El gobernador se equivocó con Guillermo Fernández Sánchez, el lenguaraz secretario de la SEDESOL veracruzana. La primera ocasión, cuando Cuitláhuac García creyó que el hombre tenía tamaños para encabezar esa dependencia. La segunda, cuando pensó que a Guillermo le interesaban las tareas del combate a la pobreza.  

En realidad, a este funcionario parece interesarle más la politiquería y los temas asociados con la corrupción, pero desde luego solo para el discurso. Para distraer y vender imagen de honestidad, es decir, para curarse en salud, como dirían los precavidos y los flojos.

El primer año en el cargo, el conocido activista del voto en Xalapa, lo dedicó a revisar y organizar los pocos papeles que le dejó su antecesora, la ahora senadora Indira Rosales, para poder ir a acusarla cuatro o cinco veces a la Fiscalía General del Estado, denuncias quizá mal integradas, y que, por ello, seguramente no tuvieron ningún efecto, más allá de unas simpáticas fotografías matutinas junto a la excontralora general del estado y la autoridad máxima de la Fiscalía. 

Anuncios

Ese año no hubo resultados para presumir en su dependencia. El pasmado Guillermo solo entregó cuantiosos subejercicios presupuestales en los diferentes fondos y copió aquella vieja idea del tren urbano de Xalapa, además de poner en alto la palabra nepotismo en su secretaría, oficina en la que esposas, novias de los jefes y hasta colaboradoras de la cuadra yunista, fueron incrustadas en la nómina cobrando altos salarios que no pueden justificar. 

No hubo logros que informar, como todo Veracruz conoce, pero sí diagnósticos y planes al por mayor. Sin embargo, aparecieron los problemas en los pocos contratos de obra o acciones sociales (cuartos dormitorio) que lograron firmarse. Algunos despistados contratistas se quejaron de que no podían dar resultados en tiempo y forma porque dos o tres funcionarios sedesolianos les habían pedido los diezmos correspondientes.

Fue entonces cuando el secretario dispuso realizar, al estilo AMLO, una reunión diaria con los integrantes del equipo cercano, pero esta, para verificarse a las ocho de la mañana, evitándoles el molesto efecto jet lag. En esa reunión que se volvió obligada costumbre, el titular ha soltado frases como esta: “El que pidió dinero, se encuentra en esta mesa. No quiero enterarme de que alguno incurre en esas conductas deshonestas”. Con todo y la perorata matutina, continúa la falta de transparencia y la ausencia de avances.

Es probable que Cuitláhuac García no conozca estas delicadas situaciones que muchos comentan y critican en la SEDESOL y fuera de ella. Lo más preocupante, es que tampoco los inconformes han notado actitudes firmes del responsable principal respecto a la corrupción. Por ahora, en los pasillos únicamente se comenta con sorpresa que la firma de los contratos tiene un alto costo, para aquel al que interese que los trámites caminen. 

Y si alguien aduce que esta información no es exacta, como luego argumentan los jefes morenistas, que busquen los “otros datos” con el cuestionado subsecretario Rolando Ramírez Sánchez (suspendido en Morena por abuso de confianza y fraude en el proceso electoral 2018) y con Jorge Retana Ramírez, el subdirector de control y evaluación de obra de esa institución, aparentemente cesado hace una semana por estas delicadas razones. 

Por lo pronto, estas son la eficacia y la honestidad 4T, al estilo del maestro Guillermo Fernández.

Publicidad