Ayer por la mañana falleció monseñor Hipólito Reyes Larios, quien desde abril de 2007 era el arzobispo de la capital veracruzana. La arquidiócesis de Xalapa tiene la peculiaridad de que es la primera del continente americano que cuenta con un obispo santo en la figura de San Rafael Guízar y Valencia.

En una entrevista que concedió el 31 de diciembre pasado a Palabras Claras, el arzobispo recalcó que lo que necesita el Estado es el respeto a la verdad. Hipólito Reyes fue un hombre que promovió incansablemente el impulso a los valores humanos y el respeto a la naturaleza y sus recursos. En Orizaba y Xalapa y en las diversas poblaciones que visitó durante su trabajo pastoral la sociedad recordará la generosidad, la certeza y la calidez de su palabra.

Nació el 13 de agosto de 1946 en Ciudad Mendoza, por lo que este mes cumpliría 75 años. Se ordenó sacerdote en 1973 y estudió teología moral en Roma, ciudad donde vivió durante 8 años. Fue rector del Seminario Mayor de Xalapa y en el año 2000 se le nombró primer obispo de la Diócesis de Orizaba. 

Era un pastor caminante y solidario que asistía con humildad y devoción a parroquias, comunidades, fiestas patronales, confirmaciones y visitas pastorales. Estaba pendiente de Cáritas y de los demás grupos de asistencia social de la iglesia. Afirmaba que tenía una visión jerárquica. “Yo voy primero a lo que es la santísima trinidad y a lo que dice la liturgia: al Padre por el Hijo en el Espíritu Santo. Tengo una espiritualidad trinitaria, vamos a decirlo. De ahí paso inmediatamente a la Virgen María”.

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“Lo primero que me preocupa a nivel pastoral es que tengamos una sociedad tan lejos de Dios; yo les hablo que todo estaría mejor si nosotros conociéramos y viviéramos los 10 mandamientos, que son del Antiguo Testamento; que se los dieron a Moisés y lo tenían varios pueblos de ese tiempo. Y trato de que la gente conozca a Jesucristo, a Dios. Debemos trabajar para que la gente tenga una conducta más adecuada, de amor al prójimo y de respeto a los demás y a los adversarios, como decía Cristo; el amor a los enemigos, que es de lo más difícil que puede haber”. 

“Considero que estamos en un momento muy oportuno para revalorizar todo. La pandemia nos ha sacudido a todos y a mí me admira y yo veo que la fe va creciendo. Debemos recuperar valores tan sencillos como la honradez, la valentía y el amor a la verdad. También sabemos que, por hablar claro, la gente puede hasta perder la vida; veo un poquito caótico el ambiente, pero a la vez con la esperanza de que se vuelvan a retomar mejores maneras de organización de la sociedad, de vida, de estudio, de desempeño y de oportunidades”.

“Para mí lo primero es promover algo que suena hasta anacrónico: la santidad. Todo el que profesa una fe, sabe que la santidad es de Dios, y que nosotros somos imitadores de él. El santo es Dios y santa es la Virgen. Todos los demás santos son pecadores como nosotros. El papa Pablo VI hizo uno de los grandes tratados sobre el culto a María y recomendó el rezo al rosario y al Ángelus”.  

“Estamos en una crisis que es para bien, y que puede salir adelante una nueva evangelización, un nuevo anuncio de que Jesucristo verdaderamente es el que da sentido a la vida y quien nos da una manera de comportamiento que son las bienaventuranzas, que son las virtudes, que es básico. Por eso para mí la problemática de la sociedad es que si no vivimos los mandamientos que son del Antiguo Testamento, menos podemos vivir el evangelio. Creo que la Iglesia tiene que ser más evangelizadora, tiene que dar más testimonio, y tiene que estar donde haya pobreza, necesidad y sufrimiento, esa es la tarea”. 

“La inseguridad yo la conecto con el séptimo mandamiento ‘No robarás’, todo lo que tenemos de un país corrupto se puede afrontar con dos cosas muy simples, primero la educación, con valores de honestidad, honradez, misericordia, fe, y eso se ha perdido mucho; hay que volver a una educación que empieza por los padres”.

Las autoridades eclesiásticas dispusieron ayer mismo que el arzobispo fuera velado y sepultado en la Catedral de Xalapa. Descanse en paz Monseñor Hipólito Reyes Larios.

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