El historiador e hispanista estadounidense Stanley G. Payne considera que actualmente la palabra “fascismo” se emplea con tanta profusión que ha terminado siendo “un significante vacío”, una expresión carente de contenido.

En entrevista con Efe con ocasión de la reedición de Franco y José Antonio: El extraño caso del fascismo español (Espasa), una de las obras más conocidas de su amplia producción historiográfica y cuya primera edición vio la luz hace más de 25 años, Payne afirma que en el contexto actual la voz “fascismo” es “lo que los lingüistas llaman un significante vacío que puede implicar cualquier cosa. Lo único claro es que quien la emplea desaprueba lo que denuncia, pero eso es algo que tampoco nos dice nada. En todo caso, la ignorancia es el valor supremo”, de tal modo que “se puede decir” que el que emplea la palabra “fascismo” lo suele hacer con un criterio basado eminentemente en “la ignorancia y la pura irresponsabilidad”.

Más vacío de contenido es, a juicio de Payne, el concepto “extrema derecha”, que “no es una categoría analítica sino un término politico-retórico en la jerga actual”, empleado más bien con una finalidad “de propaganda y que se aplica a cualquier cosa a la derecha del centro o centro-izquierda”. Empleado el término “extrema derecha” en ese contexto banalizado, “nada tiene que ver con el fascismo”, pues “muchas veces los que aplican el término son los que demuestran un talante más fascista”, afirma Payne (Denton, Texas, 1934), cuya obra Falange: Historia del fascismo español (publicada hace casi 60 años en la mítica editorial Ruedo Ibérico) se considera uno de los textos de referencia sobre el tema.

Para esta reedición de Franco y José Antonio, Payne ha escrito un prólogo lleno de referencias de actualidad y que se podría decir que constituye la visión global del historiador sobre el presente desde el pasado y con la mirada puesta en el futuro.

“Nos encontramos ante un auge global del autoritarismo político, con distintas y múltiples formas de despotismo en diferentes regiones”, señala Payne en el prólogo. “Es verdad que a escala global el autoritarismo avanza, y que en algunos países occidentales, empezando por Estados Unidos, la democracia está en crisis, pero en Occidente no existe un peligro fascista, precisamente por la ausencia de fascistas. En España hay menos fascismo en 2024 que en 1935. No es que sea débil, es que no existe. En cambio, el trauma reciente de la gran epidemia de la Covid-19 demuestra lo fácil que es introducir un totalitarismo suave, que es una tentación inherente a la civilización actual”.

En otro momento de la entrevista con Efe, Payne sostiene que “la democracia —si se quiere llamar liberal y constitucional— casi siempre está en peligro, porque las condiciones para soportarla no existen en muchos países y son difíciles de mantener en cualquier caso”. En este sentido, el hispanista y catedrático emérito de Historia de la Universidad estadounidense de Wisconsin-Madison se refiere a dos personajes de plena relevancia en nuestros días, el expresidente de EEUU y candidato republicano en las elecciones del próximo 5 de noviembre, Donald Trump, y el líder ruso, Vladimir Putin.

Según Payne, “Donald Trump es un populista muy nacionalista, más de derechas que de izquierdas, pero su eclecticismo y confusionismo son tales que es casi imposible de definir. En su mandato propugnó el federalismo y el gobierno limitado, el revés del autoritarismo, pero es tan confuso que casi parece más latinoamericano que norteamericano, lo cual resulta muy irónico, dada su calificación peyorativa de aquéllos”. A su vez, “Putin es un autoritario muy asesino y violento que funciona como un dictador de derechas, invocando la tradición y la religión. En la práctica mantiene un Estado mafioso, muy lejos del totalitarismo soviético, y de ahí su debilidad militar. No tiene una ideología fascista, sino una semejante a la del zar Nicolás I (1796-1855) y es un dictador fracasado”.

Por ello, Payne hace una advertencia precisa en el prólogo de su libro: “Incluso con la ausencia de fascistas , la táctica fascista —no el fascismo en sí— representa una amenaza evidente”.

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