Autor: VIRGINIA BAUTISTA
“Estamos en un momento en que no conseguimos imaginar el futuro de nuestras sociedades”, afirma el escritor argentino Martín Caparrós (1957). “Más bien, le tememos al futuro, porque enfrentamos la amenaza de la catástrofe ecológica, de ciertos regímenes políticos o de la miseria; pero no logramos armar una idea apetecible de futuro”.
Ante esto, Caparrós decidió crear un futuro singular en Sinfín (Literatura Random House), su libro más reciente, en el que une sus dotes de novelista y cronista para dar vida a cómo será la humanidad en 2070, una distopía que orbita alrededor de la gran obsesión del hombre: la inmortalidad.
Imagine un mundo dominado por China, en el que el desarrollo científico y tecnológico permite ofrecer a todos, los que puedan pagar, el invento Tsian (Paraíso), una especie de inmortalidad virtual en la que la mente puede vivir para siempre en una computadora sin perder su identidad. A partir de esto, el narrador hurga en temas como la migración, la decadencia de las religiones y el cambio climático.
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“La historia de la civilización es la historia de la lucha contra ese proceso natural del envejecimiento y la muerte. Buena parte de las construcciones culturales que hemos hecho es pelear contra lo inevitable de ese proceso natural. Lo que trato de inventar en Sinfín es otra manera tecnológica, adaptada a estos tiempos, de pelear contra lo inevitable de la muerte.
“Pero tampoco es algo nuevo. Ya hay gente que está trabajando seriamente en soluciones como ésta, que parecen un poco delirantes; pero hay personas que se están gastando millones en conseguir soluciones de este tipo. Hay dos tendencias, la inversión para conservar el cuerpo, con trasplantes de órganos y terapias completas; y los que están estudiando traspasar nuestra mente a máquinas”, comenta en entrevista con Excélsior.
El cronista detalla que “la aportación de la novela es que estas mentes, una vez traspasadas a una máquina, no soportan interactuar con el mundo real y, por lo tanto, hay que aislarlas. Y a alguien se le ocurre armar un mundo de realidad virtual para cada una, como un paraíso a la medida para cada mente”.
Respecto a la fe, señala que en el mundo de Sinfín “hay una lucha entre las dos religiones monoteístas que quedan, pero al final se unen en contra de esas técnicas de vida después de la muerte, porque les están quitando el ‘mercado’”.
Aunque piensa que esta realidad puede pasar antes de lo que imaginamos. “En la pandemia se puede ver una pérdida muy fuerte del papel de lo religioso. Una peste de estas dimensiones siempre fue la ocasión para acercarse a la religión. Pero esta vez no sucedió así.
“El 6 de abril de 2020 se decretó el cierre de las iglesias. Dejamos de mirar a la religión para que nos salve y volteamos hacia la ciencia. Pero la ciencia no soporta la fe, es algo en lo que no podemos creer, porque es ensayo y error, es equivocación, es búsqueda. Lo contrario a la fe, que es una garantía absoluta”, dice.
El novelista añade que fijó el desarrollo de la historia en el año 2070, porque “quise una época en que mucha de la gente joven de ahora aún esté viva. No es un futuro tan lejano, es un tiempo que uno puede imaginar. Es una novela de sociedad-ficción”.
Dice que el humor y la ironía distinguen esta propuesta. “Me la pasé muy bien escribiendo Sinfín. Sobre todo, cuando narro cómo cada cliente empieza a modelar la forma en que vivirá eternamente, hacen sus pedidos en la realidad virtual, fue como inventar vidas eternas sobre encargo”.
Sobre qué pediría él para su vida eterna virtual, Caparrós asegura que no está seguro. “Hay un personaje que solicita una vida donde haya fallos, porque da la sensación de que estas vidas virtuales son demasiado perfectas, insoportables. Yo querría una vida que fallara un poco, para poder solucionar cosas, enfrentar los problemas y buscar soluciones”.
El también ensayista explica que decidió combinar la crónica y la ficción para romper estructuras. “La crónica suele ser lo que resulta de apropiarse de mecanismos narrativos de la ficción para contar una realidad. Y me propuse hacer lo contrario, apropiarme de los mecanismos narrativos para conocer la realidad y contar una ficción. Hago una crónica de lo que aún no sucede. Al contrario de la novela de no ficción, propongo una ficción de no novela. Darle la vuelta al mecanismo. Es la base literaria de Sinfín”.
Caparrós adelanta que acaba de terminar un libro que es un intento de contar y entender qué es América Latina. “Hace mucho que no miramos en qué se ha convertido la región. Es un intento laborioso de entender cómo es en este momento. Es un cruce de crónica y ensayo. E incluye crónicas sobre las grandes ciudades, que echan luz sobre varios problemas”.