Baltazar Brito Guadarrama, director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH), trabaja en el estudio y la posible adquisición de un nuevo códice prehispánico del cual no se tenía noticia hasta el momento, que proviene de Iztapalapa y abarca del año 1324 al 1611.

Es un biombo en papel amate que mide cerca de seis metros de longitud y que, a diferencia del Códice Boturini, tiene color”, revela a Excélsior Brito Guadarrama, titular de la BNAH, que este año celebra su 135 aniversario.

Por ahora, la pieza permanece en la bóveda del Museo Nacional de Antropología, se le practican análisis biológicos, químicos y fotográficos para obtener mayor información y se explora su posible adquisición, ya que se convertiría en el tercer códice prehispánico que tendría la BNAH, sólo después de los códices Colombino y el Maya.

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De acuerdo con el experto, la colección de códices de la biblioteca se compone, en la actualidad, de 102 originales (dos prehispánicos y 100 virreinales) y de 98 copias históricas.

Estamos tratando de adquirir este códice del que no se tenía noticia, ya lo vimos, ya lo revisé y es un códice genuino del área de Iztapalapa”, apunta.

¿Es posible concretar la adquisición?, se le pregunta a Brito. “Como no tenemos recursos, hemos solicitado la ayuda de nuestro director (Diego Prieto), quien está buscando el apoyo para que nos hagan el favor de comprarlo y donarlo a la BNAH.

Ahorita lo tengo en la bóveda y le estamos haciendo estudios, porque para lograr algo así no basta con mi palabra, es necesario que especialistas en diversas áreas lo analicen y que no encuentren elementos para decir que el códice no es auténtico.

Ya vamos avanzados y esperaría que pronto demos la noticia. Quizá en un mes tengamos los análisis y en dos pudiésemos (adquirirlo)”, comenta.

¿Cuántos códices tienen registrados en total? “Los códices son un patrimonio muy importante del pueblo mexicano. No debe haber más de 550 a 600 códices en todo el mundo. En México tenemos casi 200 y, de éstos, debe haber una cantidad similar en los pueblos (indígenas), así como otros 100 en Francia, Inglaterra y Austria, que tiene prehispánicos, de la Mixteca o el Mendocino y, como sabemos, algunos se mandaron al rey o no llegaron a sus manos” por la piratería de la época, apunta.

¿No deberían estar todos los códices en México? “Si me preguntas como director de la BNAH, que tiene a su resguardo los códices, creo que el lugar donde debieran estar es en nuestro país, porque aquí están los pueblos que les dieron luz.

Además, propiciarían una relación importante en el ámbito de la identidad y la reconstrucción de memoria histórica. Desafortunadamente, en muchos casos, las sustracciones sucedieron desde el contacto mismo. Por ejemplo, Cortés mandó códices a Viena y uno de éstos podría ser el Vindobonensis”.

¿Entonces deberían volver a México? “Yo preferiría que estuvieran aquí, pero tendría que ser un motivo de convencimiento, también, y no de pelear por ellos, sino de llegar a un acuerdo amistoso con los países y las instituciones que los tienen.

Porque tal vez podemos compartir el que estén aquí y, en ese sentido, tenemos dos casos interesantes, el de la Cruz-Badiano y el Tonalamatl de Aubin.

Sin embargo, Brito Guadarrama acepta que actualmente hay un nuevo fenómeno en torno a los códices. “Sucede que los mismos pueblos indígenas están solicitando al gobierno mexicano que les ayude a buscar la repatriación de algunas piezas y, por supuesto, el Estado mexicano tiene que actuar, pero no como pleito, porque siempre he dicho que más vale un brindis que el humo de cien batallas”, acepta.

Un caso reciente, en este sentido, sucedió en la comunidad de Coixtlahuaca, que busca recuperar su códice, resguardado en Estados Unidos.

MÚLTIPLES ACERVOS

Brito Guadarrama explica que la BNAH —fundada en 1888, cuando Francisco del Paso nombró a José María de Ágreda y Sánchez como primer bibliotecario del acervo— no sólo resguarda códices, sino más de 600 mil libros y 69 colecciones, una hemeroteca histórica y fototeca, donde destaca un fondo conventual con 25 mil libros y joyas, como ocho incunables, documentación del segundo Imperio de Maximiliano y los diarios de Ignacio Manuel Altamirano.

Así como documentos de José María Morelos y Pavón, una copia del testamento de Alonso Bejarano (informante de Bernardino de Sahagún) y el documento de La Obediencia, considerado la fe de bautizo de la evangelización en América, que próximamente buscará su nominación como declaratoria como Memoria del Mundo, entre muchos otros.

“Yo preferiría que estuvieran aquí (los códices), pero tendría que ser un motivo de convencimiento, también, y no de pelear por ellos”, Baltazar Brito G, director de la BNAH

DOS PIEZAS RETORNARON A MÉXICO

Brito Guadarrama destaca la recuperación de dos códices en la historia de la BNAH.

La primera ocurrió en 1990, cuando el papa Juan Pablo II devolvió el Códice de la Cruz-Badiano, tras el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre México y el Vaticano.

Es un libro importante desde el punto de vista histórico, ya que es el tratado más importante de medicina prehispánica que existe”, comenta.

La segunda recuperación fue polémica y sucedió en 1982, cuando el abogado José Luis Castañeda sustrajo el Códice Tonalamatl de Aubin de la Biblioteca Nacional de Francia (BNF) y derivó en un conflicto internacional.

Ya hay un acuerdo amistoso, pero es difícil de contar, pero el documento se queda en México y ya está en la bóveda (del INAH), aunque cuando lo expusimos hace nueve años, tomamos en cuenta a la BNF.

¿Es incorrecto cómo salió? No, no es lo adecuado, pero desde que éste entró a México, el bien adquirió un estatus diferente desde el punto de vista jurídico”.

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