En un día primaveral de 1974, Erno Rubik, un profesor de arquitectura y diseño en Hungría, tuvo la idea de unir pequeños cubos de madera en su habitación llena de papeles y cordeles. Poco imaginaba que este invento se convertiría en un fenómeno mundial.

Erno Rubik, ahora de 79 años, sigue sorprendiéndose por la increíble trayectoria de su creación. En entrevista, Rubik compartió que el cubo es como su “hijo prodigio”: es “agotador” seguir su rastro y su “gloria” ha eclipsado a su propio creador.

Rubik era un simple profesor sin la ambición de dejar una marca en el mundo. Su curiosidad y su interés por los rompecabezas y los desafíos geométricos lo llevaron a crear el cubo. Después de elaborar numerosos prototipos y pasar días tratando de resolver el juego, registró la patente en 1975. Dos años después, el “Cubo Mágico” de 3x3x3, que luego tomaría su nombre, llegó a las jugueterías de la Hungría comunista antes de conquistar Estados Unidos.

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Desde su creación, se han vendido más de 500 millones de cubos Rubik, sin contar las falsificaciones. A pesar de la era digital, el cubo sigue siendo popular, especialmente entre las nuevas generaciones que han forjado un fuerte vínculo con él. “En el mundo digital, olvidamos cómo usar nuestras manos, nuestras primeras herramientas”, afirma Rubik. El cubo nos devuelve “a las maravillas del mundo real”.

El cubo de Rubik fascina por la cantidad de soluciones posibles: 43 quintillones. Resolverlo puede llevar “cientos, miles de años”, según Rubik, quien también destaca el “aspecto emocional” de resolver esta “obra de arte que se ama o se detesta”.

A lo largo de las décadas, el cubo de Rubik se ha convertido en un símbolo de complejidad. Ha aparecido en unas mil 500 portadas de revistas y se ha utilizado para ilustrar problemas geopolíticos y enredos electorales. También ha sido protagonista de numerosas competiciones, algunas tan insólitas como resolverlo en un salto de paracaídas o a ciegas.

El cubo es una herramienta educativa utilizada desde las guarderías hasta las universidades y también en residencias para ancianos y para ayudar a personas autistas, como Max Park, quien ostenta el récord mundial de rapidez para resolver el cubo en 3,13 segundos.

En su medio siglo de vida, el cubo ha permitido a Erno Rubik vivir de forma independiente y sin problemas financieros. Ha inspirado a artistas y ha creado un sentimiento de logro en quienes lo resuelven. “He recibido tantos agradecimientos. El cubo ha creado matrimonios y muchas otras cosas”, asegura Rubik, quien sigue disfrutando de ver la alegría en los rostros de quienes resuelven su creación.

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