Mientras siguen corriendo los días y no hay avances concretos en las investigaciones de las matanzas de Minatitlán y Coatzacoalcos suscitadas en abril y en agosto anteriores, el circo y el carnaval anticipado en Veracruz se despliegan con profusión a lo largo y ancho del estado. El objetivo es esconder la fatal realidad que agobia a la población.
Así como la delincuencia ha enterrado a miles de personas en quién sabe cuántas fosas de desaparecidos, el poder público estatal de los últimos años ha ido hundiendo y desapareciendo a la ética en el servicio público, al estado de derecho y a las instituciones públicas.
En estas semanas Veracruz se ha colocado como nunca en los primeros lugares por sus indicadores negativos en no pocas áreas, varias, que tienen que ver con la seguridad pública y la procuración e impartición de justicia.
Y los hechos o circunstancias nefastas que se suceden interminables, colocan o recolocan a los personajes implicados en esos asuntos. Agosto y lo que lleva este mes de Septiembre nos han dejado a nuevos prospectos en los temas del poder y de la política estatal. Y cuáles son esas figuras o figurones de reciente cuño.
Sin duda el más notorio es el caso de Jorge Winckler, quien pelea su continuidad en la Fiscalía General del Estado, a pesar de haber sido echado a un lado con la Constitución amarrada al pie de los diputados del congreso el martes pasado. Y la va a seguir peleando, porque el hombre ya conoció la vanidad y la dicha de los reflectores nacionales que le han colocado encima.
Puede afirmarse que desde este mes, entre el gobierno morenista de Cuitláhuac, varios actores relevantes y los indisciplinados medios de comunicación nacionales y locales, a Winckler lo han hecho víctima, mártir y hasta héroe o superhéroe, subiéndolo a la lista corta de prospectos para encargos políticos mayores, como una senaduría o hasta la posibilidad de sustituir como candidato panista a la gubernatura al primogénito de Yunes Linares.
Ese despliegue de mañas mostrado el martes, de artilugios legales y de policías para defenestrarlo como si hubiese sido el más terrible perro del mal, le sirve a Jorge Winckler como inmejorable plataforma para viajar al infinito político o más allá.
Otro gallo, también panista, es Julen Rementería, quien conduce al ‘Chapito’ Guzmán al liderazgo del partido, para subirse a la candidatura azul fuerte, mientras decae el azul estéril de Boca del Río.
En el PRI, un figurón que reapareció vía Twitter, renovó su imagen porque quería semejarse al juvenil Bingen de papi Julen. Esta renovación de fachada de Héctor Yunes, tras pasar por cirugía estética, le permitirá hacer con Dante todo un movimiento ciudadano para apuntalar una nueva candidatura ahora rojo-naranja.
El desmantelamiento del poder yunista en el área conurbada de Veracruz ha exigido la presencia del mejor ejemplar moreno en el puerto: Francisco Bravo, funcionario cuitlahuista de moda y experto en oler la ubicación del poder transexenal. Sería un novedoso candidato a la diputación por ese distrito, en espera de subir el escalafón, si gana la elección del pueblo.
Y para continuar con los prospectos, debe recordarse que la legislatura local pronto deberá elaborar ternas para la Medalla Ruiz Cortines que se entregará a principios de diciembre. Es posible que los señores diputados ya hubiesen observado a tres personajes de primer nivel que están entendiendo bien los tiempos 4T y sus patrióticas necesidades. Por sus grandes contribuciones a la gobernanza y a la seguridad pública, y por poner en boca de todos al estado, sería oportuno considerar para el premio a Manuel Huerta, a Juan Manuel Pozos Castro y a Rocio Nahle.
Precandidatos también a la senaduría, y por qué no, a la misma gubernatura. Sus nombres están dando mucho que hablar en esta administración. Y al final eso es lo que cuenta, en estas épocas mediatizadas que precisan la bendición de las redes sociales.
Sin olvidar a personajes con una visión transformadora como la contralora Leslie Garibo Puga, Veronica Aguilera Tapia, directora del DIF Veracruz, Enrique Nachón García -emprendedor de escritorio-, el cariñoso Roberto Ramos Alor, secretario de salud, o la voladora secretaria de turismo, Xóchitl Arbesú y otros más.
Figuras, figurones y desfiguros, adquieren inopinada y estratégica relevancia en estos tiempos.