Al periodista Antonio Flores Cancela

El 3 de mayo es la fecha que la ONU dedica a la celebración del Día Mundial de la Libertad de Prensa. Es el mismo día en que los mexicanos celebran a la Santa Cruz y a los esforzados y alegres albañiles. El INEGI nos ha informado que la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo de este año determinó que existen casi 44 mil 500 periodistas en todo México. Es una cifra extraña que parece incompleta.

Tal vez desde que se inventaron los periódicos en el siglo XVIII en Inglaterra, las personas relacionadas con esa actividad, comúnmente denominadas como periodistas, han estado poniendo su vida en riesgo. Solo por dar cuatro ejemplos continentales de esos peligros y de la lucha por la libertad de prensa y por la libertad de expresión, dos asuntos que son bien diferentes, daremos en esta ocasión cuatro casos muy conocidos en nuestro país: Francisco Zarco y Manuel Buendía en México; Richard Nixon y su defenestración en Estados Unidos por el escándalo Watergate y, por último, la valiente y sacrificada lucha de directivos y reporteros de El Espectador en Colombia, durante los días de poder y excesos del narcotraficante Pablo Escobar.

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Los tiempos presentes son especialmente difíciles para aquellos que se dedican al periodismo y a la defensa de los derechos humanos en el mundo entero. Pareciera que estamos en una época en que los gobernantes, sean de la ideología que sean, no quieren contrapesos políticos, sociales o periodísticos que minen su poderío, su imagen y su autoridad. En varios países, los actuales responsables de la política han considerado como inoportuna y molesta, la participación y el impacto de los medios de comunicación en la sociedad. 

En Estados Unidos, en México, en España o en Colombia; en América, Asia, Oceanía, África o Europa, se viven momentos en los que ser periodista o reportero implica sinsabores, rechazos, inconvenientes y hasta empobrecimiento e inseguridad en bienes y en integridad física. En México y en Veracruz ha habido destrucción de bienes y secuestros, desapariciones, asesinatos y encarcelamientos de personalidades relacionadas con los medios de comunicación. Eventos lesivos o mortales ocasionados por gobiernos, por líderes o por delincuentes.

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Los tiempos modernos del periodismo no son los más boyantes y esperanzadores. En el gobierno de Veracruz, como en el federal, se insiste en pauperizar o desaparecer definitivamente a todos aquellos medios que no acatan designios, censuras o intenciones de subordinación. Reducción de presupuestos para comunicación social, aparición de periódicos digitales sin reporteros, incremento de difusión mediante redes sociales, son las constantes utilizadas que enfrentan los medios de comunicación que no se dejan avasallar.

La sociedad en su conjunto tendrá que evaluar si desea la desaparición de los medios tradicionales y si quiere que toda comunicación oficial sea a través de Facebook y su mediatización superficial, masificadora y desintegradora de criterios independientes y visiones objetivas. 

Mientras eso no ocurra, medios de comunicación formales como Palabras Claras, continuarán prestando el servicio social de la comunicación dirigida a la población en general, como el baluarte de expresión libre que ha sido desde su fundación hace casi 27 años. Leales a la amistad y recíprocos a la animadversión.

Es grato recordarles que Palabras Claras se ha posicionado en el escenario nacional como uno de los 100 medios más importantes y seguidos del país, junto a los principales periódicos mexicanos, las televisoras de mayor penetración y los noticieros radiofónicos más escuchados en México.

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