Cerca de la localidad checa de Dolní Věstonice en Moravia se encuentra el yacimiento arqueológico del mismo nombre. Un lugar que, desde antes que comenzaran las excavaciones sistemáticas en 1924, ya había proporcionado a los investigadores abundantes materiales prehistóricos del período Gravetiense (que se desarrolló hace entre 27.000 y 20.000 años).

Unas 2.300 piezas de cerámica se han recuperado hasta ahora en el yacimiento, la mayoría representando animales como leones, rinocerontes o mamuts, y junto a ellas dos representaciones de mujeres.

La primera es la conocida como Venus Negra o Venus de Dolní Věstonice. Se encontró en una ladera entre huesos de mamut carbonizados, y sigue el esquema típico de las Venus paleolíticas asociadas a cultos de fecundidad, como la famosa encontrada en Willendorf. En 2004 una tomografía reveló en ella la huella de un niño que la pudo haber sostenido antes de ser cocida.

Pero la segunda es distinta. Conocida como la Venus XV, se trata del rostro de una mujer esculpido con herramientas de piedra en el marfil de un colmillo de mamut. Tiene unas dimensiones de 4,7 centímetros de altura por 2,1 de anchura y 1,9 de profundidad. La figura presenta el pelo recogido en una especie de moño, con una línea incisa que marca la parte superior de la frente. Las cejas se dibujan cuidadosamente sobre unos ojos excepcionalmente tallados, y unas nariz y boca perfectamente proporcionadas. Se aprecia una ligera deformación en uno de los lados de la cara. Fue encontrada en 1891. Por ello, durante mucho tiempo se la consideró una falsificación.

Sin embargo, análisis realizados por el Centro de Tecnología Espacial de la Universidad de Kansas dataron la pieza en 26.000 años AP (AP, antes del presente, técnicamente antes de 1950), eliminando todo rastro de dudas.

Ahora bien, la razón por la que se cree que esta pieza es el retrato de una mujer concreta, y por tanto la primera representación de un individual conocida hasta ahora, es que en las excavaciones de la década de 1920 se encontraron varios enterramientos.

Uno de ellos correspondía al esqueleto de una mujer enterrada bajo dos escápulas de mamut, señal de que debió ser alguien importante en la comunidad. En el momento de fallecer tenía unos 40 años, por lo que era ya prácticamente una anciana, habiendo vivido bastante más que la media de la época. Tanto los huesos como la tierra tenían ocre rojo, y cerca del cráneo se había colocado una punta de sílex. En una de las manos sujetaba el esqueleto de un zorro y sus dientes en la otra. Todo ello apunta a que se trataba de una chamán. Pero lo más sorprendente es que el lado izquierdo del craneo estaba deformado exactamente igual que la figurilla de marfil.

Por eso los expertos consideran posible que la figura sea un retrato de esta persona. En cuanto a la deformación, apuntan que probablemente se debió a una parálisis. En aquella época no era infrecuente la creencia de que las personas con discapacidades, mentales o físicas, unidas a su avanzada edad, poseyeran capacidades sobrenaturales.

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