Por razones militares, políticas y administrativas, el imperio romano construyó en su tiempo una amplia red de caminos en el territorio conquistado. Fue tanto el poder adquirido, que desde aquella época se acuñó el conocido refrán de que “todos los caminos conducen a Roma”. Las de esos siglos, eran vías de comunicación que llegaban a la capital desde vastas zonas de las actuales Inglaterra, España, Alemania, el Golfo Pérsico o África.

En el México de la cuarta transformación, los hechos o situaciones que ocurren cotidianamente, tienen que ver con criterios semejantes a los del imperio romano, en cuanto a que el régimen morenista precisa de conservar el poder adquirido en julio de 2018 y restar las fuerzas opositoras que pudieran estar pretendiendo minar o acabar con lo logrado por AMLO. 

En esas circunstancias se inscriben los últimos acontecimientos de Veracruz. La lucha reiterada por la Fiscalía General del Estado desde el primer día de gestión gubernativa de Cuitláhuac García Jiménez y los sucesivos y crecientes hechos criminales que han dejado matanzas de ciudadanos inocentes que, aunque no se acepte, dejan mal parada a la autoridad estatal actual y cuestionan su continuidad política.

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El asesinato de 14 personas en Minatitlán en el mes de abril, y el de 30 personas en Coatzacoalcos, hace menos de quince días, han puesto en evidencia la capacidad del Gobierno del Estado y de sus instituciones para atender y proteger a la sociedad.

Y en relación a estas circunstancias, debe recordarse una expresión del presidente López Obrador sobre el gobernador, durante su última visita a Veracruz, para zanjar cualquier cuestionamiento mayor: “Todo nuestro apoyo a Cuitláhuac García”. 

Y también debe considerarse otro hecho visible en las esferas del poder político de corte morenista. Es una realidad que en Veracruz existen tres grupos políticos con poder suficiente y cercano a Andrés Manuel: el del gobernador, el de Manuel Huerta Ladrón de Guevara, y el más aguerrido y agresivo, el de Rocío Nahle García, primera apuntada para la siguiente candidatura a gobernador.

Y unas preguntas que surgen en estos días, después de una reunión el lunes en la mesa de seguridad entre García Jiménez y Jorge Winckler, acordada con antelación. Aparentemente esa mañana hubo expresiones más cordiales entre ellos. Pero al otro día, de manera intempestiva y con unos cuantos diputados, ocurre un albazo al estilo porril en la Legislatura para quitarle el cargo al Fiscal General del Estado. Y como efectos, colocan temporalmente a alguien de bajo perfil, con críticas al por mayor, violaciones a la ley y un evidente descontrol en todos los actores políticos que veían el cochinero. Se cuestiona un cochinero y se resuelve con otro cochinero. Inexplicable ese estilo 4T.

Acaso, uno de esos jefes estatales del morenismo, le manifestó al presidente su preocupación por la sucesión y las próximas elecciones de 2021, acusando un mal manejo de Cuitláhuac y criticando que este hubiera metido a Jorge Winckler al propio palacio y a las decisiones estratégicas de gobierno, en lugar de disminuirlo. Acaso esa persona está ya operando la sucesión, en sus dos vertientes (sustitución o elección constitucional), esgrimiendo sus propias armas.

Y si esa hipótesis se confirma, solo basta con enlistar a los actores políticos principales del sainete y “golpe de estado” contra Winckler. A qué intereses o grupo(s) ayudan. Porque es evidente que Yunes Linares es una gran piedra en el zapato veracruzano, al que, de acuerdo con los morenistas, hay que desactivar y restarle fuerza y sitios de operación, lo que, según ellos, facilitaba o facilita el fiscal.

A ver hasta dónde llegan estos escarceos y estas escaramuzas violentando y ensuciando las leyes, como siempre ha ocurrido. Acaso los veracruzanos debemos conformarnos con cualquier tipo de irregularidad, igual a las que ha habido en épocas pasadas, con gobiernos tricolores, panistas, o morenistas. 

Pero se debe estar consciente de que estos últimos vociferaron siempre el incumplimiento de la Ley y ofrecieron cambios sensibles y con legalidad. Preocupa que al final, estas gentes se estén quitando las máscaras socarronamente. La sociedad sigue indefensa, es evidente. Y parece que los fines justifican todos los medios.

¿A dónde conducirán estos nebulosos caminos? 

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