Estos días de la semana resultan clave en la definición de la persona que ocupará la titularidad del órgano superior de fiscalización veracruzano, conocido como ORFIS. Las autoridades serias del país y la ciudadanía estatal esperan que la designación se dé en favor de alguien que sea comprobadamente profesional, que cuente con experiencia calificada y, sobre todo, que quien sea seleccionado, pueda caminar por las calles con la frente en alto y sin cola que le pisen.

Y no son muchos los que cuentan con esos atributos, si acaso tres de los sesenta y tantos que se inscribieron para competir por ese importante cargo a ocuparse durante siete años.  Pero lamentablemente comienza a trascender que desde la oscuridad lejana y cercana existen algunas manos empeñadas en mover la cuna y los escenarios para dejar en el puesto a alguien que pueda ser manejable.

La intención de enturbiar y ensuciar el proceso selectivo del próximo titular del ORFIS puede provenir de personajes sumamente cuestionados que sienten que poseen las condiciones para construir una oposición real al actual gobierno local y a sus colores partidistas. Son cabezas de grupo que han manipulado cuestiones electorales y que además guardan relaciones con grupos caciquiles regionales y presumen relaciones políticas con altos niveles del centro del país.

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Esas manos que mueven la cuna y que radican temporalmente en la Ciudad de México, sienten que pueden levantarse de la lona política. Nocturnos y embriagadores conciliábulos los acogen y aplauden en Xalapa. Han metido las narices en la Comisión de Vigilancia del Congreso del Estado y sueñan con colar en la terna, para elegir Auditor General, al contaminado Sergio Vázquez, lavador de las irregularidades de la Comisión de Agua y Saneamiento de Xalapa (CMAS) en los tiempos de Américo Zúñiga y cancerbero de la corrupción. Los rumores que suenan por esos ámbitos legislativos incluyen a algunos altos exfuncionarios de la SEDESOL estatal, como es el caso de Jorge Carvallo Delfín (un delfín gatopardo que sabe jugar con voraces depredadores). 

A la Comisión de Vigilancia del Congreso habría que colocarle todas las cerraduras necesarias para blindar este proceso. No ocurra al final como en aquella famosa canción en que ni siquiera los cien candados de la puerta negra pudieron detener las indomables ansias de un persistente y mañoso querendón. 

Ojalá y que los generales y actores políticos cuitlahuistas puedan dejar la autocomplacencia y la mediocridad y cuenten con adecuada visión panorámica que impida que se orqueste un terrible desaguisado en la estratégica selección orfiana de septiembre.

En esta designación hay un grupo de corruptos, interesados en desaparecer y hacer que se olvide el daño que causaron al pueblo de Veracruz, que intentan aprovechar la inexperiencia de algunos de los diputados de la Comisión de Vigilancia.

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