El Museo Universitario de Arte Moderno (MUAC) ya se encontraba trabajando en una propuesta digital desde el año pasado, por lo que el confinamiento no los tomó por sorpresa, asegura en entrevista Cuauhtémoc Medina, curador en jefe del recinto. “Uno de los puntos que habíamos discutido fue la necesidad de cambiar el modelo de comunicación tradicional de las instituciones culturales, hacia lo que llamamos una política de producción de contenidos”.

Esto significó generar proyectos específicos para red que interactúen con el público. “Que no fuera únicamente llamar la atención y enmarcar lo que estábamos haciendo dentro del edificio; sino prolongar una relación de producción cultural en las redes”.

Cuando en febrero se hizo inminente la llegada de la pandemia a México, el equipo del MUAC sólo tuvo que adelantar un mes su proyecto digital. “La Sala 10 se presentó el mismo día que la universidad cerró físicamente: el 23 de marzo; lo pudimos hacer con esa velocidad porque ya estábamos expandiendo nuestra actividad de manera remota”.

Medina aclara que estas iniciativas digitales no serán temporales; la intención del MUAC es mantener las estructuras de manera permanente, pues le permitirán reinventarse por completo. Desde el punto de vista curatorial abrirá la posibilidad de cambiar de obra con cierta regularidad. “La Sala 10 presenta nuevo arte cada 15 días; quizá en algún momento pasemos a cada mes, porque ese era el plan inicial”.

Esto se aleja del proceso cotidiano de un museo donde las exposiciones tienden a prolongar su temporalidad. “El modo en que opera el público hace que convenga una muestra con duración de por lo menos cuatro meses, lapso en el cual la gente la activa; retirarlas antes ha sido algo que, en la práctica, ha mostrado muchos inconvenientes porque el público empieza a entusiasmarse cuando ya está por finalizar”.

Otra de las oportunidades curatoriales que permite la Sala 10 es mostrar a artistas que el museo ya exhibió. “Existe el implícito de que los museos no repitan a ciertos artistas que exhibieron con una temporalidad cercana; ahora podemos estar al día con algunos artistas y también tenemos la ventaja de poder mostrar el trabajo de artistas jóvenes”.

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Los medios no se sustituyen

Medina recuerda que la experiencia museística nació de una cultura calcada de la reverencia a las imágenes religiosas católicas, sin embargo, “la experiencia se ha ido transformando en una experiencia múltiple que incluye situaciones parecidas a las de la asamblea; se ha convertido en un ensamblaje de la experiencia directa y mediada por un aparato”.

Subraya que un error frecuente en muchos campos es pensar que los medios se sustituyen de manera automática. Señala que la evidencia histórica sugiere lo contrario y lo ejemplifica con Gutenberg y su imprenta: “Importantes manuscritos medievales se hicieron justo en el momento que apareció la imprenta”.

Menciona que es importante entender que el actual campo cultural goza de la superposición, suma y articulación de medios visuales y remotos; incluso las tecnologías hoy en día obsoletas pueden adquirir nueva vigencia si los artistas las incluyen en la condición estética. Medina vislumbra que el futuro de las organizaciones culturales dependerá de su capacidad de tener varios planos de comunicación, tanto físicos como virtuales, para poderse relacionar con un público ávido de nutrirse de diferentes formas y experiencias.

El curador anticipa que la siguiente actividad presentada en la Sala 10 será una colección de seis piezas. La intención es jugar con la situación de encierro como un contexto. “Estas seis obras no están unificadas temáticamente, sino encadenadas”.

Aunque son universos muy distintos, Medina explica que todas responden a la misma pregunta: ¿cuál es la relevancia de la producción artística en una situación al límite? Sin embargo, el curador aclara que una de las condiciones al hacer una exhibición es la imposibilidad de direccionar la relación del público con las obras. “La relación es tan generosa que está llena de comunicación silenciosa”. 

En el proceso curatorial se generan relaciones que no quedan plasmadas de manera explícita. “Suponemos que el público con una sensibilidad puesta a tono, las encontrará por sí mismo o las interpretará de otra manera”. Asegura que la riqueza de ver una exhibición y entenderla como una experiencia, se aleja por completo con la intención de seguir la indicación de un curador o un artista. “Son cosas completamente diferentes”.

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