Con una versátil y vasta obra traducida a más de 20 idiomas, la escritora española Elia Barceló podría seguir aferrada a la fórmula que la ha convertido en uno de los principales referentes de la ciencia ficción y de la novela negra, pero en lugar se decanta por recorrer mundo y acumular nuevas “experiencias enriquecedoras” en su “maleta interior”.

En medio de unos intensos días en el Sudeste Asiático, primero en Filipinas, luego Tailandia y Camboya, Barceló (Elda, Alicante, 1957) cuenta en una entrevista con EFE que en su estancia asiática le ha desvelado otro mundo que le ha permitido explorar “la otra mitad del planeta” y alejar la perspectiva eurocéntrica que rige la mentalidad occidental.

“Que no nos creamos que Europa es lo único que define el planeta, hay muchos más lugares. (Estar en Asia) es algo que me ha gustado mucho y aún estoy digiriendo todo lo que he visto y oído”, asegura la autora de “El color del silencio” y “Las largas sombras”, quien participó el pasado fin de semana en el Festival Internacional de Literatura de Bangkok..

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Barceló dice estar “maravillada” con la diversidad que ha experimentado en esta gran cita literaria, que ha reunido a más de 50 escritores de todo el globo -con especial énfasis en los autores asiáticos- y celebra su participación en un evento que ha roto paradigmas.

“Yo estoy acostumbrada a cosas totalmente centradas en Europa, o sea, la mayor parte de los festivales somos todos franceses, alemanes, ingleses, bastante presencia anglosajona, sobre todo estadounidenses”, dice la autora de “El efecto Frankenstein” (Edebé, 2019), por la cual fue galardonada con el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2020.

“Y de repente estás en un lugar donde hay 52 escritores que vienen de Singapur, de Malasia, de Vietnam, de Filipinas, de Indonesia, de la India. Gente que de otra manera no habrías conocido nunca” y que “es una manera fantástica de ir dando a conocer otros puntos de vista, otros temas, otras mentalidades”, completa.

Barceló destaca que, sin embargo, si hay una cosa que es universal, es la evidencia de que “las mujeres en todo el planeta tenemos básicamente los mismos problemas”, ya que simplemente por el hecho de nacer mujer “los machos de la especie humana consideran que están por encima de nosotras sin más explicación”.

Así, sus novelas cada vez más buscan dar el protagonismo a las mujeres, un proceso que al principio se dio de forma natural pero que se volvió cada vez más “consciente” a lo largo de sus más de tres décadas como escritora, sobre todo después de que se percató de que los personajes femeninos tienen vida útil en el universo de las artes.

“Para mi fue una epifanía, porque también en las novelas, así como en el cine o el teatro, todas las protagonistas tienen entre 20 y 40 años. En cuanto tengas 50, no existes”, dice la escritora, que acaba de publicar en España la novela “El síndrome Frankenstein”.

“Si una mujer de 50 años tiene unos 35 más por delante, ¿significa que no te va pasar nada en esos 35 años? ¿Ya no interesas para nada? ¿No vas a hacer planes, ni viajes, ni te vas a enamorar, ni te vas a pelear, ni vas a planear lo que sea, simplemente no te va a pasar nada?”, cuestiona.

En ese sentido, la autora, afincada desde hace más de dos décadas en Austria, celebra que las mujeres por fin empiezan a utilizar su voz para abordar “temas que para nosotras son muy importantes y que para los hombres tradicionalmente han sido folletinescos, estúpidos”, aunque reconoce el “alto precio” que ello conlleva: la soledad que acomete a muchas.

“Hay muchísimos hombres asustados del desarrollo de las mujeres, les da miedo. Cada vez es más frecuente que te digan que asustas, que eres demasiado, que eres muy intensa. Aún estamos luchando contra ese fantasma de que la mujer para poder ser amada debe ser amable y, para ser amable, tienes que servir”, remarca.

Esa dicotomía tan sintomática de nuestros tiempos es algo que “nadie vio venir”, ya que “no nos dábamos cuenta de que ese era el precio que nos iban a hacer pagar”, por lo que recuerda que hay “una larga lucha por delante”.

“Es una lucha de mentalidad, de convencer a los hombres de que no tienen por qué asustarse de que una mujer tenga su carrera y tenga sus ideas, sus prioridades, sus planes de futuro. Las cosas se pueden combinar y por eso hay que educar los chicos, sobre todo a los niños”, aboga.

No obstante, Barceló se muestra optimista con los progresos logrados en el último siglo y advierte de que ya no hay marcha atrás: “Hemos tardado mucho en conseguir lo que tenemos ahora y no podemos permitirnos dar pasos atrás”, sentencia, al criticar el “enorme interés por parte de los sectores ultraconservadores en volver a relegar a las mujeres” a un segundo plano.

“A ellos no les gusta que eso se está perdiendo, (mientras que) a las mujeres, como lo hemos sufrido históricamente durante miles de años, ahora que podemos rebelarnos, estamos encantadas de rebelarnos”, apuntilla entre risas. 

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