Hasta ahora, las muestras más grandes de nepotismo en la política veracruzana, se han dado en torno a dos personajes infaltables para la cuarta transformación y para ese “segundo piso” que promueve la presidenta Claudia Sheinbaum. 

Se trata de los exgobernadores Miguel Ángel Yunes Linares y Cuitláhuac García Jiménez. Dos personajes que con absoluta soberbia e irresponsabilidad enseñaron el cobre para fortalecer a sus familias, dos tipos de cuidado, que actualmente están vinculados al obradorismo, dos gentes que en estos tiempos de sorpresas diarias, abrevan en el mismo manantial y se protegen con el mismo manto o cobija color guinda.

Dos auténticos machuchones con camiseta obradorista, de los que decía mal ver AMLO, dos cacúmenes descompuestos pero bien “humanistas”, que bien podrían estar sentando las bases del primer Partido Nepotista en suelo mexicano, cuyos adeptos y compañeros de hermandad podrían evitar caer en las riesgosas y malolientes aguas de las alcantarillas de la política pública nacional.

Porque quizá argumentando su carnal “humanidad”, es que los dos exgobernadores (el azul y el guinda) mencionados, utilizaron recursos públicos, programas e instituciones del gobierno de Veracruz para dar fortuna y carrera política, crecer con recursos mal habidos e impulsar a sus familiares cercanos. 

Ahí está el caso de Yunes Linares, gobernador entonces panista, que impulsó a su primogénito Miguel Ángel Yunes Márquez como su sucesor en la gubernatura en el año 2017. Y ahí está toda la herencia de Atanasio García, a través de la mano blandengue de su hijo Cuitláhuac, que como gobernador otorgó cargos y posiciones políticas a toda su parentela (Doreny Cayetano, Eleazar Guerrero, Elio Hernández, etcétera, etcétera, etcétera, tan mencionados en los medios de comunicación en ese lamentable sexenio morenista de las mentiras más grandes que ha habido en Veracruz, calificado como el peor de toda la historia, incluido el de Javier Duarte).

Yunes Linares fue quien llevó del brazo a su hijo a la Cámara de Senadores, a que votará en favor de la Reforma Constitucional y que por ello ha sido premiado con la Presidencia de la Comisión de Hacienda del Senado y cientos de aplausos morenistas. Por ese aberrante hecho, ese inusitado cambio de 180 grados, Yunes Linares y Yunes Márquez, padre e hijo, ahora lloran y moquean debido a “una persecución por la incomprensión de la sociedad nacional”.

En el caso de Cuitláhuac García, el ingeniero docente y danzante, sin tener trayectoria, experiencia o mérito, salvo haber ocupado los últimos lugares por su mal gobierno, fue recompensado por Sheinbaum con un cargo de director en una oscura Comisión Nacional de Gas, donde seguramente el tipo ya está organizando sabadabas, mascaradas y pendejadas a destajo, como aquellos Loquios y Tequios tan mal recordados por los sufridos burócratas de la administración estatal.

De qué callada manera se hermanaron estos dos individuos que bien podrían ser los flamantes fundadores de ese partido nepotista que tanto inquieta y que anhelan no pocos políticos cabezones, “con sentido humanista hacia su familia”, en toda la república.

Sólo el expresidente López Portillo “El orgullo de mi Nepotismo”, iguala en alcance mediocre a este inolvidable par veracruzano y cuando corre viento hasta la basura sube al techo.

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