El persistente deterioro de caminos y las promesas no cumplidas es lo que más recuerdan los veracruzanos sobre la red carretera del estado. En la tercera década del siglo XXI la población no cuenta con las vías de comunicación modernas, en una entidad federativa que ocupa los primeros lugares nacionales por sus recursos naturales y su producción agropecuaria e industrial. 

Es increíble que un estado que se alarga por sus cerca de 750 kilómetros de costa, ni siquiera cuente con una autopista concluida y en buenas condiciones entre los ríos Pánuco y Tancochapa, que le separan de los estados de Tamaulipas y Tabasco. 

Aún faltan 20 kilómetros en la zona de la Nucleoeléctrica de Laguna Verde (donde hay un camino muy estrecho) y además 60 kilómetros de distancia entre el municipio de Ozuluama y el Puente Tampico. Este último tramo lleva alrededor de 30 años en reparaciones constantes y que suelen representar peligro y accidentes para los viajeros. 

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Si bien es cierto que el gobierno federal acaba de inaugurar los tramos Laguna Verde-Gutiérrez Zamora y Tuxpan-Ozuluama después de una década de trabajos, al transitar por ellos se pueden observar zonas con reparaciones o deslaves. Costos de peajes y falta de sanitarios también han sido criticados por los pocos usuarios que se pueden dar el lujo de pagar los elevados precios de las casetas. 

Y si se habla de las carreteras o caminos de régimen estatal, existen varios con años esperando el reencarpetado u obras complementarias. Obras nuevas como el camino a Mozomboa en Actopan, deteriorado a pocos meses de su inauguración en el sexenio cuitlahuista. O la carretera Banderilla-Naolinco, llena de baches o cráteres y signos de abandono a cada metro. Pero hay más ejemplos lamentables.

Algo que se recuerda con coraje y decepción fue la promesa incumplida de Cuitláhuac García, que en campaña (mayo de 2018 en el debate en la XEU) prometió mejorar 7,000 kilómetros de caminos de Veracruz. En esa ocasión zorrunamente tildó de mentirosos a sus oponentes, ignorando que el destino y la burla social lo alcanzarían.

Hace 2 o 3 años, el propio AMLO llegó al norte de Veracruz en una gira, lamentó el tipo de caminos que encontró, y prometió arreglar ese olvido y deterioro. Pero sus palabras pronto quedaron en el olvido palaciego. 

La realidad es que carreteras y caminos sufren la falta de mantenimiento y acciones de conservación. La semana pasada, de plano, la Secretaría de Hacienda comunicó a la SCT la cancelación de las obras de mantenimiento autorizadas en el presupuesto correspondiente a 2024, porque esos recursos—11 mil millones de pesos— la dependencia decidió reservarlos por causas de fuerza mayor. Y se sabe que un buen número de licitaciones tuvieron que dejarse sin efecto.

El documento oficial, por cierto, fue parte de numerosas notas periodísticas y columnas políticas, criticando esa fatal determinación de las autoridades federales, referida a los caminos de todo el país. 

En el caso de Veracruz la decisión del gobierno afecta enormemente a la sociedad, si se considera que la topografía, el clima, las lluvias y la propia riqueza acuífera, afectan la estabilidad, la durabilidad y las condiciones de las vías de comunicación y su mantenimiento. Basta recordar que Veracruz tiene la tercera parte de los recursos hídricos de la nación y por ello los frecuentes derrumbes, encharcamientos o hundimientos. 

El deterioro de los caminos no es el mismo en territorios secos y planos como Tlaxcala o el centro o norte del país, comparándolo con las sierras abruptas con cientos de nacimientos de agua, o bien la extensa zona baja de la Cuenca del Papaloapan, que sufre afectación permanente por la humedad del terreno y la diversidad de lagunas.

Y si a todo este estado de cosas, no se le acompaña de una gestión adecuada de gobierno, como se caracteriza el régimen que gobierna, el resultado es que tendremos aumento en ese deterioro y pésima calidad de caminos.

Ojalá que el próximo gobierno no se dedique a echarle la culpa a los anteriores, que nombre a funcionarios que funcionen, y que el gabinete entero se aplique a lo que la población demande, resolviendo problemas y necesidades.

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