Como en turbia cascada, desde el mes pasado en México han caído innumerables nombres de personajes que el imaginario colectivo nacional asocia con la imparable corrupción que sufre el país. Apellidos como Lozoya, Bejarano, Collado, Robles, Fernández de Ceballos, Bartlett, Peña Nieto y ahora Romero Deschamps, saturan los diversos espacios informativos. 

Y el estado de Veracruz no podía faltar a este encuentro estelar de personas non sanctas. Para ello se convierten en figuras infaltables de los medios de comunicación, dos señalados exgobernadores: Javier duarte de Ochoa y Miguel Ángel Yunes Linares—uno preso y otro aún libre—, quienes traen una batalla campal a cien caídas por establecerse como campeones de las sinvergüenzadas, las irregularidades y los despropósitos.

Sobre este tema, Palabras Claras publicó el 11 de abril de 2016 un editorial con el título DE ESPAÑA A VERACRUZ: CORRUPCIÓN S.A. En esa ocasión se dijeron, entre otras cosas, las siguientes:

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“Hace poco el periódico español El País publicó un artículo titulado: “Franco utilizaba la corrupción para controlar a sus colaboradores”: Paul Preston. El afamado historiador dijo que el generalísimo utilizaba la corrupción para controlar a sus allegados y colaboradores; era una especie de mezcla entre premio y chantaje, porque los dejaba hacer cosas y luego les amenazaba con acusarlos…”

“En su libro Los Franco S.A., Mariano Sánchez Soler cifró en medio centenar, las empresas y sociedades anónimas relacionadas, apadrinadas o presididas por los miembros de la familia Franco. Según sus cálculos, con capital social cercano a 100,000 millones de pesetas a la muerte del dictador… El autor explica que buena parte de ese dinero fue conseguido gracias a la corrupción, es decir, con esa mezcla de tráfico de influencias, amiguismo y mordidas que acaba en malversación de caudales públicos.”

“El periodista Ramón Garriga lo dijo así: “Franco cultivaba la corrupción como norma política, partiendo del principio de que quienes colaboraban con el régimen serían fieles mientras los asuntos del bolsillo marcharan viento en popa.”

Desde luego, los conceptos vertidos en ese editorial estaban dirigidos a las irregularidades del gobierno de Javier Duarte de Ochoa, que meses después se desintegró miserablemente, cuando el entonces ejecutivo estatal tuvo que salir huyendo a Centroamérica, donde fue detenido, devuelto a México y llevado a juicio.

A Francisco Franco lo andan exhumando en estos días en España. Pero regresando al escenario nacional y al estatal, debe observarse que en estas semanas en que la sociedad debiera estar cuestionando los escasos logros del régimen morenista, Romero Deschamps se apoderará del circo por una buena temporada. Y en Veracruz, los dos exgobernadores de la década perdida y de los 35 mil millones de pesos que no aparecen por ningún lado (uno los hizo perdedizos, y el otro ofreció recuperarlos y hacer justicia), seguirán revolviendo el ambiente, haciendo un generoso circo distractor a Cuitláhuac García, mientras el gobierno local en pleno aprende a ejercer los recursos públicos y a atender los graves problemas de Veracruz.

En torno a los multimillonarios dineros perdidos (robados del erario, en lenguaje jarocho), la sociedad hace conjeturas respecto a las razones por las que esos recursos no aparecen, como tampoco varios exfuncionarios que andan en calidad de desaparecidos.  O también, preguntándose las razones que expliquen que las autoridades no den castigo serio y ejemplar a los beneficiarios de esas corruptelas.

Quizá siguiendo el estilo español de Franco, tan admirado por Javier Duarte, este hubiera corrompido a tirios y troyanos, a excolaboradores y a empresarios, a duartistas y a no duartistas, a propios y a extraños, y, al final, su desfachatada actitud actual y anterior, obedezca a que esos beneficiarios jarochos de la corrupción facilitada por él, suman decenas de miles de empoderados paisanos, que al igual que el cordobés, gozaron y gozan de esos milloncejos que siguen en el limbo.

Y que por la elevada cifra de beneficiados del duartismo, de manera precautoria y con tendencia justificativa, las autoridades veracruzanas consideren que no hay cárceles suficientes para encerrar a tantos miles de nuevos ricos de ese desordenado régimen.

Porque debe recordarse que algunos políticos que repartieron el pan y la sal en esos tiempos, y que le compartieron rebanadas de pastel a Yunes Linares (gastador de una fortuna para imponer al primogénito), se ufanaban e insisten cansinamente en decir que los robos no fueron ciertos, y que al final del reparto todo mundo se benefició, al estilo de Fuenteovejuna.

Cientos de proveedores, dicen los complacientes cómplices, cientos de contratistas, notarios y periodistas, miles de aviadores, miles de licenciados, ingenieros, contadores y maestros sin título pero con buenos sueldos, cientos de dueños de empresas fantasma, cientos de auditores y funcionarios salpicados por las aguas alegres, miles de líderes deshonestos de colonias y organizaciones políticas, y cientos de exalcaldes, diputados, jueces y autoridades corruptas, conforman el multitudinario ejército de bandidos de cuello blanco y de cuello percudido, que explicarían en miles de sitios, edificios, negocios, ranchos, residencias y casas chicas, la ubicación de una parte de lo extraído de las arcas. 

Pero que nadie se haga el tonto o el vivo, el resto que es mucho, aunque Duarte y sus cercanos lo nieguen, lo tienen a buen resguardo, aceitando a malos columnistas “políticos” y rezando porque pronto acabe el recuerdo popular.

Sea como sea, o como dicen las cuentas públicas, o como narran los documentos judiciales, o como deslizan Duarte y Yunes, explicando, manoseando, manoteando y justificándose, la única realidad es que, en palabras claras y llanas, en ambos casos solo se trata de indefendibles historias de corrupción que los veracruzanos no olvidaran jamás.

Ellos forman parte de los llamados tanprontistas -aquellos licenciados, universitarios preparados, civiles de traje y corbata- que se ganaron ese mote porque tan pronto como se sentaron en sus puestos públicos comenzaron a servir con diligencia a sus negocios privados.

Ya iremos viendo cómo se sigue tejiendo esta historia pero ahora en los tiempos de la 4T.

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