Lo ocurrido el martes por la noche en el Congreso estatal, debería avergonzar a la clase gobernante y a los políticos que parecen no recordar que existe una Constitución Política del Estado de Veracruz. Por increíble que sea, mucho de lo malo que sucede en esta entidad, ha tenido que ver con las autoridades que deben o debieran velar por la justicia y el cumplimiento de la Ley.

Pero esto no es nuevo; pareciera que se ha vuelto costumbre y que la moda es mostrar anormalidades y desconocimiento del orden jurídico.

El primero de febrero del año pasado, Palabras Claras lo narró en su editorial FISCALES Y ANOMALÍAS. Entre diversos aspectos, ese día se dijo lo siguiente:

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“Mala suerte ha tenido en Veracruz la pomposa Fiscalía General del Estado, una institución creada para investigar los delitos y poder llevar a prisión a los acusados por cometer crímenes contra la sociedad.

“Hasta el 30 de noviembre anterior, la sociedad y los medios de comunicación nos habíamos pasado un buen rato hablando de las peripecias del payaso fisculín, aquel que se ostentó como el primer fiscal de Veracruz, y a quien le regalaron primero un helicóptero enlodado y más tarde una cortés invitación para retirarse del cargo.”

“Ya en esta administración de gobierno, a partir de diciembre iniciamos la etapa en que un habilitado e inexperto fiscal insiste en recordarnos a Cepillín, el payaso de los niños.

Por lo que está ocurriendo en Veracruz, los términos fiscalía y anomalía parecieran ir de la mano. También lo hacen pensar las aseveraciones de diversos abogados porteños, en el sentido de que Jorge Winckler, aunque es brillante para muchas cosas, no tiene las tablas necesarias para ese puesto, otorgado a la manera imperial.”

“Lo anterior sugiere que debe hacerse algo para dar credibilidad a esa instancia procuradora de justicia. De no hacerlo, se puede pensar que los casos publicitados sobre denuncias y el manejo irregular de los asuntos de la Fiscalía General del Estado, son aspectos que forman parte de un circo para el entretenimiento de los veracruzanos, para que estos se olviden de promesas de castigo a los culpables y de resultados de gobierno.”

Desafortunadamente, esas expresiones y razonamientos han sido como gritos en el desierto. ¿O será que los que toman las decisiones, están actuando de manera anormal, sin medir consecuencias y sin pensar en el gran estado que es Veracruz?

Los medios de comunicación, los académicos e intelectuales, y hasta diferentes grupos sociales, han coincidido en criticar la enlodada forma en que un grupo de mediocres legisladores, incumplieron con la Ley para designar al que pretende ser el primer Fiscal Anticorrupción en Veracruz.

Las maneras y las necesidades evidentes que llevaron a esa pésima designación -desde el punto de vista de las formas utilizadas- debiera hacernos pensar en que esa noche se pisoteó y escupió a la Constitución local, haciendo corriente burla de las instituciones y de la sociedad veracruzanas.

La historia juzgará al gobernador Yunes, al Fiscal Winckler y a los irresponsables diputados que se prestaron a semejante faramalla.

La escuelita yunista del congreso, volvió a rendir sus frutos. Los bailadores de siempre, los caciques malandrines, las damas del mantel y los eternos comerciantes de las curules, volvieron a ensuciar sus ropas en aras de la complacencia y la ilegalidad.

Inusitado respaldo a tal pifia, la que mostró Emiliano López Cruz, un priista papanteco que sabe mucho de campesinos, de liderazgo y de producción agropecuaria, pero que esta vez resbaló en el lodazal y manchó sus alas de la manera más escandalosa. Dicen que cuando votó sin saber el tamaño del error cometido, impulsado por quien sabe qué motivos, se abanicó la cara con el viejo sombrero que acostumbra llevar en la cabeza. Pero esta vez fue chamaqueado. Ningún incentivo paga ese descrédito.

Esa noche, las señoras y señores “legisladores”, cenaron un platillo envenenado. Ya pagarán las consecuencias.

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