El empleo informal en México crece a mayor velocidad que el formal y se incrementó en casi un millón de personas en el segundo trimestre del 2022, respecto al mismo período del año pasado, de acuerdo con el informe más reciente del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). 

En términos relativos, la población ocupada en la economía subterránea aumentó 3.17% entre abril y junio del presente año, comparado con el mismo lapso del 2021, según el reporte del organismo gubernamental. 

La población ocupada en todas las modalidades de empleo en la economía subterránea ascendió a 32 millones, que representan el 55.75% de la fuerza laboral, mientras que la que cuenta con un empleo formal representa el 44.25%, es decir, 11.5% menos. 

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El trabajo doméstico remunerado fue el que mayor crecimiento anual registró con 5.11%, para llegar a 2.15 millones de personas, seguido del trabajo en el gobierno e instituciones (4.63%, 7.59 millones de personas) y el trabajo “informal” (sobre todo comercio callejero), que aumentó 4.25% (16.47 millones de personas en total). 

En menor medida, también hubo aumentos en el sector de quienes se ocupan por cuenta propia en la agricultura de subsistencia o en fábricas o comercios donde no se les otorga ningún beneficio social como servicios médicos o bonos anuales o vacaciones pagadas. 

La Tasa de Desocupación bajó en el segundo trimestre del año 0.27%, para llegar a 3.26% de la Población Económicamente Activa (PEA), la menor desde fines de 2018. 

Se trata de la séptima disminución trimestral al hilo, aunque expertos cuestionan la forma de medir el desempleo, que no incluye por ejemplo a quienes dejaron de buscar trabajo después de determinado tiempo porque no pudieron hallarlo. 

De acuerdo con los especialistas, el crecimiento de la informalidad laboral pone en evidencia que la recuperación económica del país después de la pandemia de Covid-19, que hizo caer el producto interno bruto hasta 8.5% en 2021, el nivel más bajo en casi 90 años, se basa en el empleo en la economía subterránea. 

El gobierno ha presumido que está creando cada vez más empleos, como sucedió en el mes de marzo pasado, cuando se generaron medio millón, pero la cifra es cuestionable porque la mayoría fueron informales, con “jornadas excesivas de trabajo” y una notable precariedad laboral, dicen los especialistas.

Por ejemplo, en el primer trimestre del año, la formalidad perdió 404, 778 plazas y la informalidad sumó a 971,282 personas. 

El gobierno también ha presumido que el salario mínimo, que asciende a 5,255 pesos mensuales (unos 263 dólares) creció 70% en los tres últimos años y medio, desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador asumió su encargo, pero solo se aplica a un pequeño universo de trabajadores.

El salario promedio, según el INEGI, asciende a 7,380 pesos (unos 370 dólares por mes), que de todas formas es el más bajo entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). 

En enero pasado, López Obrador anunció un aumento del 22% a los salarios mínimos, pero estos representan todavía casi de la mitad del ingreso garantizado por ley en Ecuador, la nación con este tipo de estipendio más alto en América Latina (425 dólares por mes), según Statista. 

Además, está todavía por abajo del mismo ingreso mínimo en Chile (411 dólares) y Panamá (326 dólares) y sólo por encima de Colombia (244 dólares).

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Las estimaciones, sin embargo, se basan en valores nominales, es decir, no están ajustadas en función del poder de compra en cada economía, por lo que las comparaciones suelen no ser justas, pero de todos modos dan una idea de los contrastes entre naciones de la misma región.

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