Esa es una de las preguntas que más circulan en el mundo futbolístico francés en caso de que el PSG y la estrella gala lleven su encarnizado pulso hasta las últimas consecuencias.

Mientras ni el club ni el jugador han hecho declaraciones desde que Mbappé fuese descartado este viernes para viajar a la gira asiática por negarse a renovar hasta 2025, las interrogaciones sobre el futuro de uno de los mejores futbolistas del mundo son muchas.

¿Acabará Mbappé claudicando y accionará la cláusula de renovación? ¿O será el presidente Nasser Al-Khelaifi el que se resigne a perderlo en 2024? ¿Y si el jugador decide quedarse en la 2023-2024 sin prolongar su contrato, se arriesga a estar un curso sin jugar?

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Esta última pregunta es que la que ha generado más revuelo. Según la prensa francesa, el genio de Bondy se mantendrá firme en la idea de quedarse hasta junio del próximo año, aunque difícilmente le ven asumiendo el coste de no jugar en un año, 2024, en el que hay Eurocopa y Juegos Olímpicos en su París natal.

El club, por su parte, tampoco ha dado signos de ceder un milímetro. Después de haber invertido centenas de millones de euros en el jugador -lo fichó en 2017 por 180 procedente del Mónaco y le ofreció en la última renovación de 2022 un salario de unos 70 millones anuales-, Al-Khelaifi ha dicho basta.

El dirigente catarí está convencido de que el futbolista de Bondy tiene ya un acuerdo para recalar el próximo año en el Real Madrid.

Dejarlo en París con el resto de los descartes ha sido, quizá, la decisión más firme adoptada por el catarí, quien ha ido endureciendo su “management” (gestión) en los últimos tiempos (llegó a sancionar al argentino Leo Messi la pasada primavera) tras ser sido acusado de complacencia con sus estrellas.

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