Lo que está sucediendo en su propio país y en naciones gobernadas por líderes como Donald Trump o Nicolás Maduro, engaña su entendimiento y parece convencer a Andrés Manuel López Obrador de que está en lo correcto y que debe seguir haciendo caso a su estilo, a su criterio y a sus decisiones, aunque parezcan unipersonales o dictatoriales y disgusten a sus asociados, militantes o admiradores.

En esos tres liderazgos nacionales, López Obrador ha observado condiciones que le resultan gratas: una, el hecho de que, a final de cuentas y de críticas, utilizando el color y las razones que sean, las cosas se han hecho como esos líderes han querido. La otra, lo estratégico que ha sido para él como sempiterno aspirante presidencial, apoderarse de los medios de comunicación, en los tiempos y en los modos que él ha querido. Poco le ha importado el tema de la democracia, bandera enarbolada tantas veces, pero siempre, conforme a sus intereses.

Particularmente este año, las encuestas, la opinión de especialistas y la conversación pública, lo llevaron al cénit político rumbo a la presidencia de la república. Sin embargo, y como ya sucedió en dos ocasiones, la ceguera y la soberbia lo están devolviendo a una realidad repleta de nubarrones y decepciones. Su caso, por trillado y recurrente, recuerda a Sísifo, el mitológico rey obligado eternamente a empujar una piedra cuesta arriba en la montaña, y que al momento de llegar a la cima, a punto de ver el sol del otro lado, empezaba a rodar con todo y roca hacia abajo.

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Este fin de semana aparecieron los primeros nubarrones que anuncian cataclismo. El primero, la micro encuesta (mil doscientas personas) realizada de viernes a domingo para elegir al que será candidato morenista al gobierno de la Ciudad de México en 2018. Los indicios de que algo anda mal en Andrés Manuel, es su empecinamiento, alejado de la democracia que él gusta exigir a otros.

Resulta que MORENA dará a conocer los resultados hasta el jueves. Todo parece indicar que, inspirado en el eclipse de este lunes, el tabasqueño ocupará cuatro días en deshojar la margarita entre Ricardo Monreal y los otros tres aspirantes de esa encuesta amañada y oscura, haciéndose un hermoso y placentero dedazo al estilo priista.

El otro caso que le debiera ser preocupante, es la evidente molestia de Dante Delgado respecto a las palabras y manipulaciones acostumbradas por el peje. En entrevista concedida el día de ayer a El Universal, Dante habla de que Movimiento Ciudadano (MC) puede ir solo, pero también desliza que él mismo puede ser candidato a la presidencia, o bien, otro personaje con presencia académica y desde una perspectiva ciudadana. Un aviso directo, que puede estar buscando respuesta.

Lo que debe preguntarse Andrés Manuel, es la fuerza y crecimiento que puede tener un eje formado por Dante Delgado, Ricardo Monreal y Enrique Alfaro, el candidato de MC con amplias posibilidades al gobierno de Jalisco. Cuántos votos pueden alejarse de MORENA y tomar su propio rumbo, en esa entidad federativa y en las de Puebla, Zacatecas, Veracruz y la Ciudad de México, principalmente.

Estas actitudes de boicot, que construye inconscientemente López Obrador en su contra, le anuncian fortalezas de otros, que a él disminuyen. Otro ejemplo con alta dosis de peligro es el caso de Mancera y su aspiración presidencial dentro del PRD.

Manotazo, dedo, onanismo y enanismo vestido de monarquía, no anuncian nada bueno al dirigente de MORENA.

Sísifo lo empieza a mirar compadecido.

 

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