Los mexicanos apoyan que el ejecutivo federal haga viajes internacionales, si estos son para fortalecer la posición y el desarrollo del país. Nadie deseó que el trato del mandatario estadounidense lesionara o menospreciara la investidura presidencial de López Obrador. Tampoco quiere tratos oscuros en los temas de la política, de la economía o de las relaciones con los demás países del orbe.

La nación busca las mejores condiciones respecto al tratado de libre comercio, renegociado en estos años. También pretende un mejor acuerdo en lo relacionado con el combate al narcotráfico, y en los temas más recientes, conseguir una fructífera colaboración para enfrentar la pandemia del Covid-19, que está causando graves estragos a las dos naciones.

Después de los honores rendidos a Abraham Lincoln y Benito Juárez ayer en Washington, los presidentes tuvieron una reunión privada y una junta de trabajo con colaboradores. Por la noche tendrían una cena con un selecto grupo de empresarios de ambos países. Este fue el contenido de la agenda común.

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La secretaria mexicana de economía ha señalado que desde 1994 el valor de las exportaciones a Norteamérica se incrementó un 536%, pasando de 53, 138 millones, en ese año, a 338,226 millones de dólares en 2017. Esa es la relevancia del T-MEC y la clave de la gira andresiana a Estados Unidos.

Los temas que se pondrían sobre la mesa en la cena con los dueños del capital, tienen que ver con el riesgo de amenazas proteccionistas que pudiera tratar de imponer Trump, como serían mayores aranceles al acero y al aluminio; peticiones de vigilar rigurosamente el valor de contenido regional (que pasó de 62.5 a 75%) en la producción de vehículos; el incremento a 16 dólares por hora a los trabajadores de las fábricas de automóviles, ya aceptado; la solicitud de autorización de productos de biotecnología agropecuaria y hasta la exigencia de un nuevo sistema de justicia laboral.

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Desde temprano se observó la cordialidad del anfitrión y de su hija Ivana con López Obrador. A su regreso, AMLO habrá de informar a sus gobernados el trato recibido y los acuerdos asumidos con el presidente Trump, así como sus percepciones o resultados en la reunión binacional con los empresarios.

Al final de cuentas entre Estados Unidos y México, la de ayer fue una reunión de blindaje recíproco, como ya se dijo. Estrictamente político, para Trump, en plena campaña por la reelección, y totalmente económico para López Obrador, quien cruza un vendaval que puede hacerlo trastabillar, por lo que busca mejorar la relación estratégica con su colega del norte. 

Al concluir las reuniones en la Casa Blanca, hubo los consabidos discursos y firma de acuerdos. Trump habló de la lucha contra el coronavirus y de sus oportunos apoyos en respiradores, reconociendo públicamente los grandes lazos construidos con López Obrador. 

El presidente mexicano se mostró satisfecho y un tanto obsecuente con el mandatario estadounidense. En la parte final de su discurso, le reconoció de esta manera: “Usted no ha pretendido tratarnos como una colonia. Por el contrario, ha honrado nuestra condición de nación independiente. Gracias por brindarnos respeto y comprensión.”

En días venideros, los medios de comunicación internacionales -que detestan ambos políticos- darán su versión de lo acontecido tras bambalinas en las oficinas de Trump y en la cita con los empresarios, en esta primera gira del mexicano a Estados Unidos (la única al extranjero). Fue una fugaz visita al mundo capitalista y globalizado que tanto critica AMLO, un presidente que se califica como liberal y progresista, pero que navega como si estuviera agobiado por fantasmas y herrumbrosas anclas de épocas pasadas. 

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