La pandemia de coronavirus en México tiene en el doctor López Gatell al más eficiente payaso oficial para disfrazar la problemática, para encubrir las cifras reales de personas fallecidas y para atenuar las numerosas culpas del gobierno federal por el pésimo manejo de la situación. El país rebasó ayer las 39 mil muertes por Covid-19 y los augurios médicos y científicos son aterradores.

En Veracruz resulta más preocupante si se considera la falta de oficio y negligencia que muestran día tras día el gobernador y la mayor parte de su gabinete. Problemas de inseguridad pública, de caída de la economía estatal, de inacción gubernamental y de alejamiento con la población, son las constantes que presenta el régimen. Y por desgracia para la gente del palacio, el crecimiento de la epidemia viral ha mostrado al área de la salud, como el sector más evidenciado del gobierno cuitlahuista.

El 29 de marzo pasado fue cuando funcionarios de la secretaría de salud estatal, dieron a conocer que había 26 casos positivos y que uno de ellos se había convertido en el primer fallecimiento por este virus, correspondiente a un hombre de 53 años con residencia en Tlacotalpan. En esa ocasión los responsables médicos veracruzanos enfatizaron el reiterado llamado “Quédate en casa”.

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Dos meses y medio después, esta entidad federativa rebasaba los mil decesos. El 21 de junio amanecimos con 1,225 fallecidos y 8 mil casos confirmados. Para ese entonces, médicos y enfermeras temían por insuficientes implementos de trabajo y alertaban las redes sociales, enseñando las graves carencias de equipo y medicinas, mientras al puerto de Veracruz llegaban médicos cubanos, recibidos con apapachos, justificaciones de Cuitláhuac y con mejores sueldos que el personal local. 

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Exactamente un mes más tarde -justo en este día-, Veracruz suma mil muertes más, para rebasar las dos mil doscientos. Y en el segmento de casos confirmados, superamos los 17 mil.

Si se pregunta a médicos de las instituciones públicas y privadas, a presidentes municipales y a las desconsoladas familias de los difuntos, todos coincidirán con la opinión de que el gobierno federal y el estatal han dejado a su suerte a la población, buscando culpables y aplicando medidas superficiales e insuficientes para la gravedad de la pandemia. 

Esta circunstancia, seguramente es lo que ha motivado la aparición o difusión de desconcertantes eventos y hechos recientes en Veracruz, que parecen fabricados o inventados, presumiblemente destinados a distraer a la sociedad, evitando posibles manifestaciones de inconformidad contra el gobierno de García Jiménez.

Llaman la atención, por ejemplo, en Xalapa, una marcha de empresarios que iban a causar destrozos (que quedó en intentona de película), el malogrado show legaloide de Actopan y más cercano, el de la fuerza policiaca sobre el poder judicial. Por el lado de los contagios, en este periodo, tres prominentes y controvertidos políticos cuitlahuistas, informaron que sufrieron contagio de coronavirus, por fortuna, los tres, sin consecuencias qué lamentar.

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 El procurador de medio ambiente y el diputado Gómez Cazarín, ausentes de la actividad pública por virulenta enfermedad, coincidentemente cuando en la opinión pública se discutían interesantes temas oficiales que los involucraban. El más reciente, que llenó periódicos y portales de noticias del terruño, el contagio y hospitalización de Éric Cisneros Burgos, el secretario de gobierno y hombre fuerte de Otatitlán, de Baja California Sur y de la oficina más cercana a la catedral xalapeña.

Demasiadas murmuraciones, rumores, imágenes y poses, hasta su espectacular “fallecimiento”, colmaron el fin de semana, como si no existiera pandemia, ni preocupación por el virus. Por fortuna para Éric y sus fieles colaboradores y seguidores, el jefe de la gobernanza jarocha decidió salir a cuadro en fotografía y vía Twitter, tranquilizando a todos sobre su buen estado de salud.

El balance final en tres meses y medio es que Veracruz rebasó los dos mil doscientos fallecimientos por Covid-19 y que no se le cayó el gobierno al discípulo más honesto y rendidor de AMLO. El problema es que faltan muchos meses para decir “prueba superada”, pero parece que Cuitláhuac dice a los veracruzanos “hoy no estoy.”

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