Cuitláhuac García cruzó el meridiano de su gestión como gobernador de Veracruz. El lunes anterior en el congreso hizo su particular comparecencia del tercer informe de gobierno destacando logros que sólo ven él y sus colaboradores cercanos. En la medida en que avanza la gestión y ante la falta de resultados, el equipo gobernante ha tenido que abusar de los otros datos de palacio: a más días al frente del gobierno, más palabrería, más fiesta y más distractores para buscar engañar a una sociedad que hace mucho dejó de creerle.

El gobernador anda subido en la soberbia y la vacunación anticovid y en las obras y acciones del gobierno federal, mientras que su secretario de finanzas sigue piano, piano gestionando los préstamos que alguien de su mismo piso le ordena. El secretario de gobierno y otros colaboradores “afifisados o de medio pelo” (con residencias construidas con tesón y traición) han debido salir a inventar acciones “novedosas”, cortes de maleza, tequios de limpieza o pintura, ferias y eventos—el último, el de las veladoras de tradición huasteca por el centro de Xalapa—para distraer y justificar los altos salarios que reciben. Pero a la población no la engañan con esos artilugios.

Otro intento mareador ha sido el de salir en batería de secretarios, por todos lados y con las redes sociales a reventar con pago publicitario, a manifestar que “se ha hecho mucha obra pública en lugares a los que antes nadie iba”, “que han disminuido los delitos”, “que se ha reducido la pobreza extrema” o el consabido blablablá del desvencijado sector salud veracruzano, mientras que la entusiasta y azorada contralora general busca cómo escurrir el bulto de la vigilancia de los centavos que le permite revisar desde la subsecretaría de administración el Guerrero del cuitlahuismo.

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Ya hicieron su carnaval en Tlacotalpan el 15 de noviembre, y Cuitláhuac cumplió con la comparecencia y el discurso de lo incumplido ante los diputados. También los veracruzanos ya hicieron la obligada “compadecencia” ante tanto desatino e irresponsabilidad.

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Veracruz pasará otros tres años en medio de la inseguridad, del atraso, de la pobreza, del desempleo y de los distractores que faltan. Y lo único que lograrán desmoronar es la Torre de Babel que señorea la oscura cúpula del gobierno estatal.  

Magros resultados de un gobierno mediocre en la triste conclusión del cuitlahuismo en declive, cortejado por legisladores de oposición y disposición, con más cola que lengua y con aliados, con más cara que espalda. Una muestra de la desvergonzada satisfacción del deber incumplido. 

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