José Antonio Flores Vargas

La semana pasada en la ciudad de Catemaco, el secuestro de un sacerdote católico, originó que la población enardecida incendiara oficinas municipales, inmuebles y vehículos oficiales. Por fortuna los problemas terminaron la madrugada del domingo con la aparición del ministro de la iglesia. Sin embargo, los desmanes originados, denotan el grado de intolerancia y desesperación de la gente, la ausencia de orden en ese municipio y más que nada, la falta de gobierno en Veracruz.

Puede decirse que el estado ha carecido de gobierno durante todo este año. El problema inició cuando en el mes de enero pasado, el titular de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) presentó en la PGR una denuncia contra el Gobierno de Veracruz, reclamando 35 mil millones de pesos de recursos federales que no fueron comprobados a la federación, informándolo en un noticiero de Televisa, donde además dijo que pensaba que Javier Duarte debía estar en la cárcel

Esa noticia restó autoridad a la figura del gobernador del estado y recordó otras en el mismo sentido. En abril de 2014 el senador panista Fernando Yunes Márquez, había conseguido que el pleno de la Cámara Alta del Congreso de la Unión, aprobara un punto de acuerdo propuesto por él, para exhortar a la Secretaría de la Función Pública y a la ASF, a investigar al gobierno veracruzano por el desvío de cerca de 350 millones de pesos del Seguro Popular durante los años de 2011 a 2013.

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Por ello, puede decirse que desde la denuncia de la ASF en enero de este año, Veracruz se quedó sin gobierno. La falta de un mandatario con liderazgo se incrementó desde el mismo 5 de junio, cuando Miguel Alemán vino a Boca del río a decir que el gobierno de Duarte era gris. Ese día en Xalapa, Fidel Herrera expresó que veía una alternancia. A la media noche, los pocos que aún creían en Duarte, dejaron de hacerlo con el triunfo electoral de Miguel Ángel Yunes Linares.

Transcurrieron los meses y la ausencia de gobierno se manifestaba en el incremento de la delincuencia en ciudades como Poza Rica, Veracruz, Córdoba y Coatzacoalcos, pero también en las zonas rurales. Y la decepción se hacía mayor a causa de las constantes denuncias, investigaciones y descubrimientos de las corruptelas de Duarte y sus colaboradores.

Cuando el gobernador Javier Duarte pidió licencia en octubre y se le giró orden de aprehensión, se dinamitó la confianza en su régimen. El gobernador sustituto Flavino Ríos no pudo enderezar el barco que continúa a la deriva. El gobernador electo aún no tiene el poder para actuar. Al final, el de ahora, es un tiempo sin gobierno, donde predominan el desorden y los abusos. Todo mundo camina por la libre.

En el editorial “ACOTAR EL INTERREGNO” publicado en Palabras Claras el 15 de junio pasado, se alertaba lo que podría pasar en Veracruz por la falta de autoridad para poner orden en la vida pública.

Los hechos ocurridos en Catemaco, comprueban lo dicho y reflejan el relajo existente en un municipio gobernado por un alcalde con malos antecedentes, cuyo diputado local, nativo de ese lugar, es uno de los más cuestionados por su participación en el desfalco a Veracruz. Jorge González Azamar y Vicente Benítez González continúan haciendo de ese municipio, el lugar perfecto para seguir construyendo fortunas, sin importarles la economía y la seguridad de la población.

Sólo faltaría que en unos días más, la sociedad veracruzana se entere que a causa de esos incendios provocados, se quemaron los archivos de la Tesorería Municipal, y con ello sea imposible conocer el verdadero desempeño del alcalde González Azamar.

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