El martes pasado el mandatario nacional vino a una gira de trabajo por Tierra Blanca, y con su acostumbrado estilo campechano antes de degustar una rica pancita en Cotaxtla, regaló a la población una motivadora frase que debiera colocarse en letras de oro en el congreso del estado, junto a otras que han sido inscritas en ese recinto donde supuestamente se representan los sueños, los anhelos y las posibilidades de cambio y progreso del pueblo veracruzano. 

“Ya no hay robadera”, dijo con la parsimonia de quien firma un decreto dedicado a los niños o a los ingenuos. Una oración que pretendió tener alto impacto político en tiempos en que los jarochos poco creen de sus autoridades y representantes, sean lo que sean y del nivel que sean. Una frase que encierra significados y promete arrepentimientos a corto plazo.

Una expresión apresurada y desafortunada por incierta y evidentemente lejana. Una salida fácil ante una acusación de compras farmacéuticas que no serán aclaradas con ningún sencillo comentario o argumento de que son ataques que obedecen a grillas y politiquerías en contra del jalisciense amigo del presidente y al mismo tiempo funcionario público de su gobierno. 

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Con letras brillantes, Javier Duarte inscribió en el congreso la participación valiente de la Marina en la lucha contra la delincuencia organizada. El mismo exgobernador preso en la Ciudad de México, tenía un nutrido grupo de cuello blanco para robar el erario, y es la fecha en que varios de sus colaboradores merodean a gusto en los terrenos cercanos al palacio de Cuitláhuac. Y los cárteles, con todo y la Marina (homenajeada en la Legislatura) crecieron sin reparo y señorean con rastro de sangre el día y la noche veracruzana.

El presidente López Obrador desea que ya no haya robadera en Veracruz, eso es obvio, pero asegurar que ya no se tiene esa robadera, es algo ingenuo más que real.

En Veracruz no ha habido resultado que convenza, satisfaga y agrade a la población. Y la pregunta es si cobrar un sueldo y no desquitarlo, no implica también corrupción. Los funcionarios y alcaldes de cualquier partido, que no sirven, que no funcionan y que no entregan resultados también están robando. Cobrar sin mostrar eficacia es corrupción y es robo, es usar un presupuesto para aprender o para vacacionar en las oficinas.

Y la corrupción, en efecto, no llegó con MORENA. Pero los morenistas hablaron y gritaron “No más corrupción” antes de llegar al poder. Y la pregunta es, porqué aquí, ya en los tiempos de la cuarta transformación, nadie ha aclarado y suspendido el nepotismo escandaloso de varios secretarios cuitlahuistas. Por qué no inician los programas de gobierno, por qué no aclarar el contrato de las medicinas del sector salud o las licitaciones a modo en el DIF estatal, por ejemplo, en lugar de venir a decretar con dulces palabras el cese de la robadera. 

Veracruz se hunde, señor Presidente. Este mes crecieron los asesinatos, las desapariciones y los secuestros, mientras el aparato gubernamental veracruzano ignora irresponsablemente la operatividad real y eficiente y organiza un distractor festival de la salsa en Boca del río.

Si la inacción no es robadera de sueldos no justificados, entonces, cómo se le puede llamar a esta ineficiencia.


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