Si el gobernador Cuitláhuac García no mejora en su gestión gubernamental y sigue apostando a la autocomplacencia y a la irresponsabilidad, nada garantiza a López Obrador que el morenismo pueda sostenerse en Veracruz.

En esta entidad federativa el partido Morena quema sus colores, transformando las guindas en polvosas cenizas. Y enfrente se le complican las cosas. Existen dos posibilidades que hasta ahora se mueven sigilosas y con sumo cuidado para dar el brinco: la construcción de una candidatura en favor de un ciudadano con carisma y poder de convocatoria, respaldado por uno o varios partidos, y también, la reestructuración y el reposicionamiento del partido azul, esta vez con un candidato que pueda conjuntar todos los apoyos regionales y centrales del PAN. Se ven opciones difíciles de conseguir, pero no lo son.

La tercera y decadente posición electoral del PRI, arrastrando la mayor corrupción de una administración en manos de Javier Duarte, no resulta ningún tipo de amenaza para el régimen cuitlahuista. El PRD y el Movimiento Ciudadano parecen deshojar la margarita política, aguardando el momento de las definiciones y de las inversiones del palacio nacional.

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Mucho menos es amenaza o riesgo el priismo, cuando miles de priistas vivos y vivales están corriendo en todo el territorio hacia los cuatro nuevos partidos aprobados en el estado, eso sin contar a todos aquellos instalados en el moderno gatopardismo del movimiento conocido como PRIMOR o en el del veleidoso trenecito del partido verde ecologista que ahora corre feliz, feliz, feliz y con alegre ambiente sobre las cómodas vías obradoristas. 

Este gran éxodo priista constituye hoy una grandiosa fuerza triturada y pulverizada en beneficio del partido de López Obrador. Pero también alguna de esta gente puede adquirir tonalidad azul.

Y qué es lo que sucede en el PAN. En este partido confluyen varias fuerzas en las que se inscriben sus principales actores. En un grupo con buen financiamiento, están Yunes Linares (el líder) -Miguel y Fernando Yunes Márquez-Indira Rosales-Pepe Mancha y Sergio Hernández, el ferviente enlazador de damas y caballeros inquietos, que sigue sumando subrepticiamente en la zona metropolitana de Xalapa. En otro bando el presidente estatal del partido, conforma la alineación Joaquín Guzmán Avilés, El Chapito, líder del norte de Veracruz-Julen Rementería-Tito Delfín.

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El partido azul en Veracruz se mueve desde dos orientaciones, la de MAYL y la de El Chapito Guzmán, cada uno con sus estrategias de empuje, que finalmente habrán de reunirse y concertar en el punto fatal de la negociación. Tienen algunas circunstancias a su favor, que eran inexistentes hace dos años: la decadencia del régimen lopezobradorista, las bajas cifras económicas, la creciente violencia social, la imparable división priista, el pésimo manejo del gobierno ante la pandemia de la Covid-19 y los continuos ataques a la Iglesia Católica, incrementados primaveralmente con la legitimización del concubinato entre personas del mismo sexo. 

Y en este mes de junio, el regalo motivador de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la que, en una sorpresiva resolución, ordenó la restitución a su cargo del presidente municipal y de la síndica de Actopan, poniendo en evidencia al gobierno cuitlahuista que los había defenestrado con exceso de fuerza política y de ignorancia de la Ley el pasado mes de marzo, encarcelando a la dama por supuestos manejos irregulares de los recursos municipales.

Pero además de ello, este hecho da oportunidad para evidenciar ruidosamente las graves violaciones que los legisladores veracruzanos cometieron al no respetar la Ley de Juicio Político, aplicada atropelladamente contra los ediles actopeños, arbitrariedad que además puede generar responsabilidades a los diputados que votaron a favor de la revocación de mandato del presidente y la síndica de Actopan, por cierto, viejos y leales militantes del Partido Acción Nacional.

Las circunstancias mencionadas se convierten en poderosos factores de oportunidad que ayudarán a fortalecer al PAN con estrategias y argumentos convincentes para rebasar por la derecha a los adversarios políticos y obtener sonados triunfos en las elecciones venideras en 2021 y 2024. 

Porque, aunque el horizonte parece estático, no se puede creer que Miguel Ángel Yunes Linares y Joaquín Guzmán Avilés se estén durmiendo en sus laureles, amparándose únicamente en las bendiciones del Clero.

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