Lo veo detenido, lo arrastran y lo llevan hacia la comisaria, no va en silencio, se queja, grita y es sometido a la fuerza. Lo acusan de corrupción de menores, a empujones la policía de Neulengbach en Austria lo ingresa con insultos peyorativos “¡Asqueroso, licencioso, abusador!” Una ofensa peor que otra. ¿Los cargos? un supuesto secuestro de una menor, la visita frecuente de pre púberes a su estudio y más de cien dibujos que lo prueban.

Estamos en abril, se perciben pequeñas ráfagas de brisa fresca, el castillo en la montaña se eleva majestuoso recordando la gloria de una época pasada. Europa se perfila hacia la primera guerra mundial y 1912 es parte del caldo de cultivo que sumergerá en una vorágine de destrucción en los siguientes cuarenta años y que causara la muerte de unos sesenta millones de vidas.

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El preso tiene apenas veintidós años. Esta vez me hubiera gustado venir acompañada, poder observar a través de los ojos de otros es de una riqueza enorme, me da información de cosas que no puedo ver y puedo entrar en esa dinámica de encuentros y desencuentros sobre un mismo hecho. Qué fácil es perder cosas que no estas buscando, así la mirada del otro complementa esos espacios.

Entro corriendo a la comisaria, voy viendo mis zapatos, los moños de seda son hermosos, se perfila una moda mucho mas cómoda y para alguien que odia la ropa apretada es un respiro. “He aquí al fundador del Expresionismo Austriaco,” me digo con un gran respiro. Me siento en una banca, realmente no hay espera, la sentencia es promulgada con la fuerza de un martillo, el juez con su peluca blanca espeta tres semanas en custodia yordena la quema de un dibujo de una muchacha vestida de medio cuerpo que estaba en su estudio y que ha sido llevado como prueba. Me muevo en la silla, quisiera agarrar la obra y salvarla, me parece dolorosa la ignorancia de esta cerrazón inaudita.

Pero también debo entender que estamos en una época donde los valores morales todavía tienen una fuerza enraizada en la cultura y el escandalo lo impulsa la pecaminosa locura de dibujar desnudos en posiciones obscenas. Suficiente para considerar a su obra comopornográfica y para rematar su amante, una hermosa mujer de nombre Wally Neuzil tiene apenas diecisiete años.

Durante veinticuatro días que dura el encierro, camino las calles llenas de edificios hermosos, todo esta salpicado de la grandeza de Viena que esta a unos cuantos kilómetros. He dedicado muchas horas a contemplar los trazos angulosos del trabajo de Shieler, las perfecciones de las formas, las desgarradoras posiciones de los cuerpos desnudos, mostrando expresiones de una intensidad perturbada; cuerpos retorcidos desbordando una cruda sexualidad, rechazando las convenciones típicas sobre la belleza. Me asombra la maravilla de como introduce la fealdad y la emoción exagerada en cada brochazo. Sus modelos femeninas en poses ensortijadas, incómodas expresando la fragilidad de la vida. Me envuelve un sentimiento de tensión y expectación que se vuelve inevitable, me lleva pensar que son mujeres cansadas y con deseos suicidas. El color y las líneas en tensión van usando el arte para expresar lo que lleva por dentro, va rompiendo, rasgando los lienzos con toda la fuerza que encuentra para denunciar, para abrir caminos dejando los estereotipos rígidos de las grandes escuelas. El como muchos de su tiempo estudió arte en la Universidad de Künste en Viena, pero el abandono las aulas al sentirse oprimido por el estilo conservador. Las series de autorretratos de su desnudez son parte de su legado, tema central de su trabajo. “Verse a uno mismo permite entender lo que pasa en la mente” decía y me parece que es así, existe esta miseria psíquica que discapacita a las personas en creer en si mismas, cuando no se ha pasado un tiempo en el arte de conocerse a uno mismo, de ir moldeando la argamasa, la materia de la que uno esta hecho.

Estoy en el tiempo donde Freud y su visión sobre la sexualidad causan revuelo, un furor exacerbado por la misma polaridad de repudio y rechazo.

