La economía mexicana experimentará una expansión de 3.2% en el 2023 y de 2.5% para el 2024, con lo que acumulará un crecimiento promedio de 1.1% en el lapso de 2019 a 2024, porcentaje que lo ubica entre los países de menor crecimiento en la región de América Latina y el Caribe.

Los niveles de crecimiento de México son similares a los de Barbados y Bolivia para el mismo lapso, de acuerdo con estimaciones del Banco Mundial (BM) en su “Informe económico para América Latina y el Caribe”.

El ranking de crecimiento en esos seis años es liderado por la República Cooperativa de Guyana, que de 2020 a 2024 vivió el “boom” de la explotación petrolera y lo llevó a alcanzar un promedio de crecimiento de 38.8% en ese lapso, luego de caracterizarse históricamente por ser uno de los países de menor crecimiento en la región.

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Para el lapso de 2019 a 2024, el Banco Mundial estimó que Guyana tendrá un crecimiento anual promedio de 33.3%. En el fondo de la tabla se ubicaron Haití y Surinam, con -1.6% y -1.7%, cada uno.

A pesar del aumento observado el último año de las inversiones extranjeras directas (IED) en Argentina y Brasil, hay poca evidencia reciente que demuestre que la región esté aprovechando el reordenamiento de las cadenas de valor mundiales.

En los últimos cinco años, incluso México experimentó aumentos menores en los flujos de IED, a pesar de su obvia proximidad con Estados Unidos, señala el documento del Banco Mundial. 

Destaca que a pesar del hecho de que los salarios ahora son competitivos en relación con China y otros destinos, existen otros factores en Latinoamérica y el Caribe (impuestos, costo del capital, bajo nivel educativo de la mano de obra, malas políticas de infraestructura e inestabilidad social) que reducen el atractivo de la región como destino para el “nearshoring”.

De acuerdo con el organismo financiero internacional, luego de la pandemia, Latinoamérica y el Caribe enfrenta los mismos desafíos para la recuperación económica, una deuda elevada persistente y las presiones inflacionarias resultantes de una variedad de factores que afectan a muchas regiones del mundo. Del lado monetario, los bancos centrales en la región aplicaron aumentos acelerados y agresivos en las tasas de interés, a menudo entre seis meses y un año antes que la mayoría de los países avanzados, a fin de anclar las expectativas inflacionarias.

Si bien el PIB de América Latina y el Caribe se encuentra por encima de su nivel prepandémico, se prevé que en los próximos años experimente un crecimiento más débil que el resto de las regiones.

Mientras que el PIB de la región es 11% superior al de 2019, este es 30% mayor en Asia Oriental y Meridional, y 15% más elevado en una Europa Oriental afectada por la guerra.

Las elevadas tasas de interés a nivel mundial exacerbaron el servicio de la deuda adicional contraída durante la crisis, al tiempo que redujeron el margen de maniobra de los gobiernos para el manejo de las finanzas públicas.

No obstante, el Banco Mundial, con cierto optimismo, anticipa que hay luz al final del túnel a medida que la inflación retrocede. Por lo pronto, algunos países de la región están recortando las tasas y otros podrían seguir su ejemplo.

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