La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), rindieron homenaje póstumo al poeta, narrador, ensayista y promotor cultural Eduardo Lizalde, a casi tres meses de su fallecimiento, la noche de este jueves en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Como parte de la estrategia #VolverAVerte, en presencia de la directora general del Inbal, Lucina Jiménez López, y presentados por la subdirectora general de Bellas Artes, Laura Ramírez Rasgado, los poetas Jaime Labastida, Mario Bojórquez y el director musical Sergio Vela recordaron junto a familiares y amigos del autor de El tigre en la casa (1970) —quien falleció el pasado 25 de mayo, a los 92 años—, su destacado aporte multidisciplinario a la vida cultural de México.

Citando a la escritora Margo Glantz, tras la proyección de un par de videos en los que, de viva voz, Eduardo Lizalde y su hijo Eduardo Lizalde Farías, compartieron parte de la obra poética del ganador del Premio Xavier Villaurrutia 1970, Ramírez Rasgado se refirió al homenajeado como un autor que ha escrito libros fundamentales para la poesía en México.

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En medio de anécdotas, y con la presencia de Hilda Rivera, viuda del poeta, acompañada de su hijo Enrique Lizalde, así como músicos y miembros de la comunidad literaria, Jaime Labastida, ex director de la Academia Mexicana de la Lengua (AML), quien compartió una amistad con Lizalde por más de medio siglo, destacó la trayectoria poética del ganador del Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1974.

“Su trabajo fue cada vez más constante, sobre todo a partir del día en que escribió Cada cosa es Babel (1966), así se convirtió en uno de los poetas más altos de la lengua española. Con ese libro, publicado a los 37 años de edad, empezó, a mi juicio, la verdadera y audaz carrera poética de Lizalde”, sostuvo.

Recordó también que, de forma paralela al desencanto que Lizalde tuvo del movimiento comunista —del cual ambos fueron parte junto con el escritor José Revueltas—, la poesía de El tigre, como también se conoció al escritor y ex director de la Biblioteca de México José Vasconcelos, fue en ascenso.

“Qué paradoja: a la par de la corrosión interna, se desarrolló en Eduardo Lizalde una escritura precisa, fuerte, certera, que hizo de él uno de los poetas más necesarios en la lengua española contemporánea”, precisó al respecto.

Asimismo, Mario Bojórquez abundó en la importancia de la obra escrita por Lizalde, de quien se reconoció alumno, y destacó que vivir en tiempos del autor de La mala hora (1956) y Tablero de divagaciones (1999) es ser partícipes de un nuevo siglo de oro de la literatura latinoamericana.

“Recorrer este siglo de la mano de uno de sus grandes autores y entrever la profundidad de su obra en prosa o en verso, es la maravilla que habrá de dejar a sus lectores”, dijo.

El ganador del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2007 afirmó también que el legado poético de Eduardo Lizalde renovó el discurso amoroso en la poesía española. “Ha logrado inyectar la fiereza que proviene de la obra maestra, del vértigo que se abisma. Desesperado, furioso, colérico, conocedor de la potencia que la naturaleza ha dispuesto en su semilla, pero al mismo tiempo excedido por no lograr la perfección”, señaló el autor.

Finalmente, Sergio Vela profundizó en la parte musical de Eduardo Lizalde, a quien cariñosamente recordó con su voz imponente, de barítono, y de quien, afirmó, tuvo la dicha de recibir su parte humana y generosa.

Luego de referirse a Lizalde como un profundo amante de la ópera y un autor con una musicalidad inmensa en su prosa y su poesía, resaltó su labor como divulgador cultural a través de los medios de comunicación, mediante programas como Operamanía, conducido junto al escritor Ernesto de la Peña, de los cuales, dijo “son testimonio de la hondura de su pensamiento, de su formidable cultura enciclopédica y su vocación por transmitir el conocimiento”.

Sergio Vela recordó también la formación musical que Lizalde tuvo desde su infancia y posteriormente en la Escuela Superior de Música, y afirmó que, a partir de ella y de su profunda pasión por la ópera, El Tigre realizó una defensa de la cultura”, puntualizó.

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