Unos meses después de inaugurar el Festival de Venecia, la película “Comandante” ha sido la primera que se ha programado en la edición de este año de la Mostra de Cine Italiano de Barcelona, que arrancó ayer viernes. Su director, Edoardo De Angelis, ha hablado con EFE de este drama con un “poderoso” mensaje humanista.

De Angelis, que también ha escrito el guión junto a su amigo y escritor Sandro Veronesi, comenta que el filme está basado en una figura real, la del italiano Salvatore Todaro, un hombre, que en octubre de 1940, tras ser atacado el submarino Cappellini que comandaba, hundió el buque de guerra Kabalo, que había abierto fuego contra ellos en la oscuridad, pero después recogió a 26 supervivientes, desobedeciendo órdenes, y los llevó a tierra firme.

“La idea de que haya normas que nunca se dejaron de respetar en las guerras es algo que me interesa. Sin embargo, hoy se están infringiendo de forma sistemática y vemos continuamente crímenes de lesa humanidad. Los líderes mundiales actuales no vivieron el holocausto y juegan a la guerra como si fuera un videojuego”, reflexiona.

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“Comandante”, protagonizada por el conocido actor Pierfrancesco Favino, que da vida a Salvatore, quiere recordar al “partido que actualmente gobierna mi país, que se inspira en la ideología fascista, que hubo un hombre, bajo el fascismo, que tuvo la valentía de desobedecer, de recordar cuáles son las leyes eternas no escritas de la humanidad. Esto es lo que explico a mis hermanos y hermanas”.

A su juicio, Todaro, un siciliano “pequeñito, de 32 años, al final no le importó el poder de los fascistas y lo que decidió es cumplir una ley que está por encima de todo, que es la de cuidar a cualquier ser humano. Una ley del mar, que quien no la aplica es un maldito”, una ley no escrita que señala que “a los indefensos hay que salvarlos”.

De hecho, el proyecto de película empezó a tomar forma en 2018 cuando el entonces ministro del Interior italiano Matteo Salvini abogó por cerrar puertos para impedir la entrada de barcos con inmigrantes a bordo.

Entiende que la cinta “tendría que ser un mensaje claro y evidente para el gobierno italiano actual, el que lleva las riendas de mi país y que se mantiene sordo ante los gritos de dolor de quien fallece en el mar”.

Salvini, un caso de disociación

Justamente, en Venecia Salvini vio la película y, aunque no tuvo ninguna conversación con él, De Angelis sabe que dijo que estaba de acuerdo con lo que se narraba en el filme, con lo que “creo que estamos ante un caso más del llamado fenómeno de disociación”.

En cuanto al hecho de que en la película haya momentos muy dramáticos junto a otros más sensuales e incluso, en medio de la tragedia, situaciones que llevan al espectador a esbozar una sonrisa, De Angelis recuerda sus orígenes napolitanos, con lo que “no puedo prescindir del melodrama”.

“A mi lo que me fascina y conmueve, más que el cine u otras formas de arte, es siempre la vida. Y en la vida lo que hay es una mezcla de elementos sentimentales, paradojas y contrapuntos de emociones. El cine nos ayuda a poner en orden lo que es la violencia extrema, el amor incondicional, la traición, el abrazo generoso de un amigo o la capacidad de un grupo de hombres de sentirse unidos ante un tubérculo”, apunta.

Al final, “lo que más me gusta de las películas es cómo brilla en ellas la vida. Esos destellos que nunca desaparecen ni se apagan”.

Respecto a qué significa hoy ser italiano, el cineasta no duda en afirmar que “no significa absolutamente nada. Ser italiano es serlo en la medida en la que es serlo como un igual. Del mismo modo que cada origen, nación y nacionalidad tampoco puede suponer ninguna supremacía con respeto a ningún otro pueblo”.

En este sentido, De Angelis sostiene: “no pertenecemos a las naciones, son las naciones las que nos acogen, porque nosotros pertenecemos a una única gran especie que es la del ser humano”.

Preguntado sobre si hay censura actualmente en el cine italiano, el director, vehemente, indica que no y que tampoco “no lo consentiremos, no lo vamos a tolerar”.

Encantado con el trabajo junto a Veronesi y de la “muy profunda amistad” que existe entre ellos, deja caer que en un momento de su vida el novelista le envió unas cartas que le ayudaron mucho, “que nadie más conoce”.

“Con Sandro -agrega- hemos vivido algo mágico, algo que guardo para mi propia vida y mi profesión como un tesoro”.

La película, que llegará a las salas españolas el día 1 de marzo, ya la han podido ver en Italia algunos grupos de personas, disfrutando, especialmente, cuando en la platea hay niños y jóvenes, porque “me gusta mirarlos y ver en ellos un deseo de limpieza moral, un deseo de estar en el mundo, un mundo más justo, que, al final, ellos también están creando”. 

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