Este 30 de noviembre el ingeniero Cuitláhuac García Jiménez cumplió cuatro años al frente del gobierno del estado de Veracruz. El día 15 se presentó a la legislatura el documento del cuarto informe y, a partir de ese momento, los secretarios de despacho han estado acudiendo a las comparecencias de ley. 

El propio gobernador será quien concluya en el Congreso del Estado la glosa del informe, a mediados de diciembre. Y como no hubo nada qué presumir como logro del año, decidió hacer un evento de Informe en la ciudad de Pánuco, lo más lejos de la capital del estado y llevando miles de acarreados.

Han sido cuatro años en que la sociedad percibe escasos resultados de esta administración, casi siempre justificados por Cuitláhuac argumentando culpas de otros tiempos, otros estilos y otros gobernantes. 

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En las comparecencias correspondientes, los funcionarios cuitlahuistas han contestado los cuestionamientos que han hecho los diputados y han tratado de resolver las dudas planteadas. Sus respuestas en muchos casos sólo sirven para confirmar la apreciación social de la ineficacia de este gobierno. Los ejemplos surgen mientras avanza la glosa del informe.

El secretario de finanzas y planeación dio una autocomplaciente información, señalando que la deuda del estado asciende a 74,159 millones de pesos, lo que al hacer comparaciones, indica que el estado sigue sumergido en la deuda con los bancos, y que ha sido muy poco lo que ha cambiado la situación respecto a los números que dejó Javier Duarte de Ochoa.  

Respecto a la Secretaría de Seguridad Pública, y a pesar del aumento presupuestal del 16.7% en estos años, la incidencia delictiva sigue siendo alta y los datos reales los dan insistentemente los medios de comunicación y las redes sociales que demuestran el pésimo manejo de la dependencia, que originó la destitución del extitular regiomontano que salió por la puerta de atrás no hace mucho. 

Como muestra del desastre en la seguridad pública en Veracruz, ahí están los feminicidios constantes, los secuestros que se ocultan, los cobros de piso, los “incendios” frecuentes a propiedades y negocios y, de manera preocupante, la desaparición del dirigente social Francisco Fernández Morales “El Potro” (con más de un mes sin datos sobre su paradero).

Del rollero y matraquero señor que inventaron como secretario de desarrollo social, basta con escuchar sus dichos y aseveraciones engañosas sobre “reducción de pobreza”, que nadie cree y que constantemente las estadísticas oficiales echan abajo. El secretario cuenta que están haciendo miles de acciones sociales en lugares a los que “nunca se iba antes”. ¿Cómo acabar con la pobreza sin hacer nada? 

Pero el cinismo de los cuitlahuistas lo lidera el patético secretario de turismo que inventó en su informe el cuento árabe de que este año a Veracruz llegaron 10 millones de turistas, dejando una derrama económica de 18 mil millones de pesos, datos desmesurados que por sí solos caen en los estériles terrenos de la estulticia. Y faltan varios secretarios por comparecer y desgranar sus datos.

Por si faltaban historias sin fundamento ni credibilidad, la fantasía decembrina y navideña es fortalecida por el ensueño manifestado por el flamante senador xalapeño Ernesto Pérez Astorga, que vino a decirnos que esta administración tiene un récord de obras y que Cuitláhuac pasará a la historia como uno de los mejores gobernadores. Este fue sin duda el mejor preámbulo publicitario para escuchar la última cábula jarocha de la temporada, en voz del presidente de la república la semana pasada en Veracruz, quien señaló que aquí tenemos al gobernador más honesto -van trece o catorce veces que AMLO lo repite ufano- y “lo que necesitaba Veracruz”.

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