El seguimiento de datos del coronavirus en la página oficial estatal indica que los daños del coronavirus no han disminuido sustancialmente en Veracruz. En los últimos 40 días (del 1 de abril al 10 de mayo), la entidad sufrió 866 muertes y dos mil 502 nuevos casos confirmados. 

En lo referente a los decesos durante ese periodo, la variación de cifras en los cinco municipios con más afectación es la siguiente: Veracruz paso de 1,444 a 1,625 fallecimientos; Xalapa pasó de 775 a 851; Coatzacoalcos de 713 a 752; Poza Rica de 571 a 607 y Minatitlán de 310 a 334.

Entre los territorios pequeños con mayor transmisión del virus, destaca Nanchital, el que subió de 90 a 108 defunciones, pero debe señalarse que este municipio ni siquiera llega a los 30 mil habitantes. 

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El total estatal de muertes nos indica que cada 24 horas de ese periodo de 40 días, perdieron la vida 22 personas en promedio; en relación a los casos confirmados, cada día el virus se manifestó en 62 nuevos casos en promedio.

El proceso de vacunación camina conforme se tienen las vacunas y el avance todavía es lento.  Eso significa que el contacto social de la gente deberá seguirse haciendo con los protocolos de la sana distancia, los cubrebocas y las medidas de sanitización y prevención.

Pero la complicada realidad no concuerda con las decisiones que están tomando el gobierno y los actores políticos, en el sentido de permitir o alentar el regreso a clases, como insiste el gobernador Cuitláhuac García. Mucho menos la decisión de promover las multitudinarias marchas o reuniones que están llevando a cabo en municipios como Xalapa, Veracruz, Boca del Río o el propio Actopan, donde han caminado por las calles fuertes contingentes, supuestamente de seguidores de los candidatos a las alcaldías. 

Diversos medios de comunicación, dirigentes partidistas y personas de la sociedad civil han denunciado que estas marchas las hacen con miles de burócratas estatales o municipales que son forzados a asistir a esos mítines políticos, sin importar que los irresponsables funcionarios los pongan en alto riesgo.

Un indicador de que las cosas no están nada bien, es la reiterada queja de grupos de médicos y enfermeras estatales y federales que periódicamente marchan por las calles de las ciudades principales exigiendo que los vacunen. La gente observa a médicos de IMSS, ISSSTE, Servicios de Salud de Veracruz e Instituto de Cancerología en Xalapa, reclamando la autorización superior para que los vacunen y no sigan en alto riesgo en los hospitales.

La sociedad estima que es más importante la vida del ser humano, que cualquier otra razón de corte político electoral (como obligar al trabajador a ir a apoyar), tan criticada en épocas no tan lejanas. Los candidatos debieran ser los primeros en oponerse a ese tipo de respaldos ficticios e inútiles que no se traducirán en votos debido a que los trabajadores obligados a marchar, elegirán en la privacidad de la urna y libremente, a los próximos alcaldes y diputados.

La pandemia no ha terminado. Ojalá y esos trabajadores del estado y de los municipios que marcharon forzados y a disgusto, por la necesidad del sueldo, no terminen abarrotando los hospitales veracruzanos. 

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