Durante mi estadía, me albergo en un bread & breakfast de cama mullida. Las cortinas de hilos bordados tapan las montañas de verde esperanza, escucho a lo lejos los cencerros de las vacas y borregos al amanecer. Me llama la atención las miradas con pocas sonrisas de sus habitantes, las mujeres caminando siempre acompañadas y es cuando me doy cuenta que una mujer sola no es bien vista y quizá por eso tanta seriedad. Las campanas llaman a misa de las siete de la mañana, a las dos y a las seis de la tarde. Un café y un croissant lleno de mantilla para desayunar y esta sensación de que el tiempo corre lento me apasiona.

Camino por las vías del tren, voy llenando mi mente de imágenes del lugar de nacimiento de Egon, donde su padre era jefe de estación. Imagino al niño obsesivo pintando cientos de trenes y veo la mirada de frustración y rabia del padre mientras los rompe, al ver que no iba seguir sus pasos. Catorce años tenia Egon cunado murió su padre y a muchos les pareció que esta muerte marco su vida. Gertie su hermana fue su primera modelo, el contaba con dieciséis y ella apenas una niña de doce, la llevó a Trieste donde la dibujaba desnuda. Melanie su otra hermana decía que su hermano tenia una tendencia hacia la promiscuidad y que estaba relacionada con una obsesión hacia la muerte y la melancolía.

Llega el día de la liberación de mi sujeto, salgo temprano oliendo a lavanda, entonces el juez lo declara culpable y lo manda ahora si a la cárcel por tres días, y aquel dibujo que se había llevado como prueba es quemado frente a todos y se me retuerce el estomago.

Van desapareciendo bajo el fuego los trazos, la ruptura de paradigmas que dieron un salto cuántico a la expresión artística. Se desvanece el desnudo duro y agudo con líneas cortantes e incisivas. El cuadro se va volviendo cenizas en la profundidad psicológica una figura extremadamente delgada con una pose que parece antinatural, los ojos desorbitados y manos deformes retorciéndose de dolor o de lujuria. Y por detrás, ahí donde apenas se logra ver, hay este retrato que también habla de la angustiosa soledad.

Para mi, esta es la cúspide de mi visita, esta escena marca el principio del fin de una época, donde el arte iba encontrando el camino hacia el movimiento, dejando la rigidez, soltándose las formas establecidas e incursionando en formas de expresión distintas. Y esta la tensión de no querer permitirlo, de ahogar y frenar lo inevitable; lo demás es historia. Dejo el espacio y termino el escrito. Regreso feliz, quería verlo en ese momento cúspide de su vida, abrazar el espacio y perderme en sus trazos.

Por no dejar incompleta su corta vida retomo los sucesos después del encierro, ahora hay un Schiele sometido por fuera, con miedo a regresar a la cárcel, acata las reglas, aparentemente deja a Wally, decide casarse con Edith Harms, joven vienesa clase media. Según sus palabras “un matrimonio ventajoso para mi. ” Socialmente ya tiene esposa, ahora puede libremente expresarse en sus lienzos, pero no le queda alternativa mas que partir después de la boda al llamado del servicio militar activo, es llevado a Praga donde su nueva acompañante lo sigue. Pero ya se ha ido haciendo de un nombre, sus exposiciones tienen algunos éxitos en Zúrich, Praga y Desdre. Todo esto se lo debe a Gustav Klimt un encuentro en 1907 lo vuelve su mentor.

Aun mientras esta llevando a prisioneros rusos, encuentra una fuente de inspiración para muchos de sus dibujos. Pero no dejo de ser un mujeriego insaciable, alguna vez afirmo que 180 mujeres habían pasado por su estudio en tan solo ocho meses, incluyendo a la hermana de su esposa a quien dibujo en mas de una ocasión.

Entonces llega 1918, la gripe española arrebata la vida de mas de veinte millones y con ellos a Schiele con apenas veintiocho años y a su esposa embarazada. Dejo tras de si unas trescientas cuarenta obras, dos mil ochocientos dibujos y acuarelas. También poemas y experimentos fotográficos.

Por Claudia Gómez

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