Cuitláhuac García Jiménez, el diputado federal de Xalapa, ha sido uno de los políticos más cercanos a Andrés Manuel López Obrador en el partido MORENA. Desde hace algunos años, el político tabasqueño lo prepara para convertirlo en gobernador del estado de Veracruz, a pesar de su nula experiencia y de que no ha demostrado capacidad política para estar en ese nivel.

El año anterior lo mandó a su primera guerra florida, enfrentándolo a dos poderosos contendientes por la gubernatura. Al final de la triste noche priista de ese 5 de junio de 2016, todos sabemos quién fue el que se llevó el triunfo. Pero el guerrero águila del peje, se llevó el segundo lugar, con más de 800 mil votos.

Sin embargo, en semanas recientes se percibe la ausencia del principal morenista veracruzano. Pocas han sido sus salidas a los medios de comunicación, si acaso su discreta participación el 31 de agosto pasado, cuando condujo a algunos políticos xalapeños al edén morenista.

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Pero quizá su falta de protagonismo se deba a que no desea enfrentar un bombardeo. Pudiera ser una medida defensiva y protectora, que tiene que ver con los señalamientos por las oscuras maneras en que dos aliados del peje, como Monreal y Dante, fueron hechos de lado por los que mandan en ese partido.

O también por la desaseada encuesta para llevar al gobierno de la Ciudad de México a Claudia Sheinbaum, la delegada en Tlalpan, que está tan asustada y no sabe cómo quitarse la loza de los permisos para operar, de la escuela Enrique C. Rébsamen que mataron a cerca de 30 personas.

O por los sainetes de Rocío Nahle, de Eva Cadena o del dinero del Partido, que el imperio de Andrés Manuel quiere donar a los damnificados de los sismos, utilizando las limpias manos de sus intelectuales orgánicos. O el temor a recordar los señalamientos de alianzas con el ex gobernador Javier Duarte en la elección que él participó.

Quizá Cuitláhuac, observando este complejo panorama morenista, prefirió salir a cazar tiempos mejores. Y es que para ser líder de un estado como Veracruz, además de suerte, hay que tener verdaderos tamaños ideológicos y de congruencia. La gente ya no cree todo lo que le dicen los políticos.

El pasado 24 de julio, Palabras Claras publicó el editorial VERACRUZ BUSCA UN LÍDER, en relación a lo que necesita el estado, destacando entre otras cosas, las siguientes:

“…los veracruzanos seguimos esperando lo importante; aquello que la gente suele esperar de un gobernador. Garantías para trabajar en paz, armonía y tranquilidad social, seguridad pública y resultados tangibles de gobierno.”

“…Una sociedad que de este gobierno, sólo ha escuchado palabras alusivas a su preso más señalado, reiteraciones de que no hay ni habrá dinero del erario, noticias de personal despedido por miles en todas las dependencias. Y la mayor desgracia: los innumerables muertos, caídos y sembrados todos los días en el territorio estatal.”

“Para lograr esto, el gobernador tendrá que constituirse en el líder que no ha sido, y deberá hacerlo en el poco tiempo con que cuenta antes de concluir su mandato. Pero la construcción de un liderazgo, es también el reto supremo que tienen todos aquellos que pretenden la silla principal del palacio de gobierno para el sexenio venidero, que iniciará el primero de diciembre del año próximo.”

“Veracruz necesita un líder que sepa volar alto y que lo conduzca hacia mejores tiempos. Un líder que reconstruya caminos y puentes con la sociedad, con los sectores productivos y con las fuerzas políticas, las visibles y las que están agazapadas. Un líder que transmita tranquilidad y posibilidades de allegar progreso a Veracruz.”

“El que lo entienda, deberá pensar en un liderazgo fuerte, sensible, constante y efectivo… Ya sea Miguel hijo, José Yunes, Juan Manuel Diez, Cuitláhuac García o Dante Delgado. O todo aquel que quiera anotarse en la lista. Además de listos, deberán ser auténticos líderes. No simuladores.”

Mientras Cuitláhuac se ausenta, los priistas mueven cielo, mar y tierra, buscando a esos simuladores y hasta a fuerzas ocultas, para recobrar la gubernatura. Y del otro lado, Miguel y los panistas afilan armas (y cubiertos de mesa) para terminar de comerse el pastel.

Esperemos que Cuitláhuac regrese de los alejados montes de la ensoñación. Ojalá que en esos bucólicos sitios, haya tenido reflexión en soledad y haya encontrado las claves para ganar la guerra por la gubernatura en 2018, donde por supuesto, no cabe la confianza exagerada, la autocomplacencia y la soberbia del que se siente ganador antes de la batalla.

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