Tras 11 años de planeación, investigaciones previas y consultas a más de 30 intelectuales mexicanos y extranjeros sobre los temas urgentes a abordar, el Museo Memoria y Tolerancia abrió sus puertas el 18 de octubre de 2010 con el fin de “crear conciencia y mostrar las terribles consecuencias del odio y la indiferencia”.

En su primera década de vida, el recinto ubicado en avenida Juárez 8, en el centro de la ciudad, ha recibido cinco millones de visitantes, ha impartido más de 4 mil talleres y cursos gratuitos que han beneficiado a 470 mil personas y ha generado un millón 500 mil becas para estudiantes en condición vulnerable.

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El museo se ha consolidado porque recibimos medio millón de jóvenes al año. Y lograr que las escuelas, los profesores y los alumnos lo vean como un espacio que complementa su formación, su educación en valores, es consolidar un proyecto. Muchas veces, el éxito se mide por cuánta gente va y no por quiénes y por qué van. Eso es lo que nos distingue”, afirma Sharon Zaga en entrevista con Excélsior.

La presidenta y cofundadora de esta iniciativa admite que ha sido difícil abordar temas como la violencia, la discriminación y el racismo. “Tratamos de no hacer un museo histórico, sino un museo humano; donde entendamos la capacidad que tienen hombres y mujeres, ante lo diferente, ante lo que nos genera miedo, de ser destructivos, de atacar al otro sólo por su color de piel o sus ideas.

Es un tema difícil; pero, a la vez, todos pasamos por ahí; sentimos que en algún momento hemos hecho estos actos, podemos decir he discriminado. La concientización no es de un día, es un trabajo constante”, agrega.

La emprendedora social destaca que no separan los derechos humanos de los actos de intolerancia, sino que presentan en las exposiciones un concepto integral.

Hemos tratado, a través de una experiencia atractiva, lúdica, de abordar estas temáticas desde un ángulo distinto. Uno de los retos fue remodelar la sala de Tolerancia y, de hecho, las diez originales. La gente venía, pero cuando les preguntaba afuera sobre algún tema, no lo habían comprendido. Así que escuchamos a las personas para definir nuestras curadurías”, indica.

La promotora dice que el mensaje para los jóvenes es que “tolerar es el único camino que tenemos para sobrevivir y nunca pensar que convivimos con iguales. Que seguimos combatiendo la diferencia, en lugar de aceptarla e integrarla. No sólo los genocidios son ejemplos de intolerancia, también las violaciones a los derechos humanos. Estamos en el camino a la destrucción al otro, de atacarlo, en el entorno laboral, escolar, familiar. Mejorar es una tarea de todos”.

Descarta que exista apatía política en las nuevas generaciones. “Creo que los mexicanos nos quejamos, pero no nos indignamos activamente, que es diferente. La queja es un mal que no sirve de nada. Compartir en las redes sociales no cambia nada.

Debemos pasar a la acción social, a no permitir lo que indigna. Si no entendemos que la sociedad la cambio yo, con acciones, no mejorará nada. El país no cambia por un político o un presidente, sino por la sociedad dispuesta a luchar. A México le falta mucho trabajo en ese sentido”, asegura.

UN ACERVO QUE CRECE

Zaga detalla que el Museo Memoria y Tolerancia posee una colección de más de 800 piezas originales, entre ellas un vagón de tren proveniente de Polonia, además de uniformes de campos de concentración, insignias, fotografías, textiles y documentos, que cada año crece.

Ya no buscamos más objetos; nuestra exposición permanente no lo necesita. Innovamos constantemente. Ahora tenemos un río de redes sociales activo, donde podemos ver qué comentarios apoyan la discriminación o los prejuicios en Twitter. Todo esto se convierte en un material de investigación muy rico; esto lo estamos recopilando en la sala de Tolerancia.

Y en la sala de Discriminación, por ejemplo, pusimos una encuesta para saber cuántas personas mayores de 60 años se han sentido discriminadas y por qué. Eso es único, la han respondido 250 mil personas. Y así se generan los proyectos de exposiciones”, explica.

Con más de 2 mil 800 metros cuadrados de exhibición, además de las áreas de Memoria y Tolerancia, el museo posee un espacio dirigido al público infantil llamado Isla MYT Sésamo, que se realizó en cooperación con Plaza Sésamo. Pero estos espacios están cerrados desde hace cuatro meses.

Ha sido duro estar cerrados y no tenemos certidumbre de cuándo podremos abrir sin arriesgar la salud del personal y los visitantes; pero no entiendo por qué hoy se puede ir a un centro comercial y no a un museo, cuál es la diferencia”, añade.

Mientras tanto, afinan la exposición sobre el cambio climático con la que festejarán su décimo aniversario. “Nos dimos cuenta que el 80 por ciento de los jóvenes que nos visitan quieren actuar sobre la destrucción que le estamos haciendo a nuestro hábitat”.

Y ofrecen además recorridos virtuales gratuitos, así como la posibilidad de adquirir por 20 pesos diversas conferencias en las que expertos hablan sobre tolerancia y diversidad, violencia y acoso escolar y violencia de género.

El recinto, que ha sido visitado por celebridades como el Dalai Lama, la artista conceptual Yoko Ono y el actor Richard Gere, entre otros, ofrecerá para su reapertura programas de venta anticipada 2×1, como la campaña “Promotores de paz”, y echará a andar la iniciativa “Memoria y Tolerancia en tu aula”, con la que llevarán conferencias a todos los niveles educativos.

Es una oferta cultural única, porque proporciona información valiosa”, concluye.

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