Oportuna y esclarecedora la nota de la reportera Berenice Sandoval, publicada ayer en Palabras Claras con el título El “cambio” de Yunes: derroche en vanidad y recorte a la inversión. La sagaz periodista dio a conocer el último reporte del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), donde entre otros aspectos, se informan los rubros principales en que las 32 entidades federativas gastaron los recursos públicos correspondientes al año 2017.

Revisando con detenimiento ese documento presentado durante esta semana, se puede descubrir que Veracruz ocupa el cuarto lugar nacional en relación a cómo publica sus informes de gasto presupuestal y financiero, si bien es cierto que no es en el formato excell recomendado para transparentar y comparar la información.

Esto quiere decir que casi somos campeones en tener los papeles completos. Pero el problema viene al revisar en su totalidad y a detalle esa información. Así es como se descubren realidades trágicas para la población que esperó un cambio con Yunes Linares.

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La más grave fue que en ese año el gobierno gastara en infraestructura un 58 por ciento menos de lo aprobado, a pesar de haber erogado un 12 por ciento más en el gasto burocrático. Y hay dos ejemplos más críticos: en comunicación social, gastó un 262 por ciento más, siendo peor aún el hecho de que tuviera un gasto de 132 por ciento más para destinarlo a ceremonias oficiales.

Si los veracruzanos ya no vieron resultados en el último año de Duarte, entonces puede esperarse que hubiesen observado menos aún en el primer año de Yunes Linares.

Entonces los datos de este informe completísimo y con altos estándares de control administrativo, reflejan también que en Veracruz se dio una buena dosis de atole con el dedo a la población que continúa esperando las obras de infraestructura y mejores servicios públicos.

Pero es de escándalo e irresponsabilidad el hecho de que se estén gastando grandes cantidades en actividades relacionadas con la vanidad del gobernante, como son los eventos públicos y la comunicación social.

Esa debilidad por lo superfluo y ostentoso, se ha visto en el gobernador desde un inicio de su gestión. Recuérdese el costoso reloj Richard Mille, valorado en 6 millones de pesos, que un hábil fotógrafo descubrió en la muñeca del ejecutivo veracruzano cuando éste encabezaba un evento en el puerto de Veracruz, joya que a pesar de intentarlo, no pudo ocultar a los medios de comunicación.

Por lo que reflejan los datos de ese prestigiado instituto investigador y evaluador de la competitividad nacional y mundial, el gobernador Yunes padece de la misma adicción ante el espejo que tenía el Pitufo Vanidoso, aquel recordado personaje infantil de la televisión en los años ochenta.

Si esa es la tendencia en materia de gasto público para obra de infraestructura, sobra imaginar lo que contendrá el segundo y último informe de Yunes Linares.

Papeles perfectos, bien diseñados y encuadernados, pero con resultados mínimos o nulos.

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