A un año de haber iniciado lo que el mandatario nacional llama la Cuarta Transformación de la República, las encuestas del pueblo sabio, las de López Obrador y las de las principales casas especializadas en estudios demoscópicos, insisten en que dos terceras partes de la población mexicana aprueban al gobierno morenista y a sus resultados. Sin embargo, en la persistente lucha del régimen por convencer a todos, su personaje principal y sus estrategias mueven a evocar uno de los pasajes literarios más interesantes de la obra de Miguel de Cervantes Saavedra.

Buscando el palacio de Dulcinea en la oscuridad de la noche junto a Sancho, el Quijote de la Mancha advierte un bulto grande y sombra que le hace pensar que ha llegado al deseado sitio. Habiendo andado como doscientos pasos más, dio con tal bulto y vio una gran torre, comprobando que no era el alcázar, sino la iglesia principal del pueblo donde creía que estaba su amada. Y dijo: ‘Con la iglesia hemos dado, Sancho’.

Con la Iglesia -aquí sí con mayúscula- ha topado la cuarta transformación. Y ha topado con la Iglesia Católica, la que observa con minuciosidad y asombro los pasos que dan los gobiernos, el federal y el estatal, por lo que en diversas ocasiones ha manifestado sus preocupaciones, sus puntos de vista y sus críticas a los resultados o a las maneras de conducirse.

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En el comunicado de la arquidiócesis de Xalapa ayer domingo, su vocero hace referencia a la mega manifestación convocada para ese día en la capital del país, haciendo referencia también al tiempo del Adviento que dura cuatro semanas, y que prepara la llegada del Señor. En ese acostumbrado mensaje semanal termina señalando:

‘En la realidad que se está viviendo, hay momentos como de naufragio y oscuridad, violencia e inseguridad, pobreza extrema, mala calidad en los servicios de salud, escasez de medicinas, crisis económica y social, vías de comunicación destrozada y áreas públicas abandonadas, la vida presente está caracterizada por la incertidumbre que provoca desconfianza, criticas amargas, desencantos, dudas, escepticismo, especulaciones, mentiras, agresiones y desánimos.’

Expresiones duras de una institución religiosa y poderosa. Pero desoyendo e ignorando las voces críticas, en ese afán de destruir y enterrar oposiciones y agrandar su militancia, la 4T convocó al gran mitin nacional en la Ciudad de México este domingo. 

Desde luego, el gobierno de Cuitláhuac García no limitó esfuerzos ni entusiasmo para hacerse presente y mostrar músculo junto a su líder. Como se adelantó en Palabras Claras desde el viernes pasado, significativos contingentes de burócratas fueron ‘invitados’ a acompañar ‘voluntariamente’ al ejecutivo federal al Zócalo de la Ciudad de México, pero eso sí, ‘aportando cada quien su cuota de gastos y el pago de su gorra’ que, desde luego, incluyó el nombre del gobernante veracruzano junto al del mandatario morenista, para hacer posible y visible la participación jarocha en el multitudinario AMLOFEST del medio día.

Un espectáculo circense aderezado con hora y media discursiva del presidente López Obrador. Ahí se escucharon las cansinas frases de siempre y que hay una ‘nueva Constitución’ para terminar pidiendo un año más de paciencia para consolidar la cuarta transformación.

Seguro que a su vuelta, los expedicionarios jarochos comentarán a sus cercanos y familiares si en la capital del país vieron al convincente político de la campaña permanente, si vieron al mesías bolivariano que muchos han criticado o si por lo contrario vieron al hombre de estado sereno, equilibrado y contento con los medianos logros conseguidos en su gestión del primer año.

La 4T está de fiesta. Mientras tanto, la sociedad vive la nueva trastornación mexicana.

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