El PAN fue un partido de derecha que durante muchas décadas se sintió el más cercano a la fe cristiana. Ahora cruza por terrenos inestables y falta de credibilidad en varias regiones del país, en las que pueden convivir expresiones como “el pan nuestro de cada día” junto a realidades mundanas que indican que no hay manera de que ocurra la milagrosa multiplicación de los panes. En lugar de ello, las divisiones pulverizaron el diamante azul en minúsculos cristales con tendencia tornasol y negados a todo tipo de mandamientos celestiales. 

Y como lo tabasqueño y las divisiones políticas están de moda y se hicieron costumbre, al estilo de Chico Che y su célebre grupo, en el tema del descrédito de los partidos políticos, en Veracruz bien podríamos mencionar al Chapito Guzmán y la crisis del PAN. Hasta se podría interpretar un estribillo evocador de la música del cantautor sureño con la frase “Quén pompó, quén pompó, quén pompó panecillos, quén pompó”.

A finales del siglo pasado, el partido azul se hizo fuerte y poderoso para llevar a Vicente Fox a la presidencia de la república. Pero todo se derrumbó cuando el guanajuatense se sintió dueño y señor junto a Martita Sahagún y entonces apareció la obligada división que llevó al desobediente Felipe Calderón al palacio nacional por escaso margen. Con Calderón las divisiones panistas ya no pudieron mantener la presidencia y gracias a ello regresó el PRI al poder.

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En el estado de Veracruz sucedió casi igual. El partido se unificó para llevar a Gerardo Buganza a la gubernatura que Fidel Herrera ganó por 20 mil votos escasamente. Pero se dividió cuando el negociante Buganza se volvió fidelista y como muchos de ese grupo, ahora también es morenista hasta las cachas y hasta las últimas consecuencias monetarias.

Después el panismo se reagrupó y logró llevar a Yunes Linares al triunfo. Ya gobernador de Veracruz por dos años, el hombre del estero enloqueció también y cuando su hijo Miguel perdió la gubernatura, el fracaso acentuó las divisiones y el Chapito Guzmán y Julen Rementería fundaron su propia sección reivindicadora, ahora predominante en gente y ambiciones, al estilo dictatorial de Yunes con todo y el nepotismo sepulturero.

Así se completan en Veracruz cinco años de tremenda crisis panista, vapuleada por la venta de franquicias regionales, nepotismo e influyentismo negociante, a imagen y semejanza de todos los partidos que han llegado al poder en México. Por eso en estas fechas en torno a las franquicias y deslizamientos convenencieros hacia izquierda, centro o derecha, parece que primero el militante panista o el interesado en ese partido, deberá preguntar ¿Quén Pompó?, antes de pensar en ir a votar por este, aquel, aquello o aquella.

El problema para el PAN con esencia jarocha es que el verdadero panismo que siente la camiseta ya se cansó de tanta simulación y creación de millonarios. Para la elección intermedia se habla de negociaciones interpartidistas, pero la realidad es que esas negociaciones cupulares, si no están sustentadas en el equitativo reparto de los pasteles, no consiguen el propósito político que las motivó.

Julen Rementería quiere la gubernatura para él y la alcaldía de Veracruz para su potrillo. Miguel Yunes Linares quiere la alcaldía del puerto para su hijo Miguel y de ahí colocarlo en la gubernatura. En Pánuco, García Guzmán quiere la alcaldía para Rodriguito. El Chapito quiere que no le toquen su territorio y sus eternas candidaturas en Tantoyuca. 

Los Mancha pelean Tuxpan con dientes, contratos y facturas falsas, y en Xalapa, la busca el bailador Sergio Hernández. El anotado aspirante a la municipal y consciente del poder sublimador de la crisis, hace un coqueto guiño a David Velasco, para proponerle en la coalición un “gabinete de crisis” y su metodología para resolver los no resueltos problemas de la capital del estado, seguramente de la mano del siempre descubierto Américo.  

Este es el panismo que busca el voto de los veracruzanos en pleno 2021. La crisis política y social junto a la polarización y la división en todos los colores no augura más que contados y pírricos triunfos.

Los políticos no aprenden, solo piensan en llenar las alforjas. La sociedad seguirá atenta y cautelosa.

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