la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. El entramado de la sucesión presidencial. Ambas fueron las noticias predominantes que acapararon la cobertura mediática y por ende, la atención pública.

Para Hernández del Castillo, una relatoría política de 1994 debe iniciarse desde “el 1 de enero, día en que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, ese mismo día el Ejército Zapatista de Liberación Nacional le declaró la guerra al estado mexicano”. En cuanto a la situación de guerra, el filósofo en política detalló que el EZLN tenía una fuerza mediática pero no representaba una amenaza militar para el Estado mexicano. La situación provocó un debate sobre cómo se debía proceder. La primera postura fue aplicar un enfrentamiento armado y aniquilarlos, pues jurídicamente habían declarado la guerra al estado mexicano y su ejército. 

“Esa acción tendría la ventaja de una solución rápida. El presidente fue advertido que, de cesar el problema a través de una acción militar contundente, no sería recordado como el mandatario que logró introducir al país a la modernidad sino como el asesino de indígenas. Que lo mejor sería entablar un proceso de negociación” expuso el investigador.

Por otra parte, el destape de Luis Donaldo Colosio. Fue un proceso de tensiones porque al interior del PRI y en el círculo cercano al presidente de la república había posibilidad de fracturas al interior del equipo. Por tanto, la designación fue una decisión de Carlos Salinas. Colosio tenía una trayectoria académica como economista y en la vida política. Desde el inicio de la campaña, los discursos del candidato oficial retomaron principios de cambio en la gestión pública que habían sido omitidos durante los dos sexenios anteriores. 

El 6 de marzo de 1994, en el monumento a la Revolución: “Colosio rescata los valores revolucionarios como fuentes e idearios sociales. Retoma la vía de justicia/injusticia, movilidad/inmovilidad, democracia/autoritarismo; mediante ello, impulsa un liberalismo social que promovía la aplicación de la justicia, equidad y movilidad social, terminar con el autoritarismo y lograr la democratización del sistema político. Aquel discurso se convierte en un abierto enfrentamiento al presidente de parte de su candidato” dijo Pérez Hernández del Castillo.

Para mascar a fondo:

Academia Mexicana de la Historia (2024) “Las elecciones de 1994, a cargo de Gerardo Pérez”, 21 de octubre, <(64) Las elecciones de 1994; a cargo de Germán Pérez – YouTube>, consultado el 10 de octubre, 2025 (video).

Publicidad